La empresaria Vicky Tsai (Tatcha Beauty) en un retrato.

La empresaria Vicky Tsai (Tatcha Beauty) en un retrato. Cedida

Lujos ENTREVISTA

Vicky Tsai (Tatcha Beauty): "Una crema de 60 euros dura 4 meses y cuesta menos que un café diario de Starbucks"

"Las mejores firmas son aquellas que nacen de una necesidad propia". Esa es la historia de esta marca de belleza de lujo. Magas entrevista a su fundadora.

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María Muñoz Rivera
Publicada

Vendió su coche, su anillo de compromiso y estuvo ocho años sin cobrar un sueldo para sacar adelante su firma, basada en principios que chocaban diametralmente con la industria cosmética del momento: desde el minimalismo de rutinas en pocos pasos hasta el foco en Asia como referente, en un momento en el que la multiculturalidad en la industria de la belleza brillaba por su ausencia.

La historia de Vicky Tsai (Misuri, Estados Unidos, 1978) podría ser un guion de superación, pero fue el caldo de cultivo para el nacimiento de una de las firmas de cosmética más consolidadas del momento a nivel internacional: Tatcha Beauty. 

"Las mejores firmas son aquellas que nacen de una vivencia o de una necesidad propia". Esa es la historia que inscribe la marca de belleza de lujo Tatcha Beauty, la revolución cosmética de Vicky Tsai que este verano ha aterrizado en España de la mano de Sephora tras convertirse en un referente internacional.

Tatcha The Essence.

Tatcha The Essence.

Hija de inmigrantes taiwaneses, a los 30 años Vicky Tsai tenía un título en la Harvard Business School, una meteórica carrera –siendo una de las contadas mujeres– en el sector de las finanzas en Wall Street, donde trabajaba cien horas semanales… Y un malestar general que se manifestó sobre su piel, que como revela en una entrevista con Magas, “es la mejor consejera del mundo interior, y hay que escucharla, no ir en su contra”.

A modo de respiro, Tsai viajó a Japón sin saber que este momento marcaría no solo su trayectoria, sino también su forma de entender la vida. En Kyoto y de la mano de geishas modernas aprendió el cuidado de la piel, el poder de la alimentación y de aquellos rituales que buscan la conexión y la calma en un mundo que parece latir de una forma cada vez más frenética.

Tras mejorar notablemente, el objetivo de Tsai fue dar vida a un proyecto en el que extender todo lo aprendido y ayudar a otras mujeres a sentirse mejor, aunque, como ella misma revela, nunca pensó que fuera a acabar en la industria de la belleza.

Lejos de la épica de su viaje de toma de contacto con medicina y bienestar ancestral, el inicio de su proyecto no fue sencillo ni idílico; ni su expertise en Wall Street ni su formación bastaron para empezar en un entorno en el que menos del 5% del capital de inversión se destina a empresas fundadas por mujeres. No había inversores, pero Tsai creía en su proyecto, así que vendió su coche, su anillo de compromiso y su casa, además de trabajar en cuatro empleos diferentes y estar ocho años sin cobrar un sueldo.

Con sede en California, la firma nació en 2009 del minucioso estudio de los rituales de cuidado de Japón, concebidos como un arte y como una forma de habitar el mundo entre la pausa y la mirada amable hacia uno mismo. Sí, también en el habitualmente cruel ámbito de la belleza, donde la narrativa imperante es aquella que busca el canon imposible y la perfección constante. ¿El propósito?

Volver al momento presente, bajar el ritmo y simplificar los rituales de cuidado hacia pocos pasos, pero efectivos y rápidos. Un ritual que se manifiesta en el aroma suave y la textura agradable de sus productos, pero también en el delicado diseño de los mismos, con una pequeña espátula de aplicación engarzada en la parte superior de la tapadera, formas redondeadas y colores que son un guiño a la gama sagrada de Japón entre malvas y azules.

Al otro lado de la pantalla, y a miles de kilómetros, desde Estados Unidos, Vicky Tsai aparece en cámara para una entrevista con Magas. Tsai es serena y calmada, pero con presencia, como lo es su propia firma. Aunque entre su cartera de clientes estén desde Meghan Markle hasta Gigi Hadid, Tsai mantiene la cercanía y la delicadeza de quien ha surfeado por etapas diferentes de la vida.

