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"Mamá, yo no sé por qué me río tanto". De niña, le confesaba esa duda a su madre, casi con timidez, como si su risa fuese un exceso. Esta le respondía que no debía contenerla nunca, que aquella alegría era un don. Y lo cierto es que ese carácter risueño se convirtió en la música de su vida: se mantuvo en cada etapa, incluso en los momentos más difíciles.

Ramy Virginia —no se incluirán apellidos en este reportaje a fin de preservar la identidad de las personas mencionadas— deja consigo una vida llena de momentos que sus seres queridos guardarán con mimo y recelo en el cajón de los recuerdos. Se crio en el seno de una familia donde la ciencia, la cultura y la sensibilidad formaban parte del día a día.

Su madre, cantante; su padre, médico. Creció en un hogar que inculcaba la independencia y el valor del trabajo como pilares de vida. "Mi hija siempre fue juiciosa y honesta. Desde pequeña se le notó el carácter luchador. Yo trabajaba en cuestiones vinculadas a los derechos de la mujer y ella me acompañaba. Creció con esa conciencia de justicia", recuerda Nancy.

Es su progenitora, la que descuelga el teléfono para atender a esta revista un día de agosto. Quiere contar cómo fue la niña de sus ojos hasta el día en que fue asesinada en una localidad de Guadalajara. Ramy era la cuarta de cinco hermanos. En casa, el esfuerzo y la autosuficiencia eran valores clave: "Crecieron sabiendo que había que trabajar para sostenerse".

Ella, asegura una Nancy orgullosa, "era sumamente independiente; no le gustaba depender de nadie". Desde muy joven, destacó por su constancia en los estudios. Se formó en Ciencias Fiscales y Aduanas en Venezuela, un camino exigente que le abrió las puertas a empleos en la administración y en empresas de cacao y café.

"Era supremamente querida, porque además de su capacidad, era noble. Todo lo hacía con dedicación", afirma. Más allá de su formación, había en ella un espíritu emprendedor que la impulsaba. Ramy creó su propio proyecto: una marca de carteras hechas a mano. Con el taller "ayudó a otras mujeres a ser autosuficientes".

Su madre recuerda a una niña risueña y llena de energía. "Siempre sonreía. Una vez me dijo: 'Mamá, ojalá yo no me riera tanto, porque siento que a la gente le caigo mal cuando lo hago'. Yo le contestaba: 'No dejes de reír. Si tu risa causa envidia, es porque tienes algo bello que otros no'".

Quienes la conocen la describen como una mujer práctica, resolutiva y creativa. Podía transformar una silla vieja en un mueble nuevo, coser su propia ropa o tapizar un sillón con sus manos. "Se compró su máquina y con ella hacía maravillas". Ramy era, a ojos de su familia, alguien que necesitaba que los finales fueran hermosos y felices.

"Dios mío, qué contraste con su vida", lamenta Nancy durante la conversación con esta revista.

Emigrar para empezar de nuevo

La situación que atravesaba Venezuela, unida al deseo de la joven de buscar un futuro mejor para su hijo, la llevó a emigrar. Primero viajó a Puerto Rico, donde vivían sus hermanos. Después pasó unos meses en México. Finalmente, llegó a España, con sus derechos como ciudadana europea —tenía también nacionalidad italiana—.

Al principio trabajó en lo que pudo, en la hostelería, porque "no tenía dinero para todo lo que suponía darse de alta como autónoma". Pero no perdió de vista su objetivo de construir una vida estable. En esta etapa, adelanta su madre, conoció al hombre que lo cambiaría todo, pues acabaría siendo su pareja sentimental: Juan.

El carácter trabajador y organizado de Ramy la llevó a conseguir contratos más sólidos. Así hasta que se estableció en una gasolinera de la zona, donde pronto se ganó el cariño de compañeras y vecinos. "Como ella había trabajado en administración, sabía organizarse muy bien y tenía unos conocimientos que nadie le podía quitar".

"Su jefa enseguida se dio cuenta de su talento y la apoyó mucho", dice. Habla del ambiente familiar de la estación de servicio, de las compañeras que se convirtieron en amigas, protectoras, y en esas confidentes con las que por la mañana horneaba el pan que vendían y por la noche, si sobraba, se dedicaba a repartir a aquellos que se acercaban al lugar.

Ramy residía junto a su pareja y sus hijos en Iriépal, una pedanía de menos de mil habitantes al este de Guadalajara. Al principio, él parecía una ayuda: se apoyaban mutuamente con la vivienda en momentos de pesar económico. Sin embargo, un día comenzaron las señales de alarma. "Viví con ellos dos años y vi lo que pasaba. Los empujones, las humillaciones...", relata Nancy.

Estos actos, según las declaraciones de la madre, no solamente se producían contra ella, sino también "contra mi nieto, que no era hijo de él —juntos también tuvieron otra niña que actualmente tiene cinco años—. Le hacía sentir un idiota. Yo me di cuenta de que ese hombre era peligroso porque mentía sobre su conducta".

