Silvia Congost, psicóloga.

Silvia Congost, psicóloga.

Estilo de vida

Silvia Congost, psicóloga: "Una ruptura sentimental se supera como una adicción, cortando todo contacto"

En España, la dependencia emocional afecta a casi el 50% de la población, siendo más habitual aún en las personas jóvenes de entre 16 y 31 años.

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Según recoge el Instituto Nacional de Estadística (INE), en 2024 España registró 95.650 rupturas matrimoniales (divorcios, separaciones y nulidades), un aumento del 3,6% respecto a 2023. Unas cifras que indican que la tasa de rupturas es de 1,7 por cada 1.000 habitantes, siendo la falta de compromiso, la infidelidad, los conflictos, y el matrimonio a edad temprana algunos de los motivos más comunes.

Además del aumento de divorcios y separaciones a nivel general, en los informes se recoge que, entre los meses de enero y abril, España atravesó un repunte —del 6,6% concretamente— de divorcios no consensuados: aquellos en los que uno de los cónyuges solicita la separación sin el consentimiento del otro. Es decir, un porcentaje muy amplio de españoles que han tenido que vivir una ruptura no deseada, y todos los sentimientos que eso conlleva.

La ruptura sentimental es uno de los motivos más frecuentes en terapia. La gran mayoría de las personas, por no decir todas, no saben cómo enfrentarse a lo que sienten o, simplemente, cómo superarlo. En este punto, los expertos como Silvia Congost aconsejan separar la situación en torno a dos sucesos, ¿hay dependencia emocional? En el caso de que la respuesta sea afirmativa, la solución es cortar el contacto.

Por qué evitar la amistad tras una ruptura

En la gran mayoría de los casos, el fin de una relación es una situación compleja y dolorosa, un momento en el que se debe dar por cerrado un capítulo para adaptarse a un nuevo estilo de vida. La manera en la que afrontamos esta separación es completamente diferente para cada persona, y esto puede cambiar más aún cuando la decisión es solo de uno de los miembros de la pareja.

Es en esos momentos cuando da inicio el proceso de recuperación. Hay quienes deciden no cerrarse al amor, otros que se encierran en sí mismos, quienes pasan el duelo con facilidad o aquellos que crean una dependencia emocional hacia su ex pareja. Este último es el más frecuente y, según recogen los informes, afecta a casi el 50% de la población, siendo más habitual aún en las personas jóvenes de entre 16 y 31 años.

Hablamos de dependencia emocional cuando existe una vinculación afectiva, excesiva o permanente con otra persona. Se trata de un sentimiento que supone una serie de comportamientos adictivos, además de llevar asociadas emociones, pensamientos, motivaciones y comportamientos que buscan siempre la proximidad del otro para sentir satisfacción, seguridad o incluso reconocimiento.

La dependencia emocional tiende a darse en la pareja; sin embargo, también puede suceder una vez terminada la relación. El miembro dependiente puede experimentar ansiedad, miedo al abandono, y dificultad para aceptar que la relación ha terminado, lo que implica una necesidad de estar constantemente en contacto con la otra persona.

Sin embargo, tal y como explica la psicóloga Silvia Congost, "igual que un alcohólico no puede seguir bebiendo si quiere superarlo, no puedes seguir en contacto con esa persona si sufres dependencia emocional". La amistad, en estos casos, no solo es complicada, sino que se convierte en contraproducente e, incluso, dolorosa.

La dependencia emocional funciona como una adicción, que afecta tanto la salud mental como la capacidad de la persona para avanzar. La persona dependiente comienza a vivir a través del otro, a medir su propio valor en función de la atención, el afecto o incluso la aprobación que recibe. Cuando esa fuente desaparece, el vacío puede volverse insoportable.

"Si eres fumadora y quieres dejar de fumar, ¿puedes fumarte un cigarrillo de vez en cuando? No", indica Congost, "cuando hay dependencia emocional, no se puede seguir como amigos, ni una relación cordial ni cercana", añade.

En este contexto, insistir en mantener una amistad es una forma de autoengaño, intentamos convencernos a nosotros mismos de que esa persona es importante para nosotros, "nos llevamos bien" o "nos queremos mucho aunque no sea como pareja"; sin embargo, esto solo perpetúa el ciclo de dolor, alimenta la esperanza de reconciliación, y evita que se afronte la pérdida.

Según explica la psicóloga, aceptar esta realidad es difícil. Implica admitir que no estamos bien, que no podemos manejar la ruptura y que, por más que duela, lo mejor es mantener un contacto cero, con el fin de desintoxicarnos emocionalmente y poder sanar por nuestra propia cuenta.