Arréglate que nos vamos con Laura García Lorca

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Laura García Lorca, sobrina del poeta: "La gente lee a mi tío y lo siente como a alguien de su familia... Eso es maravilloso"

La actual directora de la Huerta de San Vicente se sienta a los micros de 'Arréglate que nos vamos' para reflexionar sobre el legado familiar.

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“Lo tenía claro: si había un lugar dedicado a la memoria y la obra de Lorca, por ahí tenía que pasar lo mejor del mundo. Porque esto no es una cuestión local”. Con esa frase, Laura García Lorca resume en Arréglate que nos vamos la esencia del proyecto cultural que dirige en Granada.

La sobrina del genio dramaturgo granadino nació en Nueva York, pasó por la prensa, por el teatro y por años de aprendizaje antes de abrir en 1995 la casa familiar al público. Por allí pasaron personalidades como Derek Walcott, Patti Smith o Hans Magnus Enzensberger.

Sentada frente a Cruz Sánchez de Lara, vicepresidenta ejecutiva de EL ESPAÑOL y editora de Magas y ENCLAVE ODS, y Charo Izquierdo, directora de ENCLAVE ODS, la heredera del apellido García Lorca recuerda cómo una llamada lo cambió todo.

Era de su tía Isabel, y la recuerda tan nítidamente como si hubiera descolgado el teléfono ayer: “Me dijo: ‘Lali, le he dicho al alcalde de Granada que te vas tú para allá a dirigir la Huerta de San Vicente’. Me dio pánico, pero no le pude responder que no”.

Mucho antes de aquello, la actual directora de la casa-museo recuerda sus aventuras profesionales lejos de Granada. Trabajó en Vogue, revista a la que define como su verdadera "universidad", porque empezó a estudiar Literatura Española en la Universidad de Cambridge pero acabó dejándolo.

La directora de la Huerta de San Vicente, casa-museo dedicada a la memoria de su tío.

La directora de la Huerta de San Vicente, casa-museo dedicada a la memoria de su tío. Laura Mateo

El medio fue su "curso intensivo", uno en el que compartió rutina con escritores y artistas de talla mundial. Asegura en el programa que le bastaron seis años para aprender de todo: "Desde hablar con Susan Sontag para pedirle un artículo a pelearme con un peluquero”.

La interpretación, en cambio, no fue su camino. Más bien reconoce que lo consideró una equivocación. Al principio, admite, se interesó por el teatro guiada por la idea de que "iba a ayudarme porque tenía mucha dificultad para expresarme y manejar mis sentimientos".

"Pensaba que al disponer de textos y utilizar las palabras de otros, la actuación sería una ayuda. Pero la verdad es que no lo fue. Había días buenos, pero era muy irregular. Pensé 'voy a llegar a los 70 esperando que me den un papelillo…' y decidí que no era para mí”.

Tras ello, empezó a trabajar en el archivo de su abuelo Fernando de los Ríos, que nunca regresó a España tras la Guerra Civil. “Cuando salieron en 1940, mi primo Manolo le escuchó decir: ‘Nunca volveré a pisar este jodido país’. Nunca le había oído esa palabra. Y no volvió. Está enterrado allí”, cuenta.

En su casa no se hablaba en exceso de la herida familiar que había quedado tras el asesinato de su tío: "Mi padre, desde luego, lo hacía poquísimo. De muy pequeña, sí, me contaba las cosas que hacía con su hermano en el campo; que a Federico le gustaba la fruta madura y a él verde... Pero conforme fuimos creciendo, cada vez lo hizo menos".

Su propio deslumbramiento llegó de niña: “Mi padre tenía un grupo de teatro en la universidad con profesores y alumnos. Él dirigía Amor de don Perlimplín y, una tarde, me llevó a un ensayo porque no tenían con quién dejarme. Yo recuerdo estar sola en el teatro y oír a Eugenio Florit, un poeta cubano maravilloso, haciendo el personaje".

Cruz Sánchez de Lara y Charo Izquierdo posan junto a la invitada de esta semana a 'Arréglate que nos vamos'.

Cruz Sánchez de Lara y Charo Izquierdo posan junto a la invitada de esta semana a 'Arréglate que nos vamos'. Laura Mateo

Allí, prosigue, "este recitó aquellos versos de ‘Amor, amor, que está herido, herido, de amor huido. Herido, muerto de amor’. Llegué a casa y, como ya había aprendido a leer, le pedí a mi padre el libro. Me dijo: ‘Esto lo escribió tu tío’. Me impresionó muchísimo, y yo noté que a él lo hizo también".

Para ella, la relación del público con el poeta sigue siendo única. “Hay escritores extraordinarios asegura, pero lo que pasa con Lorca es diferente. La gente te dice que le ha marcado, que lo siente como si fuera un padre, un hermano, alguien de su casa. Esa familiaridad es maravillosa”.

Frente a la contundencia del apellido, insiste: “La única manera de manejar un legado de ese peso es hacer”. Esa idea fue precisamente la que la guio al abrir por primera vez la casa familiar al público en 1995. Tras esto, la Huerta se consolidó como un lugar mítico que rendía tributo a la vida y obra del dramaturgo y que ha acogido desde entonces encuentros culturales de enorme prestigio.

En 2015, nació el Centro Federico García Lorca, ubicado en la Plaza de la Romanilla, en el corazón de la ciudad, para custodiar, investigar y difundir el legado lorquiano con una vocación decididamente internacional. "Hemos traído allí todos los archivos que han vivido en la Residencia de Estudiantes desde el 84".

En palabras de Laura García Lorca, la decisión de expandir la misión de la familia precisamente desde Granada partió de una certeza: "Es su casa". La de uno de los autores más prolíficos que vio nacer la capital nazarí y España como país de enorme riqueza literaria.

En el podcast, la sobrina del dramaturgo reivindica la importancia de la financiación: "Necesitamos dinero porque el programa está clarífico. Hay que hacer una propuesta de excelencia en todos los niveles". Afortunadamente, dice, "todas las instituciones se han puesto de acuerdo, y es que con presupuesto podemos hacer de todo".

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