Pasarela de Chanel.

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Moda

La revolución de las blazer en el nuevo 'power dressing': "Cambia la actitud y permite seguir siendo una misma"

La americana se convierte en pieza fundamental del armario femenino para proyectar poder. Esta ha sido la evolución desde los 60 hasta ahora.

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Sara Trueba
Publicada

El 14 de agosto de 1975 Helmut Newton tomó una fotografía en París que se convertiría en icónica. En ella, una modelo de pelo corto enfundada en un esmoquin de Yves Saint Laurent daría las claves de una nueva belleza contemporánea, una que no necesitaba enseñar demasiado, que asumía la masculinidad como nuevo carácter lleno de feminidad.

En realidad, el diseñador francés presentó su primer traje femenino años antes, en 1966, pero fue más adelante cuando el mundo se daba cuenta de su hallazgo: “Quiero para la mujer el mismo armario básico que tiene un hombre. Blazer, pantalones… Un traje funcional. Consideré que era lo que necesitaba y estaba en lo cierto”, dijo años más tarde, en 1977.

Su propuesta supuso una auténtica revolución, aunque no fue el único ni el primero en idear un vestidor femenino a partir del masculino.

Entonces, como ahora, la moda otorgó el protagonismo a una pieza que saltó del guardarropa de ellos, se rehizo por completo y cambió el paradigma. La chaqueta, desde Coco Chanel, Givenchy y Dior hasta Claude Montana y Thierry Mugler, fue la pieza más estudiada, interpretada y reconstruida.

¿El propósito? Satisfacer una necesidad de igualdad. Ser tomadas en serio pasaba por construir un look que diera autoridad a una mujer que empezaba a estar cansada de todo lo contrario. Así surgió el power dressing y, desde entonces, esta prenda ha sido cargada de significados y expectativas culturales que trascienden su función práctica, representando el poder y la autoridad que hoy evoluciona hacia la fluidez.

¿Qué buscan las mujeres hoy en una chaqueta? Según la diseñadora Inés Martín Alcalde, “sentirse seguras y favorecidas. Una buena pieza de este tipo cambia la actitud: da presencia y permite seguir siendo una misma. Es una prenda que puede ser poderosa sin dejar de ser a la vez femenina y masculina”.

Origen de la silueta

Históricamente, la chaqueta se asoció con la vestimenta de trabajo y una suerte de “aquí estoy yo” en el ámbito profesional. Su uso por parte de las mujeres se convirtió en un acto de reivindicación para acceder a esos espacios de poder.

Todo comenzó en realidad con la adaptación del traje de chaqueta de Chanel, con la incorporación del pantalón y los tejidos masculinos. Su propuesta era más fluida y cómoda, alejada de la rigidez general que había imperado hasta los inicios de 1920.

Más tarde, con la llegada de la mujer al mercado laboral, se dejó de lado la fluidez propuesta por la maison francesa y se entendió que, de alguna manera, para que ellas fueran tomadas en serio, su aspecto debía asemejarse más al de un hombre. Por eso el traje, y por consiguiente, la blazer, comenzaron a ser más rígidos y con colores sobrios.

El New Look de Dior.

El New Look de Dior. Dior

Así, fueron Christian Dior y Hubert de Givenchy los que sentaron las bases estéticas y simbólicas sobre las que se construyó la idea de vestir.

Monsieur Dior presentó la chaqueta Bar en 1947 como parte de la Ligne Corolle (apodada New Look por la editora americana Carmen Snow). Tenía la cintura entallada, los hombros pegados, sisa ajustada y cinco botones.

Era plena postguerra y, aunque las palabras power dressing aún no se habían pronunciado Dior demostró que el poder femenino tenía un marco estético y que la chaqueta encajaba dentro de él. Bar fue la precursora de la americana contemporánea.

Hubert de Givenchy fundó su casa de moda unos años más tarde, en 1952 y, frente al dramatismo de Dior, propuso una elegancia intelectual y más funcional en la que las líneas puras dominaban sus diseños.

Su filosofía era que la mujer debía dominar la ropa, no al revés, una idea clave para lo que más tarde sería el concepto que estamos tratando. De hecho, para muchos, su visión con respecto a esto fue el antecedente directo de la estética ejecutiva de los años 80.

Proyectar poder absoluto

De los clásicos parisinos de pureza y elegancia bebieron los creadores posteriores, pero en los años 80 llegó la verdadera revolución. Así aterrizó el término del que hablamos, como respuesta a la necesidad de autoridad visual y profesional para mujeres en entornos dominados por hombres. Se consolidó a medida que aumentaba la cantidad de profesionales femeninas que ocupan puestos ejecutivos y querían ser tomadas en serio sin sacrificar su estilo.

Vestir con masculinidad parecía necesario y, si hay un creador que lo hizo con dramatismo (el mismo que hoy se replica en las pasarelas de 2025), es Claude Montana. Sus chaquetas de grandes hombros, armaduras femeninas para muchos, siempre serán su mayor contribución en la historia de la moda.

Inspiró a ejecutivas y celebridades que querían proyectar su presencia con fortaleza extrema. Vistió a Lady Di, Cher o Madonna y The New York Times dijo: “Claude Montana es a los grandes hombros lo que Alexander Graham Bell es al teléfono”. Casi nada.

Por su parte, Thierry Mugler se dedicó a mezclar futurismo, teatro y sastrería estructurada a sus diseños. De ahí sus siluetas esculturales que a menudo incluían cinturas entalladas sumamente seductoras.

