Viajar con amigas

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Estilo de vida

Viajar con amigas nos hace más felices: el secreto está en las endorfinas

¿Qué nos puede provocar mayor alegría que reírnos, bailar y cantar con las amigas? Sin duda, viajar con ellas. 

10 diciembre, 2023 01:56

El cerebro humano nos estimula produciendo diferentes componentes químicos que nos regalan felicidad al instante. ¡Felicidad al instante! Resulta que cuando dormimos entre siete y nueve horas o nos marcamos una rutina de ejercicio diario, la dopamina segrega felicidad de forma automática.

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Pocas veces pensamos en la sensación tan placentera que produce darle un abrazo a alguien a quien queremos, conocemos o saludamos. Cuando el contacto se lleva a cabo, la oxitocina se pone en marcha y, en un acto de graciosa generosidad, nos llena de felicidad desde la uña del pie hasta el último pelo de la cabeza. 

También sucede que, si incorporamos el agradecimiento a las cosas más comunes como, por ejemplo, “gracias por el café” o “gracias, es usted muy amable”, la serotonina rompe los lazos que la oprimen y brota por nuestros poros proporcionándonos una felicidad silenciosa de manera gratuita.

Pero, ¿alguna vez os habéis parado a pensar por qué cuando nos reímos con la boca abierta, bailamos sin vergüenza, cantamos desaforadamente y vamos de viaje con las amigas, somos tan sumamente felices?

La responsable de nuestra felicidad tiene nombre y apellidos y se llama Endorfina, la Reina de las hormonas. Las endorfinas se alojan entre la glándula pituitaria y el hipotálamo del cerebro y se generan como respuesta a situaciones que nos provocan placidez, amor o alegría.

Y, ¿qué nos puede provocar mayor alegría que reírnos, bailar y cantar con las amigas? Sin duda, viajar con ellas. 

Maribel, la amiga caribeña

Pongamos que se llama Maribel y que, por ejemplo, se acaba de jubilar. Su carácter extrovertido, su tono de piel tostado con signos de bienestar maduro, su ritmo, que está tan adherido a su cuerpo que lo traslada hasta las clases de yoga, y su apariencia de mujer saludable, la hace ser una persona alegre por obligación; de hecho, llegó un momento de su vida en el que ella eligió ser alegre por obligación.

Maribel es de esas personas que sabe cuándo sale, pero no cuando entra y quedar con ella para conversar solo es la excusa para abrir nuevas puertas al futuro. Ella lo contamina todo con su mirada risueña.

Recuerdo que el día que le propuse ir a Noruega en barco y casi se atraganta. ¡Tú estás loca! Me dijo, ¡yo me voy a Cuba! Y cambió la cerveza por el mojito. Con Maribel no tiene sentido abrigar los sentimientos o camuflarlos debajo de la bufanda. Maribel empuja al sol, al sudor y al baile y viajar con ella es tremendamente agotador y altamente recomendable.

Ana, cuando todo son sonrisas

Con Ana he compartido infinidad de lecturas y conversaciones. Es una chica que sabe escuchar y que, con su tono de voz dulce y su mirada precisa, se interesa por el bienestar ajeno. Tenemos prácticamente la misma edad y somos, en la práctica, almas viajeras que le exigen al destino un mínimo de historia.

Ana es observadora, apasionada de la sabiduría y no se cansa de caminar, preguntar y fotografiar. Ha sido la compañera ideal en infinidad de viajes y es muy difícil que, a cualquier proposición, te diga que no. ¿Hay que subir en globo? Cuenta conmigo. ¿Hay que conducir un camión?

Cuenta conmigo. ¿Hay que inventariar todos los cuadros del MoMA? Cuenta conmigo. ¿Hay que robar un banco? No, eso no, pero dame tiempo. Ella es una persona disfrutona y da gusto proponerle planes y encontrar la felicidad entre todos ellos. 

Miriam, no sin mi maquillaje

Un viaje a la costa amalfitana con escapadas a la bella Capri, la seductora Amalfi, la floreada Positano… Así empezó a gestarse esta escapada de fin de semana que acabó en Nápoles, rodeadas de tráfico, sflogiatellas y hombres. Muchos hombres.

Porque si algo tiene mi amiga Miriam es que es el centro de atención de todos los lugares donde pisa. Todas tenemos una amiga como Miriam. Encantadora, guapa, comunicativa e imantada. Sí, imantada. Imantada hasta tal punto de romperle la cadera a todos los hombres que se giran para mirarla. 

Policías, militares, bomberos. Todos ellos locos por ella y ella, aséptica en el amor. Miriam es una viajera que conoce cada rincón instagrameable de la ciudad que va a visitar. Cada esquina, cada caída del sol, cada golpe de viento. Nadie hace las fotos como ella y nadie cuida sus fotos como ella.

Su energía es tan contagiosa que, con tan solo unos minutos a su lado empiezan a apasionarte las mismas cosas bonitas por las que ella siente pasión.  

Maribel, Ana, Miriam, Paquita, Cristina, Ángela. Da igual los nombres y si existen en la vida real. O no. Lo verdaderamente importante es masajear la amistad. Alimentarla. Y, si no podéis viajar a menudo con vuestras amigas, os invito a repasar todas sus virtudes y todos sus afectos; a pensar en las cualidades que las hacen especiales, en la hermosura de sus gestos y en la fuerza con la que se cuelgan a diario sus mochilas, independientemente de los ladrillos que lleven dentro.

Seguro que al hacerlo arrastráis miles de kilómetros de anécdotas que os harán burbujitas en cada uno de vuestros huecos interiores. Ahora sabéis que esa agradable sensación que provocan los recuerdos bonitos son la suma del cariño con el que se gestaron y un tímido porcentaje de endorfinas. Las Reinas de las Hormonas.