
Nuria March, junto a su invitada, Alejandra Martos.
Alejandra Martos, la hija de Raphael que restaura obras en el Thyssen: "No rejuvenecemos el cuadro, lo conservamos"
Quiso ser bailarina, pero acabó dejándolo para dedicarse al arte. Discreta pese a su apellido, confiesa que de sus padres ha aprendido el valor del esfuerzo.
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A pesar de haber estado rodeada de fama desde pequeña, Alejandra Martos decidió labrarse una vida fuera de los focos y centrada en el mundo de la restauración artística. Esta semana, en el pódcast En Marcha con Nuria March cuenta los detalles de este oficio silencioso con el que ha podido codearse con tesoros de siglos pasados y su función de cuidado de las obras para que puedan seguir disfrutándose en el futuro.
Tras más de 25 años de trayectoria profesional y desde 2004 desempeñando este oficio desde el Museo Thyssen-Bornemisza, comienza este episodio respondiendo a la pregunta: "¿Cómo ha sido restaurar una obra de Carpaccio?". Ella introduce primero el tema: “No es uno de los artistas más conocidos por el público general, pero sí es un gran artista del Renacimiento veneciano”.
Y añade un detalle sobre uno de sus grandes cuadros, que está alojado en el museo: “Es uno de los primeros retratos de cuerpo entero que existen en el mundo y está lleno de simbología”. Martos se sincera con Nuria y cuenta cómo restaurar esa obra ha sido una de las experiencias más memorables que ha vivido desde que empezara con esto antes de la pandemia.

La restauradora ha explicado ante los micrófonos detalles de su trabajo.
"Se proyectó como una restauración de cara al público, se acondicionó una de las salas del museo para que la gente pudiese pararse delante de una gran cristalera que fabricamos para que nos vieran en acción, en vivo. Todo eso hizo que se convirtiera en algo muy íntimo”, asegura.
En cuanto al trabajo en sí, explica que todo comienza con una primera fase en la que la documentación juega un papel crucial.:“Siempre hago una pequeña similitud con la medicina. En el museo tenemos la suerte de contar con un laboratorio integrado en el taller”.
Entonces, ¿la restauración implica muchos tratamientos? Ella revela que “la limpieza es lo más visible, lo que más puede apreciar la gente”. A pesar de ello, confiesa: “Nuestro trabajo en realidad es muy de puertas para dentro, trabajamos entre bambalinas”.
¿Alejandra crea o preserva? La invitada habla con claridad: “Nosotros no somos los artistas, son los creadores de los cuadros. Estamos para ayudar a la conservación de las obras para que duren lo máximo posible en el tiempo”. La restauradora lanza un mensaje sobre lo crucial de su labor: “Es importante conservar el patrimonio para que las generaciones futuras también puedan aprender de ellas”.
Martos ha cosechado una gran cantidad de anécdotas en el museo desde su trabajo “en la sombra” y destaca entre aquellas restauraciones que le han resultado más especiales. Una es La ninfa de la fuente de Lucas Cranach: “Le tengo especial cariño porque fue la primera obra maestra que tuve la suerte de restaurar en el Museo Thyssen-Bornemisza”.
¿Se da cuenta de si está bien restaurado un cuadro? Nuestra invitada cuenta y aclara los criterios que se deben seguir: “Hay una corriente anglosajona en la que tienden a hacer limpiezas exhaustivas; nosotros en Europa somos un poco más prudentes con el paso del tiempo”.
Además, se posiciona acerca de su visión sobre cómo tendría que ser este oficio: “La restauración no es rejuvenecer un cuadro y hacerlo parecer nuevo. El lienzo tiene unos años, una historia, los materiales envejecen, otra cosa es lo que hagamos para que su conservación sea mejor”.
Por ello, tal y como le dice a Nuria: “Tendemos ahora a lo que llamamos una conservación preventiva más que una restauración a fondo”. Otro tema que resalta la anfitriona del pódcast, mencionando a uno de los invitados anteriores, Carlos Urroz, es cómo viajan las obras desde un museo a otro. “Nadie se imagina la cantidad de gente que trabaja para que esto suceda", dice Alejandra.
Nacida en el seno de una familia de artistas, teniendo como referentes a su madre, Natalia Figueroa, y a su padre, el cantante Raphael, Alejandra Martos siempre soñó con ser bailarina: “Fui muy consciente de que no iba a llegar y lo dejé como una gran afición, estaba claro que iba a terminar en el mundo del arte”.
Para finalizar este episodio, reflexiona acerca de la vida personal y la educación que ha recibido: “Nos enseñaron desde pequeños el valor del esfuerzo y el trabajo, eso lo hemos visto en mi padre y en mi madre, es el mejor ejemplo que hemos tenido. Tú puedes ser hijo de quien seas, pero te lo tienes que trabajar”.