Charlize Theron en una escena de 'Tully' (2018), donde interpreta a una madre de tres niños a la que la vida se le está haciendo cuesta arriba.

Charlize Theron en una escena de 'Tully' (2018), donde interpreta a una madre de tres niños a la que la vida se le está haciendo cuesta arriba. IMDb

Estilo de vida

'Superwoman fatigue' y Navidad: el cóctel explosivo que dispara el cansancio crónico de las mujeres

En el día a día, ellas se enfrentan a la carga profesional de sus puestos, pero también, por defecto, al peso que suponen otras tareas.

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Cumplir con todo tiene un precio. Y en este caso, la moneda de cambio tiene nombre de mujer. Cada vez más perfiles femeninos están pagando con ansiedad, culpa y agotamiento crónico unas exigencias personales, profesionales y sociales que, aunque se han estandarizado, son totalmente inalcanzables. En este punto aparece el concepto de superwoman fatigue.

El término alude al desgaste físico y emocional que se experimenta al intentar alcanzar, de manera sostenida, un ideal de rendimiento total: destacar en el trabajo, soportar los cuidados, responder a las expectativas afectivas y no fallar en ningún frente, todo a la vez y sin permiso para parar. No es solo cansancio, sino algo estructural y que se mantiene en el tiempo.

"Muchas veces siento que vivo en bucle. Cuando suena la alarma por la mañana parece que ni siquiera he descansado y no solo hablo físicamente, en el sentido de la posible falta de sueño, sino que resulta como si mi cerebro no hubiera desconectado. La carga mental es brutal", señala el testimonio de una fuente cercana a este periódico que se dedica a su propio emprendimiento.

En Navidad, todo esto se vuelve más visible y se intensifica. A la presión habitual se suman los encuentros familiares, los regalos pensados, las comidas organizadas, las emociones ajenas que gestionar y la obligación tácita de que todo salga bien. Mientras el imaginario colectivo insiste en la calma, la unión y la felicidad compartida, son ellas las que sostienen la logística y el clima, casi siempre en silencio, como si su estado no encajara en la postal festiva que se espera proyectar.

Un estudio europeo que llevó el pasado mes de septiembre Make Mother Matter al Parlamento Europeo reflejó que el 78% de las madres sufren de sobrecarga mental. Por otro lado, según otro informe de Procter & Gamble en España que referenció en diciembre del año pasado la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), "tres de cada cuatro mujeres sufren carga mental, aunque casi la mitad, un 44 % de ellas, desconoce el concepto, mientras que sólo el 12 % de los hombres la padece".

Tras el concepto

La definición de este estado —que no se corresponde con un diagnóstico clínico, sino que se trata de un patrón— no es difícil de comprender. Es más, la sensación que se desprende del mismo es que, como sucede con muchas otras cosas hoy en día, simplemente se ha bautizado una experiencia que llevaba años integrada en la sociedad.

No obstante, aunque esta dupla del anglicismo no esconda demasiado misterio, sí que hay connotaciones que merece la pena observar.

"En la base del agotamiento actual en la mujer —la superwoman que tiene que poder con todose encuentra una educación basada en los cuidados y que la concibe como aquella que es capaz de sostener la familia, la pareja, otros vínculos, la casa y el trabajo. Y además a sí misma", comenta la psicóloga Carmen Monago, de Lumbre Psicoterapia.

En su conversación con este vertical, la experta además señala otra palabra proveniente del inglés que tiene relación directa con este cansancio crónico: mankeeping. Este término hace referencia al trabajo emocional y social realizado por ellas para mantener las relaciones afectivas y las redes de apoyo de los hombres de su entorno.

"Estos perfiles femeninos responden a la carga mental de ellos: recuerdan fechas, cosas pendientes, tareas del hogar... y además es la que escucha y regula el estado anímico de ellos", destaca Monago, que además dice que esta supermujer tiende a responsabilizarse de su contexto, mientras que él ejecuta lo que se propone.

Charlize Theron en otro 'frame' de 'Tully' (2018), físicamente agotada, mientras observa cómo su pareja se divierte jugando desde la cama.

