Las mujeres eran obligadas a realizar trabajos forzosos en condiciones infrahumanas.

Las mujeres eran obligadas a realizar trabajos forzosos en condiciones infrahumanas. United States Holocaust Memorial Museum

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Prostitución, terror psicológico y experimentos médicos: los nazis fueron especialmente despiadados con las mujeres

Hace 80 años se liberó el campo de exterminio de Auschwitz, donde se cometieron los delitos más atroces de la historia. Sobre todo contra ellas.

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Arbeit Macht Frei: este es el mensaje que se encontró el Ejército Rojo a las puertas de Auschwitz un frío 27 de enero de 1945. El trabajo os hará libres, significaba y desde luego resulta irónico. Aquella mañana, los soldados rusos acabaron con el mayor campo de exterminio nazi de la II Guerra Mundial y, desde entonces, la fecha ha quedado señalada como el Día Internacional de Conmemoración en Memoria de las Víctimas del Holocausto.

El 27 de enero de 2025, se cumplen 80 años de aquel momento histórico y en Magas hemos querido recordar a todas las mujeres que, solo por el hecho de serlo, fueron tratadas con suma crueldad y dureza. "Vivieron una triple victimización, mucho peor que los hombres. Fueron prostituidas, utilizadas para hacer experimentos ginecológicos y esclavizadas en todos los sentidos", afirma Mónica G. Álvarez, autora de libros como Noche y Niebla en los campos nazis Guardianas nazis. El lado femenino del mal.

Condiciones infrahumanas

La diferencia por sexos que se establecía nada más llegar al campo de concentración. "Entonces, las mujeres ya eran sometidas a un ritual de deshumanización: les quitaban la ropa, les rapaban el pelo, les daban el famoso pijama de rayas...", comenta la autora.

Mónica G. Álvarez: Las mujeres siempre vivieron en condiciones infrahumanas de hambre, de enfermedad, de tortura..."

Después eran hacinadas en barracones, agrupándolas dependiendo de la condición que tuvieran: judías, gitanas, homosexuales, testigos de Jehová, delincuentes, presas políticas... "Había entre 50 y 60 por barracón, y en cada camastro dormían cinco o seis", explica Mónica G. Álvarez. Se trataba de construcciones de madera, sin higiene ni ventilación.

Las mujeres vivían hacinadas en camastros que compartían.

Las mujeres vivían hacinadas en camastros que compartían. National Archives and Records Administration, College Park.

Las alojaban con sus hijos, por supuesto, pero esto suponía un sufrimiento añadido, una especie de terror psicológico por ver, padecer y morir a los pequeños: "Se les acababa asesinando, por lo que la población infantil iba decreciendo a medida que la guerra avanzaba".

Esclavitud y explotación

También se las sometía a trabajos forzosos, que tenían jornadas de entre 12 o 16 horas. "Las mujeres se empleaban en las fábricas de bombas, máscaras de gas, obuses... También se dedicaban a abrir zanjas de desagüe, a hacer ladrillos de barro, aplanar el campo con rodillos, cargar vagones de carbón y tierra...", enumera. Además, se les ordenaba la limpieza y el vacío de las letrinas, así como otras "labores de mantenimiento" del campo.

"Cada saco de carbón era de unos 20 kilos, y las mujeres pesaban 35 por las condiciones de inanición en las que se encontraban", explica, haciendo hincapié en lo durísimo de unas labores casi imposibles de realizar sin desfallecer. Debido a la mala e insuficiente alimentación que recibían. "Tomaban un poco de café por la mañana, una especie de infusión oscura e insípida. Después, les daban un caldo de hojas secas y, una vez a la semana, pan con mantequilla o una loncha de salami", revela Mónica.

Experimentos médicos

Pero sí hay algo que destaca por su crueldad y salvajismo era la cosificación de los cuerpos de estas mujeres para todo tipo de fines, como si fueran conejillos de indas. "Ellas sufrieron doble victimización porque, además de la esclavitud laboral, también soportaban la sexual", comenta la autora. 

Las convirtieron en prostitutas para 'satisfacer' a los soldados nazis. De hecho, en algunos campos incluso había barracones específicos donde eran violadas sistemáticamente.

Un grupo de mujeres tras cruzar los portones de Auschwitz en 1945.

Un grupo de mujeres tras cruzar los portones de Auschwitz en 1945. Yad Vashem Centro Mundial de Conmemoración de la Shoá.

"También las usaban para hacer experimentos médicos. Mientras que con los hombres se 'investigaba' sobre roturas de huesos, por ejemplo, con las mujeres trataban la experimentación ginecológica y bacteriana", dice Mónica G. Álvarez.

Se refiere a las pruebas a las que eran sometidas para erradicar su menstruación: "Durante el periodo estamos más débiles, tenemos más tendencia a enfermarnos y a contraer cualquier tipo de dolencia, así que intentaron esterilizarlas para hacerlas más fuertes y que así fueran potencialmente hábiles para trabajar".

Por ello, los nazis les inocularon todo tipo de productos químicos y muchas mujeres murieron por esas esterilizaciones. Otras supervivientes jamás pudieron tener hijos. "Neus Catalá, por ejemplo, sí que consiguió ser madre cuando salió del campo de concentración, pese a la experimentación médica sufrida", finaliza la experta.

El único campo solo de mujeres

Mención especial merece el único campo de concentración solo de mujeres, que se llamaba Ravensbrück, que quiere decir 'puente de los cuervos', a 90 km de Berlín. El nombre hacía referencia a los pájaros que acudían al lugar atraídos por el olor a carne quemada que salía de sus cuatro hornos crematorios.

De 132.000 mujeres capturadas en 40 países por los soldados nazis, 400 eran españolas, principalmente con ideales comunistas, que formaban parte de la resistencia francesa, camuflaban sus identidades y hacían como enlace y correo distribuyendo información. También escondían armas y daban cobijo a los miembros de la red de la resistencia, cortando pasos de montaña o incluso alertando de la presencia de patrullas.

Pero, como Mónica G. Álvarez, explica en su libro Noche y niebla, en realidad no eran espías, tenían trabajos normales y corrientes y pasaban información cuando obtenían algo.