
Mónica Aránguez, en su centro en Madrid.
Mónica Aránguez, la experta que tatúa las areolas a mujeres tras la mastectomía: "Las ayuda a volver a ser ellas"
La especialista en micropigmentación reconstructiva hace una labor importante tras el tratamiento de cáncer. Una de sus pacientes da testimonio.
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Muchas de vosotras a buen seguro habréis oído hablar de la micropigmentación. El microblading de cejas está muy de moda y también otras técnicas de maquillaje semipermanente, pero quizá la faceta reconstructiva de esta especialidad no sea tan conocida. Es de gran ayuda para pacientes de cáncer y también para aquellos que hayan sufrido quemaduras en la piel o padezcan alopecia.
Mónica Aránguez es experta en ello y recibe a Magas en uno de sus centros, ubicado en Madrid, para explicar con detalle en qué consiste y los efectos beneficiosos a nivel emocional que produce. Tiene 33 años, nació en la capital y estudió estética por casualidad, sin imaginar la importante labor que desempeñaría en un futuro.
Cuando empezó a tener contacto con la micro reparadora atendió a pacientes oncológicas que recurrían a ella para recuperar sus cejas tras la quimio y reconoce que le resultaba muy duro: "El índice de supervivencia no era como el de ahora. Acababa llorando si había alguna pérdida y me costaba encajarlo, así que lo dejé un poco de lado para centrarme en la parte más de imagen personal".

Monica, en una de las cabinas donde trabaja.
En 2020, al fin, abrió su negocio, en plena era post-Covid. "Empezaron a llegarme muchas personas con alopecia integral, una enfermedad que se había disparado tras el encierro. Pierden las cejas, en muchas ocasiones las pestañas y quieren recuperarlas visualmente en cierto modo. También venían personas en tratamiento por cáncer, a las que los médicos muchas veces derivan a centros como este. Empecé a investigar sobre ello y fue entonces cuando cambié el chip y dejé de verlo con tristeza. Ahora me encanta ayudar con mis propias manos", reconoce.
Mónica no quiso quedarse solo con tatuar cejas y marcar los ojos para devolver ese buen aspecto a sus clientas y contribuir, por tanto, a mejorar su autoestima durante y después de la quimio. Dio un paso más: 'devolver' las areolas a mujeres que habían pasado por una mastectomía. "Es un trabajo complicado, muy artístico, que lleva su tiempo de formación", asegura.
"Tiene que pasar un año desde la última cirugía en el pecho para poder trabajar en las areolas, porque hay que esperar a que se recupere la piel y esté sana. Al final, con la micro provocas una pequeña herida", nos explica Aránguez. Llegado ese punto, son muchas las personas que acuden a ella para recuperar una parte muy importante de su cuerpo que, en cierto modo, pone un punto y final al duro proceso médico que han enfrentado. En algunos hospitales, son las enfermeras las que se encargan de esta tarea, pero parece lógico pensar que es mejor acudir a expertos en la materia.

La experta, trabajando en su consulta.
Mónica se emociona al hablar de la satisfacción que le produce ayudar a las pacientes oncológicas y comparte algunos testimonios de las mismas: "Una, tras tatuarse las areolas, me dijo que había vuelto a hacer topless y que volvía a ser ella misma. Otras me aseguraban que habían recuperado su identidad o que al fin habían logrado ponerse desnudas delante de su marido".
Magas ha hablado personalmente con Cuca, que pasó por el centro de Mónica hace ya un tiempo y cuya vida ha dado un giro muy positivo. Tiene 58 años y sufrió cáncer de mama en 2013: "Entonces no me extirparon el pecho, pero en 2018 tuve una recaída y decidieron hacerme una mastectomía bilateral por el riesgo que conllevaba. Una vez acabado todo el proceso, en el que te colocan unos expansores para dilatar la piel para luego poder ponerte las prótesis, decidí tatuarme las areolas. Había pasado más de un año, y me encontré con que en la Fundación Jiménez Díaz, donde me trataban, no lo hacían".
Allí la derivaron a tatuadores solidarios, pero nadie la llamó porque estábamos en época de pandemia y muchos habían cerrado o ya no hacían esta labor altruista. Finalmente, a través de una compañera de dragon boat (deporte de remo originario de China muy recomendado para supervivientes de cáncer de mama) conoció a Mónica Aránguez y fue a su centro. "Cuando me lo hizo me emocioné mucho y se me saltaron las lágrimas, porque el cambio es brutal. De algún modo es como cerrar un círculo. Ya te ves completa, cosa que antes no sucedía", confiesa.
La micropigmentación reparadora no es permanente, así que ese dibujo necesita repasarse con el tiempo. El tiempo depende del tipo de piel. ¿Qué ventaja tiene sobre los tatuajes tradicionales? La experta lo explica: "Usamos pigmentos más ligeros y se trabaja en una capa más superficial, lo que hace que el cuerpo tarde menos en eliminarlo. Pero es mucho mejor, porque siempre se puede mejorar. La piel cambia con el paso del tiempo y la prótesis, por ejemplo, va bajando y la areola también. La micro te permite corregirlo porque las técnicas van evolucionando, los diseños, los colores... Cuando se cae el pecho, el pezón queda muy abajo, y con esta técnica se puede actualizar".
Lo mismo sucede con las cejas, también se pueden modificar. Muchas pacientes de cáncer van antes de empezar la quimio para fijarlas y luego, cuando se va perdiendo densidad, se recurre a la técnica pelo a pelo para rellenar. "También se pierden las pestañas en muchas ocasiones y hacemos una línea a ras del párpado para marcarlo y que no se vea el ojo tan desnudo", asegura.
Al final, la micro reparadora forma parte del tratamiento integral de esta enfermedad, "porque verse bien y reconocerse es importante y mejora el ánimo. Eso ayuda a salir de un pozo, no solo para las personas que están enfermas, para todo el mundo en general", concluye.