Charlize Theron en otro 'frame' de 'Tully' (2018), físicamente agotada, mientras observa cómo su pareja se divierte jugando desde la cama. IMDb

"Ha sido común en el plano histórico-social: la mujer es la responsable del hogar y los cuidados, mientras el hombre 'ayudaexplica. Si no existiera una relación de pareja, esto se trasladaría a los cuidados de amigos o familiares. Lo que se mantiene es el rol".

Mariola Fernández, doctora en psicología por la Universidad de Jaén y profesora de este departamento en la Universidad Europea de Madrid, hace referencia precisamente a esta cuestión. A cómo, de una manera u otra, ese papel de ellas se ha mantenido y simplemente en su incorporación al mercado laboral se detectó una doble oportunidad.

"La superwoman fatigue, esta exigencia tan demandante es un reflejo social que quiere enmascarar el exceso de trabajo sobre el cuerpo femenino. Anteriormente, cuando estaba limitada a las tareas de la casa, había una estructura muy clara sobre quién afrontaba los cuidados", explica.

No obstante, comenta que con la llegada al mundo profesional de ellas, esta labor no se rebajó, sino que simplemente se sumó a las que ya asumían en sus puestos de trabajo.

"Quisieron aprovechar esta oportunidad por partida doble. Por una parte, la mujer absorbe esas posiciones que antes habían ocupado sólo ellos y, además, sigue asumiendo sus roles tradicionales", comenta Fernández.

Sin embargo, como la profesora de universidad detalla, esto no es algo nuevo ni se dio a partir de la década de los 80, sino que ya se observó en determinados periodos, como durante la II Guerra Mundial. Entonces la población femenina se amoldó a las necesidades del momento, accediendo al trabajo debido a la falta de mano de obra masculina, y atendiendo también las tareas del hogar y la familia.

Cuestión de género

El término habla de ellas y de la presión social para llegar a todo. Sin embargo, la situación no solo se reduce a esto último. Y es que de las mujeres no se espera únicamente que vayan tachando todas y cada una de las tareas pendientes: desde la reunión para ver el análisis de los KPIs del último trimestre hasta comprar el regalo de la cuñada de turno, pasando por la práctica de ejercicio.

Las expectativas tienen mucho que ver también con que todo eso se alcance desde algo cercano a la perfección. Que ese cansancio no se note.

Sobre esto hay un estudio de la NASA, el Gender Bias in the Perception of Others’ Fatigue: Women Report More Fatigue Than Men But Have Their Fatigue Underestimated by Others, de Morgan Stosic, Erin Flynn-Evans, Jennifer Duenas & Mollie Ruben, del que se hicieron eco a comienzos de este año medios internacionales como The Times.

¿Y qué se desprende de él? En primer lugar, que el cansancio de las mujeres está subestimado y el de los hombres sobrestimado. La pieza, que se lanzó en la publicación Sex Roles, pretendía analizar si el lenguaje corporal permite detectar la fatiga —como sinónimo de cansancio—, algo crucial en contextos como la aviación y los viajes espaciales.

Lo que se concluyó tras las comprobaciones fue que a pesar de que manifestaron verbalmente un mayor agotamiento, las valoraciones externas, basadas en cuestiones físicas, determinaron lo contrario.

El estado de ellas fue subestimado en 1,3 puntos y el de ellos sobrestimado en 0,9. De acuerdo a las anotaciones de las autoras del estudio, esto se debió a que ellas se mostraron durante las observaciones más expresivas y atentas. De fondo, tras esto, se encuentran las normas y convenios sociales que las empujan a ser más cálidas y a ocultar las emociones negativas.

En 'Roma' (2018), el personaje de Cleo, la empleada del hogar, es el que sostiene a toda la familia, como se representa en el póster de la cinta.

En 'Roma' (2018), el personaje de Cleo, la empleada del hogar, es el que sostiene a toda la familia, como se representa en el póster de la cinta. IMDb

En la edición británica de Women's Health, señalaron entonces que esto a su vez puede tener consecuencias como la tendencia a minimizar los síntomas de salud de las mujeres, con riesgo de diagnósticos erróneos o tardíos y de que no expresen su fatiga por miedo a no ser creídas.

Esa idea de poder con todo sigue estando muy presente y tiene mucho de autoexigencia —que habría que analizar de dónde nace— y de los mandatos de género. "Diría que es la base de que se normalice este desgaste", comenta Carmen Monago.

