María Atocha Pérez y Elena Sánchez Díaz posan para Magas.
Las dos jóvenes españolas, extrabajadoras de Inditex, que se rifan las firmas de moda: "Evitamos casos de plagio"
María Atocha y Elena Sánchez son las fundadoras de The New Aware, consultora de propiedad intelectual y sensibilidad cultural en el sector.
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"Creemos en una industria liderada por marcas que protegen y respetan la creatividad en todas sus expresiones". Con esta frase se presentan María Atocha Pérez Frade de Peralta y Elena Sánchez, dos jóvenes extremeñas que están revolucionando el mundo de la moda y construyendo un sector más consciente, sensible y ético.
Pese a su juventud —tienen 35 y 37 años respectivamente—, son las creadoras de una iniciativa inédita en España que moverá los cimientos del mundo fashion desde la mente de los creadores, pasando por los talleres, hasta el consumidor final.
Ambas vienen del mundo del Derecho y sus caminos se cruzaron en el grupo textil por excelencia de nuestro país: Inditex, donde pasaron varios años.
Las dos emprendedoras iniciaron su aventura hace poco más de un mes.
"Cuando me cogieron en Zara fue el día más feliz de mi vida", dice Elena, mientras su amiga y socia también pone en valor su paso por la empresa de Amancio Ortega y todo lo que ha aprendido. Ambas formaban parte del departamento de propiedad intelectual de la marca, en el que se aunaban sus dos pasiones: las leyes y la moda.
Recuerdan que desde el primer momento hubo feeling entre ellas, quizá por eso de que la tierra une. Aunque María nació en Madrid, "por pura casualidad", ha crecido en Badajoz y siente Extremadura como su casa; lo mismo le pasa a Sánchez, que también vino al mundo en Talavera de la Reina pero ha vivido en la citada comunidad autónoma desde niña.
Y de ese match que nació en Inditex, hace unos meses se embarcaron en la empresa The New Aware, una consultora de moda que busca integrar la conciencia sobre la propiedad intelectual y la sensibilidad cultural en la toma de decisiones. Para entender lo que hacen exactamente, conviene recordar dos ejemplos muy sonados.
Por un lado, la polémica en la que se vio envuelta Prada hace unos meses cuando se acusó a la firma de apropiación por unas sandalias de cuero que caminaron por su pasarela y que eran muy similares a las tradicionales de la India.
También Adidas se enfrentó al mismo problema en 2025 al lanzar sus Oaxaca slip-on, que reproducían elementos y trenzados del huarache típico de esa zona, lo que acabó finalmente con la retirada del modelo y un acuerdo de reparación con la comunidad zapoteca. Esto con la asesoría de María Atocha Pérez Frade de Peralta y Elena Sánchez Díaz no hubiera pasado.
Magas se cita con las dos emprendedoras en Madrid para que expliquen al detalle en qué consiste su iniciativa y por qué es tan importante a la hora de transformar el mundo de la moda. Arrancaron el 1 de septiembre y la acogida está siendo espectacular: las firmas se las rifan, porque contar con ellas es sinónimo de éxito. Son sus ángeles de la guarda.
¿Qué novedad aporta vuestra empresa en el sector?
María: Cuando hablamos de propiedad intelectual, lo que más conoce la gente es la protección de la marca. Si alguien me copia, yo denuncio para proteger mis activos. Pero nosotras actuamos en la parte de prevención.
Lo que hacemos es vigilar que tus propios procesos internos de diseño no afecten a terceros. Es decir, que nadie pueda decirte: "Oye, eso es mío o se parece mucho a algo que he hecho yo". Para crecer con solidez es fundamental que tengas un equipo asesorado.
Elena: Cualquier empresa tiene un departamento legal para defenderse cuando hay una demanda, pero no está el paso previo, que es evitar que te llegue esa denuncia por plagio, copia o apropiación cultural.
Esta figura no existía en España. Una demanda de este tipo no sólo conlleva grandes pérdidas económicas; también te arruina la reputación como marca, que es muy importante. Nosotras ofrecemos algo parecido a un sello de ética, de valores, como otros que hay, el eco, por ejemplo.
Y, sin embargo, en la moda la inspiración entre diseños de diferentes marcas es tan habitual... Ya lo dice la popular frase: "Viste de Zara como si fueras de Prada".
M: Hay mucho desconocimiento y en ese sentido creo que Zara tiene esa fama, que es superinjusta. Inditex es una de esas empresas que es lo que es porque siempre quiere hacer lo mejor. Es un referente para muchas compañías y lo ha conseguido construyendo una buena reputación.
Pero más allá de esto, lo verdaderamente importante ahora en el terreno de la moda es la parte de sensibilidad cultural y social. Hoy en día, con los canales online, no hace falta que tengas una tienda en otra parte del mundo para vender allí, pero los mercados son diferentes y te expones a riesgos que no conoces.
María y Elena trabajaron en Zara durante años, en el departamento de propiedad intelectual.
¿Cómo cuáles?
E: Hay ciertos contextos y signos que pueden ser sensibles en otro país y debes tenerlos en cuenta, como los símbolos de guerra o de cuestiones políticas.
Por ejemplo, si vas a sacar unas prendas con dibujos de sandías, que ahora mismo son una señal de apoyo a Palestina, has de tener en cuenta que pueden suponer un posicionamiento, así que debes valorar dónde vas a venderlas y si son oportunas en este momento o no.
M: Hay que estar pendientes del contexto, de la actualidad política, social, etc. Todo puede cambiar en un momento y sufrir la llamada cancelación de tu marca. Recuerdo el caso de la colaboración de Beyoncé con Levi's, cuando estalló el escándalo de Puff Diddy con el que se asoció (sin pruebas) a la cantante y su marido... Aquello acabó afectando a las ventas de la firma y a su reputación.