Hablamos del tiempo como nuevo indicador del lujo, de la simplicidad como caballo ganador en cosmética, de la piel brillante ‘puru puru’ según la medicina japonesa –no todos los días se recibe ese cumplido por parte de una de las mayores gurús de belleza– y también de la importancia de hablarse bien a una misma, un eje fundamental en la filosofía de belleza y autocuidado de la que Tsai es abanderada.

Tatcha nació de su propia experiencia y de la necesidad de sanar desde dentro, reivindicando un lugar importante al autocuidado. Ahora es una firma referente para la industria de la belleza en todo el mundo. En un mundo que parece dominado por la prisa, ¿es la calma el nuevo lujo?

Creo que la sociedad vive en un momento en el que la relación con el tiempo es muy complicada; nunca tenemos suficiente y vamos corriendo a todas partes. Tenemos miedo del tiempo y nos preocupa que pase en nuestras vidas y por nuestros cuerpos. Lo que he aprendido después de estudiar el autocuidado y el bienestar en Japón, es que el tiempo es lo que nosotros hacemos con él; la calma es el nuevo lujo. Puedes ir corriendo de un lado para otro constantemente, con la sensación de que nunca tienes suficiente, o puedes hacerte dueña de él. El propósito de los rituales de cuidado de Tatcha es bajar el ritmo y mirar de vuelta hacia ti misma y hacia el momento presente, aunque sea durante los minutos en los que te cuidas la piel por la mañana y por la noche, convertirlos en un ritual para estar contigo mismo, algo que es importante viviendo en el mundo moderno en el que habitamos.

Uno de los aspectos fundamentales en Tatcha es simplificar los rituales de belleza. Durante los últimos años la moda extendida para cuidar la piel eran casi diez pasos con diferentes productos en rutinas eternas, y vosotros cortáis con esta práctica. ¿Cómo se traslada el minimalismo japonés a una marca de deseo global?

Piensa en un restaurante de sushi. En Japón, es una cocina puramente minimalista, porque es pescado crudo en bajas elaboraciones. Eso significa que cada ingrediente que el chef utiliza debe tener una calidad muy alta, y debe conocer de dónde viene el pescado y cuál es el trato óptimo que hay que darle en cocina. La maestría viene de la mano del minimalismo, y eso es lo que hace esta gastronomía poderosa y bonita. En Tatcha hacemos eso mismo, aportamos simplicidad y calidad en los ingredientes de nuestros productos. Cada vez que nos presionan para alargar listas de ingredientes de nuestras formulaciones, decimos que no, aunque es algo que desconcierta a mucha gente. Al final, es como ser un buen maestro de sushi buscando la excelencia en la simplicidad.

Vicky Tsai, fundadora de Tatcha Beauty.

Vicky Tsai, fundadora de Tatcha Beauty. Cedida

Su firma y su historia son ahora conocidos en todo el mundo, pero como usted decía, nunca pensó que fuera a acabar en la industria de la belleza, donde lleva muchos años y donde su proyecto ha crecido hasta consolidarse. En estos años, ¿ha cambiado el concepto del lujo en belleza que tenía en tus inicios?

Últimamente debatimos mucho sobre este tema. Suelo preguntarles a los líderes de la compañía qué piensan que es el lujo en términos de belleza. Para mí, son dos elementos indispensables. Uno, la herencia de los rituales aplicados a los diferentes pasos, que enriquecen el producto final. No es lo mismo que compres aceite de oliva en el supermercado a que se lo compres a una familia que lleve haciéndolo cientos de años como una tradición familiar en su granja, porque acumulan una buena materia prima con el expertise de años de trabajo y mejora. En segundo lugar, para mí el lujo también es cómo haces sentir a los demás. En un mundo que evoluciona hacia lo tecnológico a pasos agigantados con máquinas e Inteligencia Artificial, todo va cada vez más deprisa, y el lujo está en parar y apreciar que del otro lado de una firma hay personas de carne y hueso que están ahí, tratando de ayudarte a sentirte bien. No es algo que tenga que ver con los precios, sino con cómo haces sentirse a la gente y cómo creas productos que ayuden en esta labor.