En algún momento, Ramy tocó fondo, quiso romper su relación y denunciar el maltrato a las autoridades. Su familia asegura que él tenía antecedentes: "Era reincidente, ya había hecho daño a otras mujeres. A una la caía a palazos y llegó a estar preso en casa. Pero a mi hija el sistema tampoco la protegió".

La venezolana acudió al Centro de la Mujer en busca de asesoramiento jurídico y psicológico. "Fue porque no es ignorante, ¿sabe? Ella conocía bien sus derechos", cuenta su madre. Según confirmó Europa Press en junio, basándose en fuentes de la Consejería de Igualdad, en los días previos a su muerte había sido atendida por los recursos que tiene la Junta en Guadalajara.

Sin embargo, no formaba parte del sistema VioGén. Sus familiares matizan al respecto: "Cuando iba a comisaría, le decían que si no había pruebas de violencia no podían ayudarla, y como vivían en la que para él era su vivienda principal, no tenía por qué abandonar la casa. No entendimos por qué no intentaron investigar su historial".

Semanas antes de su desaparición, Nancy asegura que Ramy recibió una llamada inesperada, según declara a esta revista, de un hombre que le decía que su pareja lo había contratado para matarla a ella y a sus hijos. Él no terminó de pagar y por eso el supuesto sicario la advirtió: "Ella estaba aterrorizada. No sabía qué hacer. Vivía con miedo".

Días de desesperación

El 18 de junio de 2025, él la invitó a acudir a una supuesta terapia de pareja. Había planes de reconciliación por su parte. Ella no quería, pero subió al coche. Antes, tomó una precaución inédita: envió a su hijo su ubicación en tiempo real. Al mediodía, contestó al teléfono y le tranquilizó: "Estoy en casa de la mamá de Juan. Estoy bien". Fue la última vez que habló con ella.

Poco después, cuando el adolescente volvió a contactar, respondió él. Dijo que la había dejado en Madrid. Le pidió la clave de su teléfono. "El tipo nos llamó a todos para darnos una coartada y explicarnos que Ramy estaba en casa de una amiga, pero esta lo desmintió". La familia imaginó entonces que algo terrible había ocurrido.

Allegados y completos desconocidos se organizaron con celeridad en su búsqueda. Repartieron panfletos, pegaron carteles, postearon en redes y exploraron los alrededores. El Centro Nacional de Desaparecidos (CNDES), organismo dependiente del Ministerio del Interior, también lanzó una alerta al respecto.

Finalmente, unos vecinos propusieron explorar las cuevas del paraje El Barranco, en la pedanía de Ruguilla, a unos cinco kilómetros de Cifuentes, donde "se la recuerda con especial cariño a ella y a sus hijos". Allí, en la tarde del 25, seis días después de que esta dejara de dar señales, hallaron su cuerpo sin vida.

Su pareja acabó siendo detenida como principal sospechoso. El juez decretó prisión comunicada y sin fianza por un delito de homicidio y le retiró la patria potestad de la hija en común, con prohibición de acercarse a menos de mil metros o contactar con ella. "No fue un arrebato, estaba premeditado", defiende su familia.

Un homenaje a Ramy

Semanas después de que la encontraran, su hermano Reinaldo inició una colecta en redes para cubrir los gastos de su cremación. En Guadalajara se la recordó en un minuto de silencio como vecina de Iriépal y trabajadora. "Hoy es un día negro para la ciudad", lamentó la alcaldesa, Ana Guarinos.

Minuto de silencio por Ramy en Guadalajara el pasado 27 de junio.

Minuto de silencio por Ramy en Guadalajara el pasado 27 de junio. Nacho Izquierdo EFE

Y añadió lo siguiente en la lectura del discurso al que ha podido tener acceso esta revista: "Es una cifra escalofriante y vergonzante que debe combatirse de forma unida entre instituciones y sociedad. Desde 2003, primer año en el que se tienen registros, 1.312 mujeres han sido asesinadas a manos de su pareja o expareja".

Un día después, el pleno del consistorio comenzó con la condena unánime en nombre de toda la Corporación: "Trasladamos el más sentido pésame a las familias, amistades y a toda la ciudadanía, reafirmando el compromiso en la lucha conjunta contra esta lacra que, en palabras de la dirigente, 'nos avergüenza en pleno siglo XXI'".

No estás sola

El Ministerio de Igualdad, por medio de la Delegación del Gobierno contra la Violencia de Género, quiere recordar que el teléfono 016 (número gratuito y confidencial que no deja rastro en la factura), así como las consultas en línea a través del email 016-online@igualdad.gob.es, el canal del WhatsApp en el número 600 000 016 y el chat online, accesible desde la página web violenciagenero.igualdad.gob.es/, funcionan con normalidad las 24 horas, todos los días de la semana.

En el 016 se puede pedir asesoramiento sobre los recursos disponibles y los derechos de las víctimas de violencia de género, al igual que asesoramiento jurídico de 8 h a 22 h todos los días de la semana, con atención en 53 idiomas y un servicio adaptado a posibles situaciones de discapacidad.