Nativel Preciado, durante la entrevista.

Nativel Preciado, durante la entrevista. Esteban Palazuelos

Protagonistas

Nativel Preciado, Premio Maga de Magas: "Los jóvenes son rotundos, yo, con el paso del tiempo, tengo más dudas"

La periodista y escritora, ganadora del galardón por su trayectoria ejemplar, se sincera sobre su carrera y la actualidad.

Más información: Nativel Preciado, premio Maga de Magas a mejor trayectoria por su brillante serenidad en el periodismo y la literatura

Publicada

Cronista de la transición, colaboradora del diario Madrid, Cambio 16 o la revista Tiempo de la que fue cofundadora, tertuliana en televisiones y radios, se siente una privilegiada porque su profesión le ha permitido hacer lo que quería y más le gustaba: viajar y escribir. Ahora, se ha cansado de opinar y lo único que le interesa es escribir libros, estar con los suyos y dar gracias a la vida.

Siempre le ha gustado contar historias. La entrevista es su género preferido, porque “es una especie de novela corta sobre un personaje real”, Pero no establece una línea muy definida entre la realidad y la ficción. “Son solo distintos métodos de contar”. Ni siquiera considera a los sueños ficción.

Rosa Montero, premio Maga de Magas a la mejor trayectoria del año pasado, la considera una sabia: "Tiene una serenidad muy difícil de conseguir y una manera profunda e inteligente de mirar el mundo en su complejidad. Es una de esas personas que hacen que este planeta sea mejor".

Presiden el salón de su casa dos fotografías. Una de su marido y otra de su suegro que, explica Nativel con orgullo, eran muy buenos fotógrafos. Su biblioteca está ordenada por temas y géneros entre distintos cuartos. Ha tirado muchos libros y ahora no entra uno sin que salga otro. "Hay que ir despidiéndose y yo me estoy despidiendo de muchas cosas".

El estilo de la escritora destaca por su serenidad y coherencia.

El estilo de la escritora destaca por su serenidad y coherencia. Esteban Palazuelos

Entrevistar a Nativel es constatar que, como bien afirma, está en plenitud. Acoge a la periodista con calidez y curiosidad. Habla de manera serena, acertada e inteligente. Conseguir ese equilibro ha sido una aspiración que ha cultivado desde muy joven, dice. Le gusta la síntesis, no hablar de más y escuchar.

Este verano irá a su casa de la playa, a "contemplar cómo pasa la vida, que no es poco". Ver el paisaje, estar con los amigos, pasear, leer y escuchar música. En casa, jazz y música clásica. Chet Baker y, cuando quiere estar alegre, los conciertos de Mozart para flauta. En el coche a su amigo Sabina, fado y canción brasileña.

Está de gira presentando su última novela, El pan de mis hijos.

Después de escribirlo, el libro empieza a volar y tienes que ir presentándolo de pueblo en pueblo, de club de lectura en club de lectura y de feria en feria.

Más allá del trabajo, del viaje, de los trenes, de los retrasos de los aviones, el contacto con la gente que no te conoce me entusiasma, porque no tienen por qué halagarte o criticarte y te dicen la verdad. Eso te da una visión de lo que haces muy acertada, realista y, a veces, impresionante.

Los hijos de la protagonista de su última novela la convencen para que deje los platós y se dedique solo a escribir. ¿Es autobiográfico?

El año pasado trabajé como si tuviera 20 años. Fue agotador y me sentó mal el esfuerzo. Antes iba tres o cuatro días a la semana a la televisión y ahora voy uno o dos al mes. En esta novela hay mucha realidad y mucha ficción. Como dice un amigo mío, Fermín Bocos, tengo una edad cierta, en vez de una cierta edad.

Ha sido cronista parlamentaria durante la transición y estaba en el Congreso cuando el golpe de Estado. ¿Qué supuso para usted y para la sociedad el 23F?

Fue un punto de inflexión. Me convertí a la moderación más absoluta en política. Hasta ese momento todos -yo era muy joven- criticábamos el proceso democrático: si iba muy lento, si Suárez venía de la época anterior, si aquello era un fraude…

Cuando fui consciente de lo que nos estábamos jugando, valoré el proceso. Teníamos democracia y libertad, aunque había que mejorarlas. Y en esas estamos todavía.

¿Cómo ha cambiado el ambiente en el Congreso?

En el Congreso éramos muy pocos periodistas. Cabíamos todos en la tribuna de prensa y en el bar, hasta nos sentábamos en los escaños. Teníamos un contacto muy directo con los políticos, tomábamos café con ellos, charlábamos. No había alcachofas, ni había micrófonos.