Suele decir que la piel es el reflejo del alma. ¿Qué deberíamos buscar en el espejo cuando nos miramos para aprender a escucharnos mejor? En ocasiones, la piel es lo primero que nos da señales de salud interna, algo que usted misma experimentó hace años.

Cuando solemos hablar de nuestra piel nunca lo hacemos desde las buenas palabras, no utilizamos adjetivos amables que usaríamos, por ejemplo, para describir a una amiga. Piénsalo: grasa, enrojecida, tirante, flácida, apagada…No son buenas palabras. La piel es una extensión de tu mundo interno, tus sistemas nervioso e inmune están en tu piel. Si te miras al espejo y ves cambios en la salud de tu piel, trata de pensar como que está tratando de decirte “tenemos que cuidarnos y tener curiosidad de qué está pasando en el organismo”. Si tenemos un brote de granos solo pensamos en cómo deshacernos de él, pero no pensamos que es un mensaje de nuestro cuerpo, que nos alerta, por ejemplo, de que hay un desequilibrio en nuestras hormonas. La piel es un excelente mensajera.

Una modelo de Tatcha Beuaty probando la crema limpiadora The Rice Wash.

Una modelo de Tatcha Beuaty probando la crema limpiadora The Rice Wash. Cedida

Muchas mujeres han dado de lado la idea del skincare por falta de tiempo para hacer rutinas demasiado largas o bien de solvencia para poder hacerse con todos los productos necesarios. ¿Qué consejo le daría a estos perfiles para empezar a cuidarse la piel sin abrumarse?

Personalmente, yo realizo cuatro pasos que llevan, aproximadamente, cinco minutos. Porque, precisamente, lo que queremos es que no inviertas todo tu tiempo libre en esto, y que puedas pasar tiempo contigo o tu familia sin renunciar a cuidarte la piel. Respecto al dinero que invertir, es importante que lo hagas en lo que tenga sentido para ti y para las necesidades de tu piel. Si solo usas Tatcha, con estos cuatro productos, te gastas menos que si compraras tu café diario en Starbucks, que a veces son unos cinco dólares diarios. Cuando la gente busca una buena crema se asusta o no quiere gastar sesenta dólares, pero no sabe que es un producto que debería durarte cuatro meses, que te cuida y que te cuesta unos cincuenta céntimos al día.

¿Y si solo pudiéramos invertir en un producto?

Si solo pudiera comprar un producto, diría que el más importante es la esencia. Un paso que en Asia es indispensable y el más importante, y que en el mundo occidental cuesta un poco más. En Japón hay tiendas enteras solo destinadas a este producto, que es más importante que una crema, porque es un coctel de nutrientes.

Ahora tienes muchos clientes a nivel internacional, y está claro que cada piel tiene unas necesidades diferentes, pero, ¿hay algún punto en común que busquen las mujeres que recurren a Tatcha?

Creo que cuando muchas clientas vienen a Tatcha es porque han probado muchas cosas diferentes. Rutinas de muchos pasos, productos muy caros, otros de farmacia… Y buscan resultados efectivos, porque llega un punto en la vida en el que más que experimentar y probar quieres simplemente algo que te funcione. Suelen venir, sobre todo, por la crema hidratante, porque es el producto más vendido y reconocido por el glow que da a la piel, al restaurar esa sensación de piel brillante y jugosa –a la que los japoneses llaman puru puru– que normalmente se tiene de joven y se va perdiendo con los años.

Tatcha The Rice Polish Classic.

Tatcha The Rice Polish Classic. Cedida

Las firmas de lujo se definen, en parte, por el legado que dejan como marcas. ¿Qué legado le gustaría que deje Tatcha?

Históricamente, la industria de la belleza ha hecho a las mujeres sentirse mal consigo mismas, caer en una inseguridad constante en la que tienes que comprar más y más cosas para llenar ese vacío de cómo te sientes. Esta sensación se magnifica cuando creces. Mi propósito con Tatcha es inspirar a la gente a quererse de nuevo. Somos afortunados de tener un cuerpo que nos acompaña durante toda la vida. Cuando somos pequeños, queremos nuestros cuerpos, y poco después empezamos a sentirnos mal con ellos hasta prácticamente el final de nuestras vidas, que es cuando miramos hacia atrás y nos damos cuenta de la suerte que hemos tenido.