¿Y qué habríais recomendado en ese caso?
M: Que no saliera la campaña, 100%, por mucho que eso supusiera una pérdida económica.
E: La reputación es lo más importante.
¿Dónde está el límite entre la copia y la inspiración?
E: Por un lado, está lo que es objetivo, porque ha sido registrado previamente, como la suela roja de Loubuotin, la doble 'g' de Gucci, su hebilla, el cierre de los bolsos de Hermès...
La otra parte también está protegida, desde el momento en que es una creación original, aunque no esté inscrita en el área de propiedad intelectual.
M: A veces es difícil de delimitar, pero normalmente lo que cuenta es la impresión en conjunto del diseño y lo que hay en el mercado. Es decir, que tú compares un modelo y otro y que no se puedan confundir. Eso no sería plagio.
Hay un rumor extendido que dice que si entre ambas piezas hay siete diferencias no pasa nada, pero es falso, porque puede haber 25 cosas distintas y que te denuncien porque en conjunto el consumidor lo toma por el original.
Nosotras partimos de la base de que todas las marcas se inspiran en otras, pero lo hacen bien y sin perjudicar el trabajo ajeno.
La sensibilidad cultural y social también es clave en el mundo de la moda. ¿Podéis ponernos algún caso que sea lo suficientemente explicativo?
E: Sí, la campaña de H&M en la que se veía a un niño afrodescendiente luciendo una sudadera que decía: "Soy el mono más cool de la jungla". No hubo mala intención, pero les quemaron tiendas en Sudáfrica y hubo mucho revuelo. Alguien les habría tenido que decir que eso no podía salir.
M: Hay que desarrollar un sexto sentido para temas sexuales, racismo, simbología religiosa... En los países árabes, por ejemplo, no se puede mandar prendas o accesorios con animales que estén humanizados, porque no pasan la aduana. Hay un mundo amplio que hay que conocer.
Hemos hablado de propiedad intelectual, de sensibilidad cultural... ¿qué más hay que tener en cuenta?
E: El mundo de los proveedores, saber de dónde vienen los estampados, los encajes... Es lo que llamamos la trazabilidad, en qué te has basado para elaborar tu producto.
M: En efecto, esto se traduce en que cuando alguien te pasa un diseño, tienes que saber de dónde sale todo. Debemos tener toda la información. Y con ella hacemos un estudio de mercado completo para ver la viabilidad y evitar problemas del tipo que sea.
Esto precisamente lo vimos en el caso de Prada con las sandalias de India. Si nosotras hubiéramos podido aconsejar a la firma italiana, les hubiéramos dicho que colaboraran con los artesanos locales, dándoles su voz y respetando su cultura.
Al final, la moda es mensaje y está relacionado con todo, con la política, la economía, ¿no es así?
M: Eso es, y creo que nosotros los millennials y las generaciones que vienen cada vez somos más exigentes con las marcas. Muchas veces cuando hay una polémica como estas, la gente lo que recrimina es que se cometan esos errores en estos tiempos. Y sobre todo se penaliza que el grande copie al pequeño. Al revés no tanto; hay un doble rasero.
Parece que habéis dado con la tecla, ¿cómo se os ocurrió esta idea de negocio?
M: Pues porque Zara es una visionaria [se ríe y pone en valor lo aprendido en Inditex]. Aprovecho para decir que a las empresas grandes como esta o H&M se les exige algo que a otras más pequeñas no.
E: Nosotras estamos agradecidas a Inditex porque allí hemos aprendido casi todo lo que sabemos. No trabajamos ya con ellos porque tienen su propio departamento. Ahora queremos ayudar a otras firmas a través de esta figura que hasta ahora no existía. No juzgamos, sólo prevenimos los problemas.
Lleváis poco más de un mes con The New Aware, ¿cómo está siendo la acogida?
M: Nos ha sorprendido para muy bien. Siempre quisimos aportar conocimiento al sector. No venimos a coartar la libertad de los diseñadores o de las empresas, sino a guiar para convertir el riesgo en un acierto dando una alternativa real. Y para eso debes haber trabajado codo con codo con los creadores y conocer los procesos desde el inicio. Así podrás dar soluciones viables.
E: Queremos ayudar y hacer un mundo mejor. Los errores que se puedan cometer en la fase del diseño vienen del desconocimiento. Ellos están para crear y nosotras para vigilar los detalles. Por ejemplo, los textos que se ponen en las prendas son problemáticos, porque muchas veces están registrados y hay que tenerlo en cuenta.
¿Créeis que está calando lo suficiente el mensaje de sostenibilidad en la industria?, ¿comprar menos y de mejor calidad?
E: Se está intentando, pero yo lo veo muy lejano porque el fast fashion tiene mucho tirón. Aun así, confío en que irá instalándose.
M: Es difícil porque están las redes sociales de por medio y la gente joven se ve expuesta a muchos estímulos por parte de las influencers... Eso es casi incompatible con tener esa conciencia sostenible. Es un trabajo de todos y las marcas tienen su parte de responsabilidad ahí.
¿Cómo afecta a vuestra labor la IA?
M: Pues ese es otro melón y nosotras tenemos que vigilarlo mucho, porque hay plataformas que te ayudan a diseñar con inteligencia artificial. ¿Pero de dónde sale eso? Nunca lo sabes, así que siempre hay que hacer cambios porque el riesgo es alto.
E: Es un reto para nosotras. Pero lo cierto es que siempre vas a necesitar una mano humana para dar una alternativa a algo creado artificialmente.