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Sabrina Vega (33 años) recuerda el primer día que enfrentó a un tablero de ajedrez. Fue en el colegio donde sus padres le buscaban una actividad extraescolar mientras su hermana entrenaba gimnasia rítmica. Ella se sentó, aprendió cómo bailan las piezas por las 64 escaques del tablero e incluso tiene grabada, como anécdota, que quería mover los peones en vertical incluso aunque no fuera para comer.

"Tenía 8 años y era una clase que ni siquiera correspondía a mi edad, pero bueno, me la ofertaron y recuerdo esa partida con una compañera en la que me quedé con el movimiento de todas las piezas", explica esta grancanaria.

Quedarse con el movimiento de las piezas suena a poco. Las grabó a fuego en su memoria, en sus pensamientos, en sus manos, que las mueven con determinación y delicadeza en cada partida que juega con los ojos fijos en la alternancia del blanco y del negro aunque fuera la tensión de la competición sea máxima.

También era de las pequeñas cuando se enfrentó a esa lucha: "Mi padre me llevó al Campeonato de España por categorías en Valencia. El mínimo era sub10, es decir, dos años por encima de los que yo tenía, pero jugué". Y ganó. Y no sólo el premio, sino también conocer a Ernesto Solano, su maestro y el que le inoculó, definitivamente, el amor y la pasión por el ajedrez, "que es lo que me ha conducido hasta el día de hoy".

Un hoy lleno de éxitos entre tableros: es Gran Maestra femenina (la máxima categoría que puede alcanzar una mujer en España) y Maestra Internacional absoluta, el segundo puesto más alto en el ranking internacional de hombres y mujeres. Ha sido siete veces campeona de España, subcampeona europea y está considerada deportista de alto rendimiento por el Consejo Superior de Deportes.

"Entreno como una jornada laboral, como mínimo porque el ajedrez es tan inagotable que te sumerges tanto en descubrir la verdad del tablero y las horas se pasan rapidísimo. Además, no está solo la parte técnica también la física. Aunque a veces es desconocida porque el ajedrez tiene un estereotipo estático y sedentario, la media de las partidas a ritmo clásico duran 5 horas con una máxima concentración y el fondo físico y la resistencia es muy importante".

Por eso, además de los entrenamientos entre escaques, también corre, hace musculación y tonificación. "Hay muchos jugadores de ajedrez aficionados al fútbol, tenis, ciclismo... para estar preparados".

Muchas cosas desconocidas sobre el ajedrez han fascinado en los últimos meses a 65 millones de espectadores por todo el mundo que se han enganchado a la serie Gambito de Dama. A ella, la historia de Beth Harmon le parece un impulso impagable para su deporte. 

"Hay muchos estudios que revelan los beneficios del ajedrez como herramienta educativa pero siempre nos ha fallado el marketing para poder transmitir una imagen fiel de este deporte contra el estereotipo que tiene el gran público de que es para personas muy inteligentes pero no para ellos o que es algo estático o aburrido. Y no es así".

Abandono de las chicas

Sabrina Vega cree que la forma tan visual y respetuosa con que Netflix ha retratado esta práctica va a ser una palanca para "despertar la curiosidad en la sociedad de que el ajedrez está ahí". Pero además, está feliz de que hayan elegido a una protagonista para vivir esta historia y que recuerda a la gran referente femenina del ajedrez mundial, Judit Polgar, la primera mujer en derrotar a Karsparov y en hacerse con el título de Gran Maestra Internacional a los 15 años.

"Es muy importante naturalizar la presencia femenina, el que una mujer pueda estar en este mundo y en ese nivel. Y sobre todo que tampoco se le da un gran matiz a que sea una chica, sí que se trata, pero más que nada es un personaje nuevo que irrumpe de pronto en las competiciones, que empieza a vencer a los jugadores más fuertes".

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Judit Polgar y sus hermanas, las tres húngaras que revolucionaron el ajedrez femenino, han seguido luchando por aumentar la presencia de jugadoras entre tableros y piezas. Aún hoy, en España, sólo un 8% de los federados son chicas, unas 2.400 frente a los más de 26.000 hombres. Y con el gran problema de que muchas abandonan entre los 14 y los 16 años sin que se sepa por qué.

Sabrina tuvo suerte, su hermana Belinda, 15 meses mayor que ella, dejó la gimnasia y se enganchó al ajedrez. "Empezamos a competir juntas y el tener un apoyo de iguales es un pilar para las chicas en un mundo donde de momento la participación femenina es minoritaria. Eso también ayudó a pasar ese punto de inflexión que en el ajedrez lo tenemos de los 14 a los 16 años, con el abandono de jugadoras".

