
Ilustración realizada a partir de uno de los retratos que pinta Omari Maynard; en el centro, una mujer embarazada; a la derecha, la esposa del artista, Shamony Makeba Gibson.
¿Por qué mueren más mujeres dando a luz en EEUU? El caso de Shamony Gibson y las casi 700 madres fallecidas al año
2024 cerró con una media de 19 muertes por cada 100.000 nacimientos, un aumento frente a los 18,6 de 2023 que ha sembrado la alarma de los expertos.
Más información: La falta de atención postparto hace que el suicidio sea la principal causa de muerte en mujeres en periodo perinatal
Shamony Makeba Gibson tenía 30 años el día que falleció. Era 2019. La vida acababa de sonreírle con el nacimiento de su segundo hijo en un hospital de Brooklyn, en Estados Unidos. Los meses previos habían transcurrido con normalidad, y el parto había sido por cesárea. Kari nació radiantemente sano, como ella lo estaba hasta que dos semanas más tarde llegaron los primeros dolores en el pecho y los problemas para respirar.
Tras múltiples visitas al médico, la joven falleció a causa de una embolia pulmonar. Ella ya no puede contar su historia, pero su esposo, Omari Maynard, se asegura de hacerlo a través del arte. Los lienzos fueron su sanación durante el duelo: pintaba retratos de su mujer para no olvidarla. Un día, comprendió que su terapia podía ser la de otras muchas familias que habían perdido a sus madres mientras estas intentaban serlo. Comenzó a pintar para ellas. Y creó todo un movimiento.
Maynard desearía no haber tenido que dibujar tantos rostros. Pero lo hizo, porque lo que ocurrió en su familia no es un caso aislado: Estados Unidos tiene una tasa de mortalidad materna que supera con creces la media de los países desarrollados agrupados en la OCDE. Según informes de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades, en 2024 se produjeron 19 muertes maternas por cada 100.000 nacimientos, frente a la media de 18,6 del año anterior.
Las cifras de EEUU
El país de los 50 estados contabilizó el año pasado 688 defunciones producidas durante el embarazo o poco —hasta 42 días— después de dar a luz. Esta cifra representa un aumento respecto a las 669 muertes de 2023, pero una disminución con respecto a 2022 y 2021, cuando se registró el pico más alto en más de 50 años.
En 2024, se registraron 688 muertes en el embarazo o después del parto, una media de 19 por cada 100.000 nacimientos.
Centers for Disease Control and Prevention
La mayoría de los casos, según los informes de los CDC, se relacionaron con afecciones presentadas en el momento del parto, como hemorragias, infecciones y obstrucciones de los vasos sanguíneos. Las muertes se dispararon durante la pandemia de COVID-19, dados los riesgos adicionales que el coronavirus supuso para las mujeres embarazadas.
La mortalidad materna es un desafío del que la Asociación Médica Estadounidense (AMA) lleva años alarmando. Ya en 2023, antes de que se produjera este incremento, sus investigadores publicaron el estudio Tendencias en la mortalidad materna a nivel estatal por grupo racial y étnico en Estados Unidos, elaborado a partir de datos del registro civil y del censo de 1999 a 2019. El primer año se registraron 505 fallecimientos. El último, la cifra se disparó a las 1210.
Si se mira más allá de las causas directas entra en juego el factor de la dificultad de acceso a la atención médica, que preocupa al 45% de los estadounidenses, según un estudio de Gallup-West Health en el que se destaca cómo, pese a que la población gasta más dinero en atención sanitaria per cápita que la de cualquier otra nación desarrollada, casi la mitad ha tenido dificultades para pagar tratamientos debido al costo.
El documento también señala que hay mayores brechas de asequibilidad para ciertos grupos demográficos, lo que coincide, precisamente, con las investigaciones de la AMA, que confirman la existencia de amplias disparidades raciales en los índices de mortalidad materna: las mujeres negras tienen más probabilidad de fallecer dando a luz frente a las mujeres blancas.

