La presentadora posa con su nuevo libro en la editorial.

La presentadora posa con su nuevo libro en la editorial. Cristina Villarino

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Luján Argüelles: "He renunciado al amor. Lo que los hombres de mi generación esperan de mí, yo no se lo voy a dar"

La presentadora publica su tercer logro, 'El regalo de Miranda', en el que habla de la crianza y de todo lo que su hija le enseña sobre la vida.

Más información: 'Claves para una maternidad estoica', el legado para que tus hijos sean adultos libres, según la presentadora Lorena García

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¿Hay alguien en la sala que no conozca a Luján Argüelles? Imposible. Ha presentado un sinfín de exitosos programas como Quién quiere casarse con mi hijo o Granjero busca esposa, sustituyó a Carlos Herrera en la radio con solo 26 años, ha trabajado con los grandes de las ondas, tiene su propia productora de televisión y, además, acaba de publicar su tercer libro. Se titula El regalo de Miranda (Plaza Janés 2025) en el que relata su viaje de maternidad y todo lo que su hija le enseña sobre la vida. 

Si hay algo que define a esta asturiana de 48 años es su naturalidad y su firme actitud ante la vida, fruto de un proceso de crecimiento personal por el que ha pasado y que cuenta con valentía. Recibe a Magas como niña con zapatos nuevos, con un ejemplar de su nuevo bebé literario que ya está en las librerías, dispuesta a hablar de todo y con claridad.

El año que acaba de empezar se presenta con muchas alegrías, porque prepara un emocionante programa de televisión con el que está absolutamente ilusionada. Pero lo primero es lo primero: acompañarla en su viaje a través de las 345 páginas de este libro, que no pretende ser una guía, ni contiene fórmulas perfectas, es simplemente su historia y la de Miranda. 

Luján Argüelles posa en las escaleras de la editorial días antes de la publicación del libro.

Luján Argüelles posa en las escaleras de la editorial días antes de la publicación del libro. Cristina Villarino

Luján, ¿por qué un libro sobre maternidad? Un tema a veces espinoso que genera muchas críticas. Fíjate en Cristina Pedroche...

Tenía una necesidad extrema de escribir sobre ello, porque es algo que vivo con absoluta naturalidad. Pero un día, en una entrevista con Carmen Fernández de Blas, surgió el tema del tipo de conversaciones que mantenía con mi hija al hilo de un proceso de crecimiento personal que yo había hecho. Aquello se viralizó, obtuvo millones de visualizaciones en TikTok. Fue ella la que me animó, porque le parecía bastante particular mi punto de vista sobre la maternidad, no es lo que comunmente se escucha.

¿A qué te refieres?

Al hecho de que una mujer reconozca que no se planteó la maternidad, llegó de sopetón y como un grandísimo problema de Estado para mí. Luego cómo viví el embarazo y los primeros meses de madre que fue... ¡uf! Parece que eso no es lo lógico, se cree que la maternidad es como un estado de éxtasis constante.

Y aún así, también reconozco que siento mucha culpa al recordar todo eso, porque hay un montón de mujeres que lo desean y lo luchan y no lo consiguen. Pero bueno, mi caso es otro, tengo mi propia vivencia. La llegada de Miranda a mi vida lo que supuso fue un enorme aprendizaje. El libro es un relato de todo lo que voy aprendiendo cuando tengo que ponerme al servicio de la educación de un ser humano.

Por tanto, ya no estamos hablando de maternidad, sino de cómo eres tú en el proceso de acompañamiento. A cuántos momentos de mi infancia tengo que ir, cuántos recuerdos tengo que repasar, cuántas cosas debo colocar cuando tengo que crecer, cómo la etapa adulta nos lleva a lugares superoscuros que de niños no teníamos. 

¿Qué es lo que más te ha sorprendido en este camino?

La sabiduría que poseemos cuando nacemos y que vamos perdiendo al crecer. Es eso que se llama proceso de domesticación del ser, se nos mete en carriles elegidos por otros y ahí perdemos brillantez, magia, felicidad, expectativas, ilusiones...

