Elena Benarroch y Yael posan en el taller de esta última.
Elena Benarroch y su hija Yael: el relevo generacional peletero que une a Isabel Preysler con Kylie Jenner y los raperos
Las diseñadoras reflexionan sobre el cambio del sector y repasan su pasado, presente y futuro.
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Son las 11 de la mañana en pleno barrio de Malasaña. La pequeña calle El Escorial número 22 alberga con discreción y sin ruido un taller-tienda que esconde historias y secretos. Yael Barnatán (49 años) y su madre, Elena Benarroch (69) reciben a Magas. La emblemática peletera desliza con una media sonrisa que viene a la cita con agujetas de hacer ejercicio.
Esta diseñadora nacida en Tánger es la mujer que revolucionó el sector de la peletería hace más de cuatro décadas con sus propuestas atrevidas y novedosas, adorada por la beautiful people, los artistas y los políticos. ¡Ay, si hablaran esas reuniones en su casa con grandes amigos como Felipe González, Pedro Almodóvar, Miguel Bosé o Zapatero! A lo largo de su trayectoria, Elena Benarroch ha recibido importantes premios y ha navegado más allá de la piel, con prendas de otros materiales, joyas y hasta un perfume.
En ese ambiente privilegiado creció su hija, también entre los patrones y pieles de su atelier, y no parece extraño que haya seguido su legado. Aunque a su manera. Esta es una conversación con dos mujeres que dicen ser muy distintas, pero que tienen en común la pasión y la fuerza. Un relevo generacional que queda plasmado en la firma Elena Benarroch by Yael, con prendas llenas de color, reversibles y con patrones vanguardistas.
Madre e hija comparten su pasión por la moda y el diseño.
Elena, que es una institución en el panorama social español, dejó el negocio hace tiempo. Se nota en sus palabras cierto hastío por la transformación que ha sufrido el sector; Yael ha tomado su testigo, adaptándose a los nuevos tiempos y liderando su propia revolución.
Trabaja con pieles de stock, las moldea a su gusto para crear diseños irrepetibles. Ha triunfado en Nueva York, donde ha estado diez años y ha vestido a celebrities como Kylie Jenner, Khloé Kardashian y a raperos de la talla de Future y Lil Yachty. Antes que ella, su madre también conquistó la Gran Manzana en los 80. Era lo más de lo más, y en España Isabel Preysler ha sido la mejor fan de sus abrigos.
No solo de peletería vive el dúo Benarroch-Barnatán. Ropa, joyas, cocina, un grupo de amigos importantes cuyos secretos guardan con celo, familia… y mucho más. Desvelamos retazos de su inmenso universo.
Este relevo generacional puede parecer natural, ¿era lo que tocaba?
Elena: No, no era nada previsible, porque mi hija ha sido bastante imprevisible toda su vida. Nunca sé si va a estar aquí, si va a vivir en Buenos Aires, París o Nueva York, donde ha estado diez años. Así que ha surgido sin más, y es genial. Pero Yael no sigue mi negocio porque ella lo lleva a su manera, digamos. Claro que parte de una base y unos conocimientos que ha tenido desde que nació, pero ahora nadie interviene en su labor.
Yael: He estado muchos años viviendo en el taller de mi madre, viéndolo todo y aprendiendo. También participando, porque hacíamos muchos diseños juntas. Ahora, después de una década en Nueva York, volver a Madrid con mi taller-tienda me resulta muy divertido. No tiene nada que ver, es otra velocidad y otra creatividad diferente.
Elena, fuiste una auténtica revolucionaria de la piel, Yael sigue su propio camino. ¿Tenéis maneras muy diferentes de trabajar?
E: La revolución absoluta sí la hice yo, por supuesto, pero ella sigue evolucionando permanentemente. Te diré que soy mucho más perfeccionista que ella en lo que se refiere a la prenda terminada. Modernicé muchísimo el abrigo, pero Yael es mucho más atrevida al trabajar con las pieles. ¡No le importa nada!
Y: ¡Sí me importa! (se ríe). A mí me divierte hacer realmente lo que quiero, sin pensar en que algo no se puede llevar a cabo en piel. Sí es posible, y yo lo estoy haciendo. Trabajo con restos de stock, mezclando colores, piezas… Eso en los abrigos que hacía mi madre era impensable. Yo lo junto todo y salen cosas geniales.
Los precios también son diferentes…
E: ¡Claro! Todo se paga, porque cuando tú tienes a una persona haciendo un abrigo y tiene que clasificar 300 visones para sacar 60, que es lo que lleva, eso son horas de trabajo que aumentan el coste. Dentro del concepto de Yael es que sean más baratos que los tradicionales. Yo le digo que son más trapo, en el buen sentido.
Y: Lo que estás pagando aquí es un patrón, una idea, que es una prenda única y de calidad, pero hecha de otra manera.
Elena Benarroch es todo un icono dentro del sector.
¿Cómo veis la evolución de la peletería?, ¿hay mitos que desterrar?
Y: Creo que ahora está volviendo la piel y se vuelve a poner de moda. Yo he intentado darle un enfoque desde el reutilizar y transformar lo que ya hay, que no es nada fácil, pero me encanta. No compro nada de material.
E: A mí lo de transformar también me divertía. En cuanto a la evolución, esta industria de la piel se la han cargado los ecologistas, que es un movimiento de protesta que está pagado y eso hay que decirlo. La gente que sale a la calle sin ropa y con un cartel que pone "desnuda, mejor que con pieles", está pagada. Nadie lo quiere contar, porque no es noticia. Ya no hay pieles en la calle, la gente tiene miedo…
Pero vuelven a estar presentes en las pasarelas para este 2025.