Solo había una emisora de televisión y dos o tres informativos. En ese sentido, era muy plácido. Ahora hay que distribuirse, porque somos muchos. Pasa lo mismo con cualquier otra ventaja democrática, que somos muchos a repartir.

¿Y cómo ha cambiado la clase política?

No tengo palabras para describir lo que está sucediendo. Ha degenerado mucho, sinceramente. En aquella época, también había chapuzas y políticos que no trabajaban por el bien común. Otros que empezaban con mucho entusiasmo y luego se degradaban.

La principal diferencia entre aquella época y esta es que, a pesar de la violencia de ETA y la extrema derecha, el objetivo era esperanzador. Íbamos a conseguir una democracia, libertad, leyes que no habíamos tenido en mucho tiempo.

Ahora, estamos en una época de desesperanza, no solo en España, sino en el mundo. Están ganando los enemigos de la democracia y de la libertad. Eso se debe fundamentalmente al deterioro de los partidos políticos tradicionales.

Nativel Preciado, posando durante la entrevista.

Nativel Preciado, posando durante la entrevista. Esteban Palazuelos

¿Son los políticos un reflejo de la sociedad?

Yo confío en quienes hacen bien su trabajo todos los días, porque gracias a ellos el mundo funciona. Me pueden llamar buenista, pero cuando sucede algo grave, el mundo sigue funcionando, porque hay personas que cumplen con su deber.

¿Qué balance hace de estos 47 años de democracia?

Positivo, aunque estemos en un momento de crisis absoluta. Esto no sucede de la noche a la mañana. Paso a paso se han ido perdiendo respeto, empatía, educación. Y sin formas no hay fondo.

¿Qué cualidades hacen falta para sobrevivir en el periodismo político?

Hay que tener los pies muy en la tierra. Claro, la experiencia es un grado. Es muy difícil criticar si eres íntimo amigo de alguien. Yo tengo amigos políticos que les duele si los critico.

La única norma que he tenido cuando he estado en las teles o en la radio es no decir nunca algo de una persona que no le pueda decir a la cara. Es decir, no ampararme en la fuerza que te da un micrófono o una cámara. Por eso soy tan contenida.

La protagonista de su última novela dice: “Las dudas, los titubeos son imperdonables en el medio audiovisual. Quizá algún día se elogie el titubeo, la duda, no poner una opinión instantánea sobre todas las cosas. Pero sospecho que no sucederá nunca”.

En los medios se necesita la fuerza de la juventud, un poco de adanismo, un poco de creerte que lo que dices va a revolucionar el mundo. Por eso no puedo competir con los jóvenes que son rápidos, rotundos, firmes, lo tienen todo muy claro.

Yo, a medida que pasa el tiempo, tengo más dudas. Titubeo ante lo que está pasando. No soy todóloga y cuando no sé de algo me callo. Por eso quiero escribir, porque tengo tiempo para pensar. Además, quiero hacer un elogio de la lentitud, del reposo y el sosiego.

Usted ha dicho que está cansada de opinar.

Sí. Nunca me ha gustado opinar. Cuando empezaron las tertulias no opinábamos. Comentabas la información que tenías de las fuentes, pero nunca decías lo que había que hacer. Y esto ha ido derivando. He seguido tiempo de más, pero como digo, me he quitado del orfidal, me he quitado de fumar y me estoy quitando de las tertulias (se ríe).

Los años dan perspectiva y sabiduría, ¿no?

Pues a algunos sí y a otros los vuelven insoportables. Yo he trabajado mucho para ser una vieja tratable, que aporte algo. He tenido la suerte de haber conocido a personas muy mayores con sabiduría, Rita Levy, Emilio Lledó…

Enrique Míret Magdalena tenía 90 años cuando lo entrevisté. Aparte de hacer yoga, cruzar las piernas y levantarse del suelo sin apoyar las manos, era tolerante. Un sabio. Me gustan los viejos sabios y activos.

Este 2025 ha recibido el Premio Maga de Magas a mejor trayectoria.

Este 2025 ha recibido el Premio Maga de Magas a mejor trayectoria. Esteban Palazuelos

¿Qué opina de las noticias falsas, las fake news?