"Miranda ha venido a recordarme que la vida siempre acierta, porque para mí lo que era un problema de Estado se convirtió en un gran regalo"

"Todo lo que mi hija me han enseñado" se lee en la portada del libro... ¿Cuál ha sido la lección más importante?

Miranda ha venido a recordarme que la vida siempre acierta, porque para mí lo que era un problema de Estado y no sabía dónde colocarlo, se convirtió en el gran regalo. Esa es la gran lección que me ha dado y me dará muchas más. Ella también me recuerda que la vida es un crecimiento constante. Me doy cuenta de que tienes que evolucionar, reflexionar y meditar, porque tengo la responsabilidad de acompañarla de la mejor manera posible.

¿Siguen muy presentes los cánones de la 'buena madre'? Generalmente no son los mismos que los del buen padre...

Bueno, fuimos educadas en la importancia de realizarnos profesionalmente, de tener casa y coche pagado, de estudiar nuestra carrera, de la independencia, porque éramos hijas de madres que no tuvieron esa oportunidad. Entonces, la importancia de lo individual tomó tal nivel de trascendencia que nos olvidamos de lo colectivo, de la familia. 

Ser madre supone levantar el pie del acelerador en la vida profesional y aparcar determinadas cosas que has priorizado. Para mí tener una hija no era una prioridad. Y digan lo que digan, cuando sucede, todo salta por los aires. Yo he tenido toda la ayuda del mundo y más con Miranda, pero la maternidad conlleva mucha renuncia.

La presentadora, en un momento de la entrevista con Magas.

La presentadora, en un momento de la entrevista con Magas. Cristina Villarino

Uno de los capítulos del libro habla de la crianza de los hijos separados, como es tu caso. ¿Eres partidaria de las custodias compartidas?

Cada familia es un universo. Yo digo que somos un trío indivisible: Miranda, su padre y yo, vamos a estar eternamente unidos. No en el amor romántico, pero sí en la construcción de un relato, que es la vida de nuestra hija. Ahí cada uno tiene que ver lo que es mejor para ese niño que es producto del amor. En mi caso, aunque viniera sin esperarla, lo es.

Otra cosa es cómo nos despojamos de la culpa las mujeres, que debe ser abriendo conversaciones y no teniendo miedo por las opiniones de los demás, de los opinadores y de los haters

 "Los años los tenemos para algo, no solo para que te salgan arrugas, también para mirarte al espejo y decir: 'Sé quién eres'"

Miranda tiene nueve años, ¿cuál es la etapa que más te preocupa?

Lo que quiero es que se conozca, que camine cada paso que dé, que sepa por qué toma una decisión, que aprenda a aparcar un pensamiento negativo para colocar otro en su lugar y descargarse de basura. Todo eso es el secreto de la vida.

A mí me ha acarreado muchísimos disgustos, tristezas y llantos no saber qué me pasaba, qué ocurría dentro de mí. Analizando mi biografía era una chica de un pueblo de mil habitantes que llega a Madrid, que ha trabajado con Luis del Olmo y Carlos Herrera, que sale en la tele, que va a fiestas... Pero la realidad es que todo eso no acababa de encajar en mí. Por eso, es fundamental que Miranda adquiera ese autoconocimiento.

¿Cómo se produjo ese proceso de crecimiento personal para ti?

Sucedió durante la pandemia, yo llevaba mucho tiempo arrastrando todo eso en mi cabeza, pero me producía pudor y vergüenza ser descubierta. Esta situación se ataja con ayuda, determinación, coraje y valentía. Los años los tenemos para algo, no solo para que te salgan arrugas, también para dar un paso al frente y mirarte al espejo y decir: "Sé quién eres", no para salir a la calle y contarle a los demás lo maravillosa que soy.

La televisión es un medio bonito pero cruel. ¿Qué pasa cuando no te llaman, cuando te cancelan un programa por la audiencia?

A mí no me gusta darle mucha liturgia al tema. Igual si veo una rata me desmayo, pero no si me quitan un programa. Todos los trabajos tiene dificultades y el nuestro también y a veces es injusto, pero hay que mirarlo con perspectiva.