Y: Es que la alternativa de la piel sintética es una gran mentira, porque contamina muchísimo. Un abrigo de piel natural bien cuidado te puede durar 50 años. El plástico, aparte de que destruye el medioambiente, es malísimo para tu piel, para todo…
E: Es una vergüenza directamente.
Tenemos la idea de esas señoras tradicionales con abrigos de visón, ¿cómo es la clientela actual?
Y: Pues, mira, las chicas de la edad de mi hija, de 17 y 18 años, se vuelven locas con el pelo y se lo prueban todo. Les encanta.
E: Es que como prenda es muy atractiva. Yo siempre dije que hacía diseños de piel para gente a la que no le gustaban las pieles, igual que pasaba con las joyas.
Yael Barnatán, cosiendo una de sus prendas.
Elena, tu primera prenda fue un jersey de visón rosa, lo que en su momento ya era trasgresor, y has sido la peletera de la 'beautiful people'. ¿Quién ha sido tu mejor clienta?
Todo el mundo lo sabe: Isabel Preysler. Aunque he tenido muchas asiduas con las que mantengo una gran amistad. Y me echan muchísimo de menos, porque les solucionaba la vida no solo con los abrigos, también con la ropa. Pero la verdad es que yo no echo nada de menos el trabajo. Me gusta viajar, cocinar, jugar a las cartas… y ya paso de todo (ríe).
Yael, tú has vuelto a Madrid, pero antes has arrasado en Nueva York. ¿Qué celebrities han caído rendidas a tus prendas?
Pues tengo un filón en los raperos. Me han ayudado mucho, porque les encanta la piel. Y los cantantes de reguetón también están cayendo. He hecho cosas para Bad Gyal y otros dos personajes más que aún no puedo decir, pero que van a salir. También para Kylie Jenner, cuando era más jovencita. Me divierte muchísimo. Mi madre y yo hemos vestido a mucha gente, como a Rosario.
¿Te manejas bien con los encargos?, ¿te pliegas bien a lo que te piden o al final haces lo que te da la gana?
Bueno, a veces vienen y quieren hacer algo que no se puede y entonces sí lo digo. La verdad es que las clientas suelen ser muy receptivas a lo que les enseño y no ponen trabas.
Elena, ¿hay algo que te hubiera gustado hacer en tu profesión y no has llevado a cabo?
No, yo estoy orgullosa de todo lo que he hecho y creo que no me ha quedado nada por hacer, aunque siempre se puede seguir evolucionando. Tenía muy claro cuando empecé que no me gustaba lo que había y que quería crear algo nuevo. Y lo conseguí.
¿Se viste mejor ahora que antes o se ha perdido algo de glamour?
Mejor y yo creo que Zara ha hecho una gran labor y ha educado a la gente en el vestir. Nada más pasar por sus escaparates ya aprendes. Esa oferta ha ayudado mucho.
Isabel Preysler, Kylie Jenner y el rapero Future con prendas de piel de Benarroch y Yael.
¿Qué pasa con tus memorias, Elena, que has dicho en más de una ocasión que las tenías escritas pero nunca llegan?
Pues no sé si voy a conseguir publicarlas. Ahora estoy detrás de un editor porque quiero hacer un libro de cocina y anécdotas y no hay manera de que me ayude. A mí, si no me lo dan un poco masticado, nada. No soy editora, ni escritora, la literatura es muy respetable, no se puede escribir cualquier gilipollez. Hay que hacerlo bien. Es la editorial quien tiene que poner a alguien a que haga esas memorias y no veo interés ninguno en ello. No tengo ganas de perseguir a nadie.
¿Qué es lo que jamás contarías en ese libro?
En mi cocina ha habido reuniones muy importantes, muy políticas, con gente muy importante que jamás contaría. Soy muy consciente de lo que cuento y de lo que no. Podría contar mucho, pero hay que tener respeto por la gente que ha confiado en ti.
¿Y alguna anécdota más mundana?
Las fiestas en casa con Chavela Vargas, todos cantando. De esas hemos hecho muchas. Es una maravilla todo lo que he vivido, por supuesto, y un lujo. Mi vida ha sido un privilegio, he hecho lo que me ha dado la gana, lo que más me gustaba y he conocido a gente extraordinaria en todas partes, aquí en Nueva York, en París, Milán… En todas partes.
Y, ahora, Elena, jubilada y con agujetas…
Sí (ríe), por culpa de mi entrenador personal, porque me han dicho que tengo que hacer ejercicio. ¡Qué le vamos a hacer! Ocho de la mañana haciendo deporte, es una pesadilla.
¿Qué tal abuela eres?
E: Extraordinaria, la relación con mi nieto es muy especial.
Y: Sí lo es. Además, como hemos estado muchos años viviendo en Nueva York, ahora están recuperando el tiempo perdido.
¿Os parecéis y chocáis mucho como madre e hija?
E: No nos parecemos nada. Quizá en lo valientes y en que las dos somos hiperactivas.
Yael, ¿cómo se presenta 2025 a nivel profesional?
Seguir haciendo esto que me encanta y que se ponga de moda la piel y podamos continuar trabajando. Estoy encantada aquí en mi estudio, donde la gente viene con su cita y es un tiempo especial que le dedico a cada persona. Me divierte que sea personalizado y totalmente artesanal, esto es lo que a mí me parece que es el lujo de ahora; todo hecho a mano y a medida. Y también seguimos haciendo muchas cosas de vestuario para cine, que te permite recrear otras épocas. Además de trabajar con personajes famosos que es otro plus. Todas esas facetas conforman lo que me entretiene tanto.