"Hay algo reseñable y es la validación hacia la mujer cuando puede con todo, hay una aprobación, se visualiza como algo positivo. A nivel generacional, tiene que ser así, por aquellas que no tuvieron la oportunidad. Sin embargo, nuestras abuelas fueron referentes de fortaleza que tuvieron que 'normalizar y tolerar' el desgaste emocional y agotamiento. Aprendieron a apartar su malestar", explica la psicóloga.

Terapia y sociedad

Debido a cuestiones como las que se mencionan, este agotamiento constante se manifiesta muchas veces de forma silenciosa. "En estos casos las señales suelen ir ligadas a una sensación de impotencia, de incapacidad para llevar a cabo tareas aparentemente sencillas, bloqueo, neblina mental...", explica la psicóloga.

Detalla, además, algunas expresiones que suelen aflorar durante la terapia cuando se aborda este problema: del "me siento desbordada, desganada o desmotivada" al "la vida me puede", "me cuesta estar con los demás" o "necesito parar y no puedo".

"2024 fue un año muy complejo para mí. Por una parte, la carga de trabajo fue tremenda y, por otro lado, sentía que tampoco podía asumir esas 'obligaciones' personales que normalmente me encantan. No llegaba a nada, sentía que me quedaba a medias", explica la emprendedora antes mencionada como fuente.

"El despertador sonaba a las 6:00 horas y una jornada de solo 12 horas era un regalo. Únicamente paré tras sufrir un ataque de pánico desmedido", añade.

Monago comenta que cuesta reconocer estas situaciones porque generan culpa: "Hay mucha presión social sobre cuánto tiene que poder una mujer. Si se admite que no se llega, se puede vivir como un fracaso personal. Aquí entrarían factores importantes como la capacidad de pedir ese soporte y la disponibilidad del entorno".

Para la psicóloga, en terapia es esencial identificar qué está generando la sobrecarga. Después de eso se hace un análisis que comienza separando qué es lo que importa ahora y se trata de algo urgente o puede esperar. Por otro lado, también señala como fundamental aprender a soltar y delegar, así como trabajar la hiperresponsabilidad.

Igualmente, recomienda reconectar primero con el descanso, creando un espacio interno que permita una mejor gestión de la situación. De este modo, se puede reconducir esa mirada que se fija en lo externo hacia lo interno, atendiendo necesidades y deseos propios.

Imagen de archivo de una madre jugando con sus hijos.

Imagen de archivo de una madre jugando con sus hijos. Foto de Marisa Howenstine en Unsplash

En este contexto de cuidados y sociedad, a la doctora de la Universidad Europea Mariola Fernández se le hace imposible obviar la conciliación, y además desde dos puntos de vista diferentes: la familiar y la de una consigo misma. "Parece que cuando no se tienen hijos la mujer no tiene derecho a su vida privada desde el punto de vista del empleador", destaca.

"Si miramos nuestro mercado, ¿quiénes son las que reducen su jornada con la llegada de los niños? Las mujeres, porque es algo que se asume de forma sistemática, que nos pertenece. Como si un padre no pudiera ejercer las mismas funciones", comenta.

Además, alude a esas cuatro semanas de baja por paternidad de las que ellos se benefician también. No obstante, cuando se continúa con la crianza, ellos siguen con sus carreras profesionales y los datos dicen que son ellas las que renuncian a las mismas o a parte de sus objetivos.

Aquí también menciona la experta la importancia de la brecha salarial, que aún se da en muchos lugares de empleo. "Si yo soy el que gana más, lo más lógico es que se reduzca la jornada la persona que ingresa menos. Es la excusa perfecta", añade.

En mitad de este caos social que implica en clave femenina, entre otras muchas cosas, este agotamiento estructural, la profesora señala la importancia de las redes de mujeres. Esos entornos que suponen un resorte de fuerza y comprensión cuando los vientos no soplan a favor.

Nombrar la superwoman fatigue no la soluciona, pero la saca del silencio. Pone palabras a un desgaste que durante décadas se asumió como parte del carácter femenino, del deber y de la fortaleza.

Tal vez el primer gesto para desmontarla no sea hacer más, sino cuestionar por qué se sigue esperando que sean ellas quienes sostengan lo insostenible. Porque poder con todo no debería ser un mérito. Y descansar, tampoco una excepción.