Una mujer en la ventana.

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Interiorismo

Laura, sobre aislar las ventanas de su piso: “He bajado mi factura de la calefacción en 600 euros al año”

Expertos y organismos como el IDAE confirman que el aislamiento de ventanas es una de las formas más eficaces de ahorrar energía en casa.

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La factura de la calefacción ha aumentado de manera notable en los últimos años, especialmente en los meses más fríos. Ante este contexto, muchas personas buscan soluciones para ahorrar sin renunciar al confort térmico. Una de ellas es Laura Torres, propietaria de un piso en Gijón, quien decidió apostar por el aislamiento de ventanas.

Según cuenta, el cambio ha sido más que evidente: "He bajado mi factura de calefacción en casi 600 euros al año", afirma. Su testimonio coincide con las recomendaciones del Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE), que señala que hasta el 30% del calor de una vivienda puede perderse por unas ventanas mal aisladas.

El caso de Laura refleja una tendencia creciente: mejorar el aislamiento antes que subir la calefacción. Con pequeñas modificaciones, muchos hogares pueden reducir el consumo energético sin necesidad de grandes reformas o inversiones elevadas.

Laura vivía en un piso con ventanas antiguas de aluminio sin rotura de puente térmico. Durante los inviernos, notaba corrientes de aire, condensación y paredes frías alrededor de los marcos.

Según los expertos en climatización, este tipo de ventanas puede dejar escapar gran parte del calor generado de la casa. El IDAE confirma que el aislamiento adecuado puede reducir el consumo de calefacción entre un 20% y un 30%.

Tras solicitar presupuesto, Laura optó por ventanas de PVC con doble acristalamiento tipo Climalit y gas argón en la cámara, una opción recomendada por instaladores certificados.

La mejora no solo ha generado mayor confort térmico, sino también un notable descenso en la factura mensual. Pasó de pagar unos 130 euros al mes en invierno a aproximadamente 80, lo que supone un ahorro acumulado cercano a los 600 euros al año.

Además de la eficiencia energética, Laura destaca la reducción del ruido exterior, algo habitual en viviendas urbanas. "Es como vivir en otro piso", asegura. El cambio ha sido tanto térmico como acústico, y ha mejorado su descanso y la sensación de bienestar general en casa.

Los especialistas en eficiencia energética recomiendan, antes de realizar instalaciones costosas o aumentar la potencia de la calefacción, mejorar el aislamiento pasivo de la vivienda.

El IDAE y la Organización de Consumidores de Usuarios (OCU) sugieren soluciones como burletes, cortinas térmicas, cojines aislantes para puertas o film transparente aislante para vidrio, que pueden reducir pérdidas sin necesidad de cambiar las ventanas.

Sin embargo, cuando el presupuesto lo permite, la sustitución completa suele ser la medida más eficaz y duradera. En viviendas antiguas, las ventanas suponen uno de los puntos con mayor fuga de energía.

Según datos recogidos por la OCU, cambiar las ventanas puede revalorizar la vivienda y mejorar la eficiencia energética de la certificación del inmueble, algo especialmente relevante en pisos de segunda mano.

A este ahorro económico y energético se suma un beneficio medioambiental: gastar menos energía implica reducir emisiones, lo que convierte este tipo de decisiones en una práctica responsable y alineada con la sostenibilidad.

Laura Torres es un ejemplo de que el aislamiento de las ventanas es una inversión que produce confort, ahorro y eficiencia. Ha conseguido disminuir casi 600 euros al año en su factura de calefacción y gozar de una casa más cálida y silenciosa gracias a una mejora que es relativamente asequible.

Los especialistas enfatizan que es fundamental comprobar el aislamiento de la casa antes de aumentar la temperatura del termostato. En consecuencia, optar por ventanas eficaces puede ser una decisión que se refleja en la calidad de vida y en las finanzas.