Sara, albañila, en un vídeo de TikTok.
Sara (36), albañila con cinco años de experiencia: "Trabajo solo 8 horas y gano el triple que siendo interna"
La hondureña trabajaba como interna, de lunes a domingo y cobraba 200 euros al mes por su labor.
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Según ha desvelado el proyecto europeo "Cuidados de Calidad para un Envejecimiento Satisfactorio: Indicadores Europeos para los Servicios de Atención Domiciliaria", el 41% de los cuidadores que proporcionan servicios sociosanitarios domiciliarios a personas mayores son inmigrantes.
La necesidad de buscar oportunidades laborales más allá de sus países de origen y la percepción de que este trabajo es "de baja cualificación" son algunos de los motivos que impulsan estas cifras. Además, es el trabajo más accesible una vez llegas a España: contratos ilegales y pagos "en negro".
Sara fue una de las inmigrantes que vivió en primera persona esta situación y, en busca de una nueva oportunidad, encontró lo que para ella fue la salvación: el sector de la construcción. Según explica, es un trabajo que, a pesar de ser más desafiante, le permite mayor libertad y salario.
La historia de Sara
La nueva vida de Sara comenzó como empieza la de la gran mayoría de mujeres que vienen a España en busca de nuevas oportunidades, en el hogar. En España, aproximadamente el 41% de las trabajadoras del hogar son inmigrantes.
Sin embargo, y debido a las condiciones laborales que, en muchas ocasiones, ofrecen estos trabajos, la hondureña decidió buscar oportunidades en otro sitio. Y a pesar de no haber agarrado nunca una herramienta, decidió probar en la construcción.
Sara empezó como pintora en pequeñas obras que no requerían formación, lo que se conoce como 'chapuzas' y donde estuvo siete meses; sin embargo, una empresa le dio la oportunidad para trabajar como albañil legalmente.
"Para las mujeres, hay más oportunidades en la pintura que en la albañilería", comenta Sara, pero confiesa que, aunque no se ha topado con muchas, se pueden encontrar siempre que se busquen.
A pesar de ser un mundo históricamente masculino, la construcción le ha permitido a Sara una vida en la que tiene tiempo y en la que su sueldo está por encima de muchos otros.
Siendo interna, según confiesa, trabajaba 11 meses, de lunes a domingo, y sin ningún tipo de independencia. Sara explica que cuidaba a una pareja de ancianos y cobraba 200 euros al mes por su labor.
El trabajo de Sara en la construcción.
Sara no solo cuidaba a la pareja de ancianos, sino que también dormía en su casa y realizaba tareas como cuidar a los hijos de los empleadores, dedicando varias horas cada noche y durante las mañanas.
En la construcción, en cambio, Sara trabaja de lunes a viernes, de 8 de la mañana a 6 de la tarde, con dos descansos: uno a las 10 de la mañana y otro a las 2 de la tarde, volviendo a trabajar a las 3.
Además, la mayor ventaja para la hondureña es el salario. "En la construcción se gana muchísimo mejor que trabajando de interna", explica. Su sueldo base es de 1.200 euros, pero con horas extra puede llegar a los 1.500.
Sin embargo, toda historia bonita parece tener algún desafío y, en el caso de Sara, es el machismo del sector. "A veces creen que por ser mujer no puedo hacer el trabajo", confiesa, aunque sus supervisores nunca hayan permitido faltas de respeto.
De hecho, uno de estos micromachismos viene por parte de su familia, quien le dice que es un "trabajo para hombres", aunque es el oficio que le permite enviarles dinero a Honduras.