
Mujer quitándose su anillo de casada.
Adrián Chico, psicólogo: "La persona que es infiel continuamente, es incapaz de gestionar sus emociones"
La advertencia del experto en parejas es clara: si eres infiel de forma recurrente, quizá el problema no sea tu pareja, sino el modelo de relación que has elegido.
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La infidelidad es uno de los mayores motivos de ruptura en las relaciones de pareja. Según una encuesta publicada recientemente, el 31% de los españoles reconoce ser infiel a su pareja.
Y aunque cometer un desliz puntual puede tener múltiples causas y contextos, ¿qué pasa cuando alguien lo hace una y otra vez? ¿Por qué hay personas que, aun sabiendo que van a hacer daño, siguen siendo infieles?
El psicólogo y terapeuta de parejas Adrián Chico ha lanzado una reflexión a través de sus plataformas en redes sociales: "Una persona que pone los cuernos varias veces debería plantearse si lo que quiere es una relación abierta".
¿Por qué algunas personas son infieles?
Adrián Chico relataba el caso concreto de un conocido, a quien su expareja le fue infiel hasta en cinco ocasiones. A raíz de esta historia, el psicólogo abría un debate sobre la naturaleza de la infidelidad sistemática: "Estábamos hablando de por qué hay gente que miente una y otra vez a su pareja, personas a las que supuestamente quieren, en vez de asumir sus actos".
Según Chico, el problema no está solo en el engaño sexual, sino en la incapacidad emocional que hay detrás: el miedo a asumir consecuencias, la falta de autoconocimiento y el peso de las normas sociales que nos empujan a encajar en modelos relacionales que, quizás, no se adaptan a nuestra verdadera forma de amar.
El psicólogo va más allá del típico análisis moral sobre "está bien" o "está mal" engañar. Lo que realmente preocupa, según él, es la negación sistemática de la responsabilidad. "Cuando una persona miente directamente a su pareja, incluso cuando se le pregunta, es porque no puede soportar lo que se le viene encima", explica.
Y no se trata solo de miedo al castigo o a perder a la pareja, sino de una inmadurez emocional profunda, una especie de huida permanente de uno mismo: "Estas personas no saben ni gestionar lo que sienten, ni mucho menos lo que hacen. No se enfrentan a sus emociones, simplemente las tapan con placer momentáneo y mentiras".
¿De verdad quieres una pareja?
Chico es conciso: "A veces nos obligamos a nosotros mismos a ir en contra de lo que nuestro cuerpo quiere". Y tiene toda la razón.
En muchas ocasiones, las personas que son infieles de forma recurrente no lo hacen por maldad, sino porque viven en conflicto entre sus deseos reales y lo que creen que "deberían" desear.
Vivimos en una sociedad que ha idealizado la monogamia, pero no todo el mundo está hecho para ella. El problema es que muchas personas se meten en relaciones cerradas sin quererlo de verdad, solo por presión social, miedo a estar solos o inseguridad.
Es en este caso cuando aparecen las ganas de estar con alguien más, no saben cómo gestionarlo sin traicionar.
¿Y si el problema es el modelo de relación?
Adrián Chico lanza su advertencia más directa: "Una persona que ha sido infiel varias veces no necesita otra pareja, necesita otro tipo de relación". Es decir, quizás lo que buscas no es engañar a nadie, sino tener la libertad de "explorar" tus deseos sin hacer daño.
La solución no pasa por seguir rompiendo corazones ni por vivir con culpa. Pasa por plantearse si lo que encaja contigo es una relación abierta, consensuada y honesta, donde todos sepan las reglas del juego.
Chico insiste: "No tiene sentido repetir el mismo patrón de infidelidad una y otra vez si existe un modelo de relación donde tus necesidades pueden estar cubiertas sin mentiras”.
Una relación abierta no es sinónimo de "carta blanca para hacer lo que se quiera". No vale todo. Requiere madurez, comunicación, confianza y normas claras. No es para todo el mundo, pero para algunas personas puede ser la única forma honesta de relacionarse afectivamente sin herir a otros ni a sí mismos.
Adrián Chico no romantiza la infidelidad ni demoniza la monogamia. Lo que propone es que cada persona se tome en serio su forma de amar y de desear, y que construya vínculos en los que no tenga que mentir ni esconderse.
La infidelidad repetida no tiene por qué marcarte de por vida. Pero sí es una señal clara de que algo en ti necesita revisarse. Al final, la libertad no está en hacer lo que te da la gana, sino en vivir en coherencia con lo que eres, sin dañar a nadie.