
La artista Cristina Casadevall en su estudio.
Cristina Casadevall, la artista zaragozana detrás de la marca que convierte tus bolsos y zapatillas en obras de arte
Para la directora creativa de la firma española Trápala, diseñar unas 'sneakers' o intervenir una lámpara es una continuación orgánica de la pintura.
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Cristina Casadevall no necesita presentación entre quienes saben que el arte no siempre vive en los museos. Artista, diseñadora y directora creativa, fundadora de la firma Trápala, asentada en Zaragoza, lleva décadas explorando los límites del lienzo y, desde hace un tiempo, también los del calzado, los accesorios y la moda como territorio expresivo.
Su marca no nació como una más, sino como la extensión natural de su obra pictórica. Después de más de 30 años de trabajo en el estudio, Casadevall sintió que el arte debía salir del cuadro para habitar el cuerpo, el gesto, la calle. “El detonante fue entender que el arte no solo se expone: también se vive”, explica.
Ese mismo impulso creativo atraviesa toda su propuesta. Para ella, diseñar unas sneakers o intervenir una lámpara es una continuación orgánica de la pintura. En Trápala, cada colección parte de una obra original; desde ahí, el equipo conceptualiza y proyecta la dirección de la línea, mientras ella diseña la silueta, selecciona materiales y traduce su paleta de colores y texturas al objeto final. No hay separación entre arte y diseño, solo una continuidad del trazo.

La artista es también directora creativa de su propia firma, Trápala.
Artesanía con alma contemporánea
La artesanía ocupa un lugar central en el ADN de la marca. Casadevall trabaja con materiales nobles, procesos manuales y producción local, pero subraya que esto no implica nostalgia o un apego a lo antiguo. Lo que le interesa es cómo lo tradicional puede resignificarse desde una lectura actual, personal y artística.
Cada pieza nace de la obra plástica y se transforma mediante técnicas artesanales reforzadas por herramientas tecnológicas que garantizan mayor sostenibilidad y durabilidad. La innovación, en su caso, no sustituye lo hecho a mano: lo potencia.
Esa misma mirada la conecta con las raíces culturales de España, aunque desde un lugar emocional, no literal. “España está en Trápala, no como postal, sino como emoción”, dice. El flamenco, por ejemplo, no es solo una referencia estética, sino una actitud, una forma de presencia que impregna las formas, los volúmenes y los colores.
Una obra que se lleva
Casadevall tiene claro que su estilo no responde a tendencias, ni busca likes. Define Trápala como una marca honesta, atemporal, con alma e imperfecciones que la hacen real. Por eso, no sorprende que imagine a la reina Letizia —referente de estilo sobrio y elegante— calzando o sujetando alguna de sus piezas más icónicas.
"Si pudiera recomendarle una, sería algo estructural, con textura y profundidad, como las creaciones en forma de bolsos de la colección BULERÍA. Algo que no necesite gritar para destacar. Una obra que se lleve, más que un accesorio", expresa la diseñadora.
Desde que fundó la firma, su visión creativa ha evolucionado: ha pasado de ser impulsiva a estructurarse con una mirada más global. Aun así, no ha perdido su instinto primario, ese deseo de crear desde la emoción. “Lo que ha cambiado es la forma de materializarlo”, afirma, destacando su capacidad para traducir la intuición artística en productos funcionales sin diluir el alma del proceso.
Ser mujer y liderar desde la intuición

Bolso de la firma Trápala.
Dirigir una marca siendo mujer no ha sido un camino exento de desafíos. Casadevall reconoce que la autoridad, en ocasiones, no se percibe igual en voz femenina. Sin embargo, también ha aprendido que cuando la visión es clara, coherente y sostenida, acaba imponiéndose por su propio peso. “He aprendido a poner límites, a delegar y, sobre todo, a confiar más en mi intuición”, señala.
Su día a día es una coreografía entre la creación y la gestión: reuniones, selección de materiales, trabajo de estudio y, cuando puede, un rato de silencio imprescindible para reconectar con el propósito detrás de cada colección.
El nuevo rostro del lujo
Para Casadevall, el lujo ha dejado de ser sinónimo de ostentación. Hoy lo define como aquello que tiene alma, está hecho a mano, perdura en el tiempo y cuenta una historia. “El lujo de ahora mira más hacia adentro”, reflexiona.
Bajo esta premisa, Trápala apuesta por una sostenibilidad auténtica: producción local, materiales duraderos y eliminación de procesos innecesarios. No persiguen la perfección, pero sí una mejora constante. En sus palabras: “El lujo no puede ser irresponsable”.
Referencias que atraviesan el trazo

Modelo con botas de Trápala.
Sus influencias van del expresionismo abstracto de Jackson Pollock y Mark Rothko a la delicadeza de la pintura sumi-e de Kumiko Fujimura. Su estilo artístico se define por lo visceral, lo espontáneo y lo gestual. Trabaja con texturas, relieves y colores que apelan a lo inconsciente: rojos, ocres, naranjas sobre fondos neutros, coronados por trazos negros. “No busco complacer, busco conectar”.
Lanzar Trápala fue también un desafío: trasladar un universo tan personal a un producto comercializable no fue fácil. Pero el mayor triunfo, dice, ha sido que las personas entiendan su visión, valoren sus piezas y las lleven como si fueran parte de sí mismas.
Si Trápala fuera una obra, sería técnica mixta: pigmentos naturales, textura, rojos, negros y oro. Una pieza que no se entiende a la primera, pero que deja huella.
A las que vienen
A las jóvenes creativas que sueñan con crear su firma, Casadevall les lanza un mensaje claro: que lo hagan, pero que estén preparadas para sostener su visión incluso cuando nadie más la vea. Que escuchen su intuición más que las tendencias. Porque, al final, crear —dice— también es resistir.