¿Abrimos el melón de la dictadura de la imagen y la juventud para las mujeres en la pequeña pantalla?

Bueno, ahí tienes la reciente polémica de Lalachus, una gran amiga con la que trabajé en Televisión Española en el programa Brigada Tech. No hay mucho más que decir, ojalá tuviésemos una de esas todas las semanas para que el tema esté encima de la mesa. La televisión es muy cruel en cuanto a la posición de las mujeres, pero vamos rompiendo barreras.

¿Cómo lo vivo yo? Pues siempre he sido presumida y me ha gustado verme monísima. A mis 48 estoy en mi mejor momento, nunca me he sentido tan bien como ahora. Si el señor que toma la decisión de si tengo que estar o no en la tele, no me ve monísima, el problema lo tiene él.

Luján Argüelles prepara, además, un nuevo programa para Mediaset.

Luján Argüelles prepara, además, un nuevo programa para Mediaset. Cristina Villarino

Una actitud muy estoica...

Bueno, lo que pasa también es que tengo una responsabilidad sobre mi vida. Estaré en casa frustrada, llorando y dándome cabezazos, porque hay un señor que considera que estoy muy mayor o que no le gustan las rubias si le doy validez y credibilidad. Una vez permití que un señor me convenciera de que yo ya no valía como presentadora y eso es responsabilidad mía. Ante esas cosas, tenemos que despertar y pasar a la acción.

Cambiando de tercio... Quizá algunos no sepan que estudiaste piano, ¿sigues tocando?

No. Acabé la carrera de piano con 16 años y daba conciertos y todo, pero ahora me siento una simple aprendiz en la materia por esa mente tan exigente que tengo que quiere perfección en todo. Esa es otra de las cosas que no me gustaría que mi hija aprenda de mí. Tengo el grandísimo problema de que mi cabeza me bloquea para poder disfrutar de algo que maravilloso como la música. 

¿Cómo se presenta 2025?, ¿qué más proyectos tienes además de la publicación de 'El regalo de Miranda'?

Pues estoy terminando de entregar un nuevo programa para Mediaset, que es una chulada, centrado en el Camino de Santiago, el crecimiento personal y las relaciones paternofiliales. Los padres son esas figuras absolutamente cruciales que te marcan para siempre, incluso en tu propia sanación. Cada vez que entregamos un capítulo a la cadena nos comentan lo mucho que han llorado. Las historias que vamos a ver las hemos vivido todos.

Leía una entrevista de cuando te quedaste embarazada, en la que decías que ibas a ser una madre sargento. ¿Lo eres?

No, pero mi madre sí era muy sargento. Hace cuatro días que tuve una conversación de esto con ella, porque para mí aquello fue y sigue siguiendo muy difícil. Son muchos años de recibir una educación de un 'sargento' y luego bloquearte y no tener una conversación abierta con ella, porque ya eres adulto y de eso no se habla. Pero al final la relación afectiva con mi madre, que era algo absolutamente importante en mi desarrollo, nunca se habló hasta pasados los 40. Tenemos que hablar de estas cosas para no repetir esto con nuestros hijos.

Debemos construir una sociedad emocionalmente sostenible. La gente está cargada de ansiolíticos, de antidepresivos, de pastillas para dormir. Somos el país que más fármacos consume para esto. 

Después de este tercer libro, ¿piensas en el cuarto?

Pues me encantaría hablar de las relaciones de amor. Yo digo que somos la generación de Pretty Woman, donde el hombre perfecto viene a salvarnos. ¡Y no necesitamos que nadie nos salve! La interpretación del amor viene muy marcada por esa narrativa.

Ante este panorama, ¿cómo es tu vida sentimental actuamente?

Lo digo en el libro, he renunciado al amor, lo cual no quiere decir que a veces no me pese. He renunciado a tener una vida de Luján mujer para dedicarme en cuerpo y alma a Miranda. Ella es la prioridad que he establecido. Pienso, además, que lo que los hombres de mi generación o un poco más adultos puedan esperar de mí como mujer, no se alinea en nada con lo que yo estoy dispuesta a darles.