Voy a poner un ejemplo. El otro día, cuando hablaba con unos colegas de un asunto político, conté algo que sabía de una buena fuente. Y de repente, dudé. Es lo que más me duele en este momento, desconfiar hasta de mis propias fuentes. Pensar que, a lo mejor, le han mentido a él también. Es un mundo que titubea y no sé cómo vamos a ser capaces de volver a recuperar la cordura, no solo en periodismo sino en todo.

Tengo esperanza en las nuevas generaciones. Cuando hay tiempos difíciles, siempre uno se pone a la altura de las circunstancias que le toca vivir. Por ejemplo, no es que los políticos de la transición fueran gente extraordinaria, es que el objetivo era tan importante que dejaron de lado sus propios intereses y lograron ponerse de acuerdo.

Cuando usted trabajaba no se valoraba la conciliación laboral.

He tenido la suerte de disfrutar ejerciendo mi trabajo y he tenido también el privilegio de que el padre de mis hijos sí conciliaba. Se ocupaba de nuestros hijos y cubría los frentes que yo no podía. Me ayudaba en todo y yo lo admiraba. Alguna crítica recibí por no ser una madre entregada a la causa.

¿Y tenía algún sentimiento de culpabilidad?

Sí. Era doloroso cuando mis hijos eran pequeños y se agarraban a mi pierna para que no me fuera a trabajar. Pero también he dejado viajes por mis hijos y me alegro muchísimo.

Yo me acuerdo cuando en agosto estaba dentro del mar y daba las gracias al empresario que me pagaba en ese momento. Decía, qué suerte tengo de tener vacaciones pagadas.
Siempre me he comparado con los que tenían menos, nunca con los que tenían más. Eso me lo enseñó mi padre.

Decía Manuel Vicens que usted era una chica libre que se bebía a la noche y que ha hecho todo lo que le ha dado la gana.

Sí, pero tenía 20 años. Esa chica libre que se bebía a la noche ahora es diurna y casi abstemia.

A finales de los 70 y 80, hubo un cierto desmadre, unas ganas de vivir, de experimentar Fueron años de liberación sexual… ¿Qué importancia tuvo para usted?

Fue muy importante liberarnos de prejuicios. Para las mujeres de mi generación, que es la del 68, fue una liberación no solo sexual, sino también estética y vital. Nuestros ídolos eran Simone de Beauvoir, Doris Lessing, actrices como Jane Fonda, incluso las Panteras Negras.

Eso, durante un tiempo, funcionó muy bien. Pero la libertad, si no la defiendes y cultivas, se pierde. Ser libre no es hacer lo que te da la gana. La libertad es hacer uso del poder de mejorar tu vida, de conseguir tus objetivos. Si tus objetivos son beber, desnudarte y drogarte, me parece que son objetivos equivocados.

Tras más de 50 años de trabajo ininterrumpido, su estilo sigue impactando.

Tras más de 50 años de trabajo ininterrumpido, su estilo sigue impactando. Esteban Palazuelos

¿Ha sufrido discriminación y acoso?

Lo veo como algo lejano. Si lo analizas retrospectivamente, te das cuenta de que había y, evidentemente, te discriminaban. Pero, si tienes 20 años y estás haciendo lo que te gusta, te pones el mundo por montera. Hoy en día se tiene que denunciar. Antes, si lo denunciabas eras una loca.

En su obra suele haber expectativas incumplidas, desengaños, ocultaciones. Nada es lo que parece.

Es verdad. Me he pasado la vida desmontando apariencias. Es mi oficio, tanto en la realidad como en la ficción. Es una incitación a que no nos dejemos llevar por las apariencias, a que no nos creamos las cosas que nos dicen, la fama, los falsos prestigios…

¿Qué le gustaría hacer que no haya hecho?

Me gustaría disfrutar de lo que he hecho. Es fantástico. No aspiro a hacer más de lo que he hecho, porque no creo que consiga hacer algo mejor a estas alturas. Tampoco busco tener mucho dinero ni objetivos materiales. Al contrario, estoy quitándome de cosas.

Quiero seguir escribiendo y publicando, y dejarles esa buena herencia a mis hijos, que es lo que digo siempre, la almohada rellena de buenos recuerdos.

Terminaba sin preguntarle por el premio Maga de Magas.

El nombre es maravilloso. Recibir un premio a toda una vida en este momento de plenitud es un orgullo absoluto y compartirlo con quienes lo han ganado hasta ahora todo un lujo.

Estoy profundamente agradecida a Magas, a Cruz, a Charo, y a todo el jurado que me ha escogido entre muchas que tenían más méritos. Pero yo he tenido suerte y la suerte me acompaña en este momento de mi vida.