Todos juntos crearon un contexto corporativo que aterrizó en la calle. También introdujeron la noción de poder performativo, comunicando a través de la ropa, en la oficina y en cualquier otro contexto social o artístico.

Las chaquetas en 2025

La chaqueta ha pasado a ser un must have imprescindible, no solamente para ir a la oficina. Así, hoy las siluetas se diluyen y trascienden las modas. Son poderosas incluso despojadas de referencias masculinas.

La prenda que durante décadas simbolizó el poder corporativo ha encontrado una nueva vida en el armario contemporáneo. Ya no se limita al traje de dos piezas ni al entorno laboral: la chaqueta se reinventa como un lienzo de estilo que acompaña tanto a un vaquero con zapatillas como a un vestido de noche. Su esencia se mantiene, pero su significado ha evolucionado significativamente.

En las últimas temporadas, diseñadores y firmas han apostado por reinterpretar esta pieza icónica. Las estructuras rígidas de los inicios del s XX ceden paso a cortes más relajados, tejidos fluidos y proporciones amplias que responden a un deseo de libertad y autenticidad. El resultado es una prenda versátil, capaz de equilibrar lo clásico y lo contemporáneo sin esfuerzo.

La chaqueta ya no necesita apoyarse en códigos masculinos para transmitir autoridad. Su poder reside en la actitud: en cómo se lleva, en la naturalidad con que se integra en la rutina diaria. Representa una elegancia consciente, un gesto de independencia que se adapta a todos los estilos y generaciones.

“Es la prenda que transforma cualquier conjunto en algo más sofisticado, aunque debajo solo lleves jeans y una camiseta blanca. Hasta con leggings y recién salida del gym”, dice Tamara Vekic, estilista, directora creativa de Room Service 039 y responsable del estilo de mujeres como Sandra Gago o Helene Svedin.

Hoy, más que nunca, la chaqueta es símbolo de identidad. Una pieza que acompaña la evolución de la mujer moderna —y de la moda misma— hacia un terreno donde las etiquetas se desdibujan y el vestir se convierte en una forma de expresión personal.

Vekic escanea para Magas qué tres siluetas poderosas irrumpen en las pasarelas esta temporada y nos cuenta cómo combinarlas.

Con hombro muy marcado, vistas en Acne Studios, Juan Vidal, Stella McCartney, Tom Ford o Valentino. “Aporta estructura, presencia y ese aire de elegancia inmediata. Estiliza la figura y da seguridad al instante. Esa silueta de inspiración ochentera con hombreras que definen la figuraaporta autoridad y presencia”, comenta.

“La idea es equilibrar la estructura del blazer con piezas que aporten ligereza, feminidad o contraste. Con pantalones sastre para un look clásico, con vaqueros para un toque casual, con minifaldas para un aire femenino, sobre vestidos para un contraste elegante o con leggings para un estilo relajado pero sofisticado”, añade.

Silueta reloj de arena, vista en Givenchy, Isabel Marant, Schiaparelli o Veronique Leroy. “Equilibra estructura y delicadeza, marca la cintura, resalta las curvas y se adapta a todo. Con pantalones de pinzas inspira autoridad y con denim se vuelve inesperadamente moderno”, defiende Vekic.

Oversized, visto en Coperni o Victoria Beckham, la más masculina y libre de todas: “Esta silueta aporta una presencia distinta, poderosa sin ser agresiva, sofisticada sin esfuerzo. Llevarla parece casual, pero está pensada al detalle y es un gesto de estilo que demuestra que la comodidad también puede ser sinónimo de elegancia", explica.

De hecho, el blazer XL se ha convertido en el emblema del nuevo poder femenino: "relajado, contemporáneo y con una elegancia que no necesita rigidez. Su corte amplio redefine las proporciones del cuerpo y aporta una sensación de libertad que transforma cualquier look”.

¿Qué dice el mundo del diseño sobre el poder que una chaqueta puede conferir a la mujer que la lleva? Blanca Bleis lanza cada temporada una cápsula inspirada en su padre con la que le rinde homenaje y, cómo no, se compone de trajes de chaqueta.

Sin embargo, desarrolla un concepto completo en torno a la blazer. Entendida como una pieza clave y femenina da las claves para la chaqueta infalible: “Más allá de la temporada, si buscamos una chaqueta que dure años en el armario, creo que debe tener un tejido de calidad, un patrón de corte impoluto y un tanto clásico, con unas buenas hombreras que generen estructura”, nos cuenta.

“Para mí el power dressing es sencillo, cómodo y cool”, remata. Así, en su caso, el patronaje no varía tanto, pero sí la tela y los detalles como responsables de comunicar la fuerza de un look con chaqueta.

Blazers de las colecciones de otoño-invierno de Valentino, Victoria Beckham y Givenchy.

Blazers de las colecciones de otoño-invierno de Valentino, Victoria Beckham y Givenchy.

En realidad, y aunque se pueden tomar una serie de fórmulas magistrales como genéricas, todo depende de cada mujer.

"Más que seguir una tendencia, se trata de entender qué te favorece y con qué te sientes identificada. Hay mujeres que encuentran su fuerza en un patrón estructurado y otras en uno más fluido. Lo importante es que la chaqueta te acompañe, no que te disfrace. La silueta especial aporta identidad, pero si eclipsar deja de funcionar”, asegura la diseñadora Inés Martín Alcalde.