Hay estudios neurológicos, sociales y culturales para intentar explicar por qué muchas lo dejan cuando llegan a la adolescencia pero para esta Gran Maestra, la falta de referentes femeninos tiene mucho que ver.

"Ahora se está corrigiendo porque hay una concienciación más generalizada del papel activo de la mujer en todos los ámbitos y en el ajedrez también. Y eso hace que poco a poco estemos dando visibilidad a los referentes. Cuando yo empezaba prácticamente el único fenómeno referente femenino que se conocía era Judit Polgar, pero era muy lejano a nosotras. Llegó pero sólo una y con circunstancias muy específicas y eso hace que, en un primer momento, la curiosidad por el ajedrez se entienda como un mundo de hombres o dominado por ellos".

De hecho, aunque el ajedrez que se ve en la serie no tiene nada que ver con las partidas más modernas, poco ha cambiado en la proporción de contrincantes. Y como esta Gran Maestra sabe, proporción y probabilidad van unidas. "A mayor proporción, mayor probabilidad de sacar talento por eso tenemos que respetar los procesos y los ritmos para ir consiguiendo este objetivo".

Profesionalización

Confiesa que se puede vivir del ajedrez aunque con muchos peros y múltiples trabajos. "Si hablamos del ajedrez como deporte, el de competición es muy complicado. Lo seguimos entendiendo como un deporte minoritario y las ayudas son limitadas. Tiene salidas con la enseñanza y con las plataformas para retransmitir torneos de la superélite, grabando y subiendo material útil para los usuarios... Pero relacionar el ajedrez con el patrocinio privado es casi inexistente".

Sabrina Vega, en una competición en Schawabisch.

Sabrina Vega, en una competición en Schawabisch.

Ella trabaja con niños en progresión y es precisamente ahí donde ve más claro dónde está el problema de las jugadoras. "En los cursos de iniciación, en los centros escolares, no suele haber tanta diferencia entre niños y niñas. Son grupos compensados. Pero en la continuidad, de cara a la adolescencia, sí influye tener un referente que te guíe, que vean que el ajedrez puede ser nuestro y podemos tener un camino ahí. La adolescencia es muy compleja y tener un factor femenino al lado es fundamental porque si no ves cómo van abandonando muchas y te quedas sola".

Aunque trabaja como Gran Maestra y como referente en cambiar las proporciones y las probabilidades, también advierte de que hay que tener cuidado en la aplicación de las medida de discriminación positiva "porque a veces se tiende a regalar más que a premiar".

"Muchas veces tenemos que llevar niñas y si hay tres niñas pues tres niñas van, y ellas pueden pensar que da igual el trabajo que hagan pues las van a llevar igual. Hay que cuidar eso porque a partir de los 16 ya tienen que valerse por sí mismas, pierden las ayudas y no se les puede exigir que trabajen lo que han tenido que desarrollar en los años previos para estar al mismo nivel de los niños, que sí han tenido un mayor componente de exigencia o competitivo". 

Ella, como Beth Harmon en Gambito de Dama, vivió muchos campeonatos en esa soledad de género y como en la serie tuvo su momento de gloria al ganar a todo un campeón ruso, Anatoli Karpov

"Era un mito y lo sigue siendo. Es una leyenda viva. Fue en 2016, cuando quedé subcampeona de Europa y me invitaron a un magistral muy tradicional en Francia que se hace en reconocimiento a la trayectoria de Karpov, donde él mismo juega. #l está retirado, pero este torneo lo suele jugar", arranca lo que ella dice es su batallita.

"El torneo era muy duro y yo era la más floja del ránking. Por eso, la partida que más esperas es la de Karpov. Jugué con las piezas blancas y pude entrar con mucha energía, llevar la iniciativa y en un momento dado la presión que ejerzo desde el principio hace que gane la partida", relata como si la estuviera reviviendo en su cabeza.

Eso sí, enseguida se quita mérito, "Karpov sigue siendo el gran Karpov y cuando decide abandonar le hago una reverencia en señal de respeto y él sonríe, demostrando la calidad humana que tiene".

Otro debate que aparece en la serie es la intuición frente al dogma. Sabrina reconoce que hay jugadores muy intuitivos pero que lo habitual es que tengan un poco de cada. "Un jugador de ajedrez tiene que tener una cierta base, que en la serie se lo enseña el conserje, pero refleja más la intuición. Realmente es una cualidad bastante buena porque nosotros jugamos con relojes y el tiempo se va acabado y cada vez la toma de decisiones tiene que ser más ágil y la buena intuición te ayuda mucho a guiarte".