Shamony Makeba Gibson tenía 30 años y estaba "completamente sana" el día en que falleció. Web oficial de ARIAH Foundation
“La moraleja para los médicos en EEUU es que esto sigue siendo un problema grave”, afirmó el doctor Gregory A. Roth, profesor asociado de medicina y cardiología en la Facultad de Medicina de la Universidad de Washington en Seattle. “Aunque el número de muertes es bajo, nos dice algo sobre cómo las mujeres embarazadas pierden acceso a aspectos importantes de su atención médica”.
El especialista reclama "financiación y mejores intervenciones para garantizar ese tipo de atención universal coordinada que deseamos que las personas tengan en el cuarto trimestre. Además, la coordinación de la atención posparto es una oportunidad perdida en muchos lugares del país. Una mejor atención y el acceso a la atención primaria, no obstétrica y de salud mental posparto juegan un papel importante en la reducción de las tasas de mortalidad materna”.
Una crisis global
Norteamérica es, tal como confirman las estimaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) a partir de los datos más recientes de 2023, la única región del mundo en la que la mortalidad materna aumenta a pesar de su considerable gasto en salud. Pero no por ello es la única que preocupa. En Latinoamérica, se estiman 7.200 muertes cada año por complicaciones derivadas durante la concepción.
La cifra, que supone un descenso del 16,8% con respecto a 2022, se desglosa de la siguiente manera: 4.400 de las muertes se produjeron en Suramérica, donde el descenso fue del 13,1%, 1.500 en Centroamérica, con una bajada del 35,4% con respecto a principios de siglo, y 1.200 en el Caribe, un 2,3% menos que en el año 2000.
Al otro lado del continente, en Europa, el mismo informe de la OMS subraya que el riesgo de que una mujer fallezca a lo largo del proceso de maternidad es de una por cada 11.905, frente a la media mundial de una por cada 272. En 2023, fueron 450 las mujeres que perecieron, 62,7% menos que las que se cuantificaban a principios de siglo, cuando la cifra ascendía a las 1.400.
210 de ellas —casi la mitad— vivían en Europa Oriental en el momento de defunción. En Ucrania, los datos del Banco Mundial revelan que, por cada 100.000 nacimientos, 197 madres fallecieron en 2023. Son menos que las que lo hicieron en 2021, cuando el país tuvo un preocupante pico de 242 casos tras más de 30 años de tendencia descendente.
En España, la mortalidad materna es de 13,76 fallecimientos por cada 100.000 nacidos vivos, según un estudio del Grupo Español de Seguridad Obstétrica (GESO). La estimación es significativamente mayor que la oficial proporcionada por el INE, que es de 3,26. Una disparidad que, explican desde la GESO, podría deberse "a la infraestimación en el dato oficial", así como a que "las muertes por COVID de las embarazadas durante la pandemia no rezaron como muertes maternas".
Más allá: Asia y África
La tragedia de las muertes maternas y neonatales tiene su epicentro en África y en parte de Asia. Allí, más de la mitad se producen por causas prevenibles relacionadas y "el 60% ocurre en contextos de conflicto o fragilidad extrema”, subraya Blanca Carazo, responsable de Programas Internacionales en Unicef. El foco está en lugares como Sudán del Sur, Uganda, República Democrática del Congo o la Franja de Gaza, donde no solo falta personal médico, sino también condiciones básicas de vida.
Los datos de Médicos Sin Fronteras corroboran este fenómeno. En algunos de los países más vulnerables del planeta, sus equipos son la única opción para recibir atención durante el parto. En 2023, la organización atendió más de 300.000 nacimientos en contextos de emergencia.
La ausencia de matronas, enfermeras o médicos especializados se combina con otras carencias estructurales que se agudizan en el caso de las personas desplazadas y refugiadas, sometidas a un dramático contexto de "hacinamiento, problemas de identificación personal y mala higiene". Carazo alerta del "déficit alarmante de atención prenatal, de vacunación infantil, de acceso al agua potable o a una alimentación adecuada" en las zonas de conflicto.

Una enfermera asiste a una embarazada en Uganda. Archivo de Unicef
En esos contextos, el nacimiento no es una celebración, sino una carrera de obstáculos que muchas no logran completar. Los bebés también corren un riesgo extraordinario, no solo durante su concepción, sino también en sus primeros años de vida: "La desnutrición se relaciona con el 45% de los casos de mortalidad infantil", asevera.
"Podrían haberse evitado"
Blanca Carazo explica que "muchos niños y madres siguen muriendo por causas que podrían prevenirse en todo el mundo" de contarse con los fondos necesarios. Así lo han defendido durante décadas las organizaciones humanitarias en terreno, que trabajan para reducir estos números detrás de los que, recuerda Omari Maynard, se encuentran personas como su esposa.
"Nos encontramos en un escenario de recortes significativos en la ayuda al desarrollo. Sin ellos, no es posible avanzar".
Los últimos informes de Unicef, pese a todo, invitan a la esperanza: el estudio Tendencias de la mortalidad materna, publicado con motivo del Día Mundial de la Salud, muestra un descenso mundial del 40% de las muertes maternas entre 2000 y 2023, debido en gran medida a la mejora del acceso a los servicios sanitarios esenciales.
Aun así, el ritmo de mejora se ha ralentizado desde 2016, y se estima que 260.000 mujeres murieron en 2023 por complicaciones derivadas del embarazo o el parto, lo que equivale aproximadamente a una muerte materna cada dos minutos.
Desde la organización insisten en la necesidad de no bajar la guardia en un contexto de "recortes significativos de los fondos destinados al desarrollo", imprescindibles para garantizar la atención a las madres y sus pequeños en contextos marginales.
Sus familias no olvidan
La historia de Shamony Gibson podría haber sido otra, pero, como ella, cientos de mujeres pierden la vida cada año cuando intentan darla. Desde EEUU, su marido decidió que dedicaría su activismo a las mujeres BIPOC —negras, indígenas y personas de color, por sus siglas en inglés— a través de la Fundación ARIAH, una iniciativa que combina arte, sensibilización y creación de grupos de apoyo para ayudar a las familias afectadas.
En su caso, a través de la organización, "queremos humanizar las cifras de la epidemia de salud materna en nuestro país. Poder compartir nuestra historia y conectarnos hace que este mundo sea mucho más pequeño. Cuantas más voces se escuchen, más gente sabrá que hay un problema. Y necesitamos una solución real", reivindica el artista.

A la izquierda, retratos de la familia de Omari Maynard y dos de las decenas de madres a las que ha pintado desde 2019; a la derecha, el artista en su estudio.
En los últimos años, Maynard ha pintado más de medio centenar de retratos y sus exposiciones han llegado a lugares tan simbólicos como el Capitolio estadounidense. Su proyecto —que ha viajado hasta la gran pantalla con el documental Aftershock, realizado por ABC News y disponible en Hulu— es un llamamiento al recuerdo de estas madres.