Pero como en todo, siempre hay que controlar el exceso y ahí es donde entra otra de las grandes cualidades de un jugador de ajedrez: la paciencia. "Es una virtud básica y fundamental. De hecho, hay muchos jugadores muy talentosos, más los intuitivos, que tienden a confiarse y a precipitarse. No es extraño en ajedrez que el jugador que está en una posición inferior pueda tener resistencia y acabe dándole la vuelta a la partida porque su rival se precipite y quiera ganar ya".

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No a Arabia Saudí

Paciencia, intuición, victoria, derrota, aprendizaje y una educación en todos los valores que representa el deporte la han llevado a mantener una vida coherente con su lucha como mujer y como jugadora de ajedrez que hizo que se negara a participar en 2017 en un Mundial de partidas rápidas de Arabia Saudí porque la obligaban a ponerse velo y abaya, entre otras imposiciones.

"Fue una decisión personal y meditada que volvería a repetir. La anterior Federación Internacional anunció a última hora la sede de Arabia Saudí con muy poca información. Era un mundial, una oportunidad, toda una temporada y los premios eran muy jugosos para lo que solemos estar acostumbrados en ajedrez, pero yo entiendo el deporte como una herramienta muy útil para la vida social y había exigencias que nos pedían que no casaban con esa forma".

Un año antes, Sabrina sí participó en la Copa del Mundo de Irán donde también tenían que llevar velo. "Eso me hizo meditarlo más. En 2016, las propias jugadoras iraníes pidieron que fuéramos porque estaban en un proceso de cambio y acercar ese mundial y la cultura occidental las iba a beneficiar".

Aunque el ajedrez podría ser, precisamente, uno de los primeros deportes donde unificar las categorías femeninas y masculina, esta Gran Maestra apuesta por esperar un poco para poder seguir avanzando en la incorporación de las chicas.

"El tema es ese proceso de concienciación del papel activo de la mujer y corregir cierto desequilibrio. España lo hace bien porque los campeonatos de promoción se juegan mixto y es importante porque el ajedrez tiene que ser entendido como uno, y niños y niñas tienen que naturalizarse viéndose juntos y que lo importante es lo que pase en el tablero. Pero a nivel internacional, hay torneos oficiales que se mantienen por separado como son mundiales, europeos y olimpiadas porque todavía es un hecho que el nivel general está en los hombres y si tendemos a unificar ya la competición prácticamente las representantes femeninas van a ser inexistentes y se volverían a perder estos referentes que están sirviendo de guía. Perderíamos ese motor que produce todo ese proceso".

Sabrina Vega reconoce la labor que está haciendo la Federación Española, con los pocos recursos con los que cuenta, y cómo los españoles tienen que luchar de tú a tú con otras selecciones de otros países donde el ajedrez sí es el primer deporte nacional, como Azerbaján o Armenia. Pero el trabajo oficial y el de clubes como el suyo, el murciano Beniaján-Douchess, hacen que España presente siempre selecciones competitivas.

Anatoli Karpov.

Anatoli Karpov. Wikipedia

La mejor partida

Esta amante de la música, "ayuda mucho a desconectar y a concentrarse", y de la lectura recuerda siempre sus partidas más importantes. "La partida que pude ganar a Karpov es un recuerdo muy hermoso pero diría que la mejor fue la última ronda del campeonato de Europa de 2016 femenino, donde quedé subcampeona: una partida muy intensa contra la mejor jugadora de Alemania, muy larga y elaborada".

Seguro que ahí puso en marcha toda la rutina que tiene antes de tocar una sola pieza del tablero. "Los jugadores de ajedrez tenemos ciertas dinámicas, pero no son por superstición, son señales que vas transmitiendo a la mente y le vas diciendo que se acerca el momento de darlo todo en el tablero. Cuando me siento, me gusta colocar el boli de una forma específica, las piezas para que queden centradas, también por un orden visual que ayuda, pequeños detalles que la mente relaciona con el momento de ponerse en marcha".

Aunque nunca falta "un tablerito" en sus salidas a la playa o al campo con su familia, asegura que le gusta desconectar cuando no está trabajando. Pero los peones y los caballos, sus piezas preferidas, le acompañan siempre incluso en los campeonatos cuando acaban sus rondas. "Es muy normal que cuando terminas te pongas con los compañeros a jugar partidas de ritmo rápido".

Eso también se ve en la serie de Gambito de Dama. La pena, como reconoce Sabrina, es que la pandemia haya alejado un poco la actividad en los clubs ahora que muchos han desempolvado su tablero tras ver a Beth Harmon. Por eso espera que el impulso de la televisión se mantenga en 2021 con ya todo normalizado.