Mujer en la peluquería.

Mujer en la peluquería. iStock

Belleza

Rosi Fernández, peluquera, advierte del error que más debilita el pelo a partir de los 60: "Igual de malo que el tinte"

Cuidar de una de las partes más características de una persona no debería ser solo por coquetería, sino también por salud.

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El paso de los años no solo hace estragos en la piel. El pelo es uno de los elementos de nuestro organismo que más lo nota, cambiando por completo su ADN hasta el punto de cambiar de color o provocar su rotura.

Si a ello añadimos cómo influyen en él agentes externos como la contaminación, los rayos solares y, cómo no, el modo en que tratamos nuestro cabello, todo se resume en un visible debilitamiento.

El uso del secador puede debilitar notablemente el cabello en las mujeres a partir de los 60 años si no se emplea de forma correcta, según la peluquera Rosi Fernández.

La principal razón es que, con la edad, la fibra capilar pierde grosor, elasticidad y capacidad de retención de agua, volviendo el pelo más seco, frágil y propenso a la rotura y al encrespamiento.

El calor excesivo y la proximidad del secador sobre el pelo maduro dañan la cutícula, apagan el brillo y pueden provocar una pérdida significativa de movimiento y salud capilar.​

La sensibilidad del cabello

Con el envejecimiento, las mujeres experimentan una reducción en la producción de queratina y sebo, lo que deja al pelo menos protegido frente a agresores externos como el calor.

La aplicación directa del secador, especialmente a temperaturas altas y muy cerca de la raíz, puede deshidratar bruscamente la fibra capilar.

Esto rompe la cutícula, acentúa la fragilidad y resta vitalidad, generando un aspecto de cabello quebradizo y sin brillo.​

Además, el cuero cabelludo también envejece: su piel se vuelve más fina y susceptible a irritaciones y descamaciones si se expone a calor excesivo.

Un mal uso del secador puede incluso deteriorar la microcirculación capilar, reduciendo el aporte de oxígeno y nutrientes a los folículos, lo que desemboca en una melena más débil cada día.​

Errores al secar el pelo a los 60

Según Rosi Fernández y otros expertos, los principales errores son:

  • Utilizar el secador a máxima temperatura, creyendo que así se termina antes.
  • Acercar demasiado el secador al cabello (menos de 10–20 cm), lo que puede aumentar el daño térmico.
  • No mover el secador durante el secado, concentrando el calor en un solo punto y dañando la fibra capilar.
  • Prescindir de protectores térmicos, imprescindibles para crear una barrera frente al calor.
  • Secar el pelo sobrecargándolo de fricción con la toalla, también favorece la rotura capilar.

El impacto real dependerá de los hábitos, pero varios estudios y la propia experiencia de las peluqueras señalan que el mal uso del secador puede duplicar o incluso triplicar la rotura y la pérdida de brillo si no se toman precauciones.

El calor directo provoca evaporación rápida del agua interna del cabello y, si se repite a diario, se acelera el envejecimiento de la fibra capilar, la deshidratación y la aparición de zonas ásperas, apagadas y abiertas en las puntas.​

De hecho, los protectores térmicos bien aplicados pueden reducir hasta un 50% el daño estructural derivado del secador, por lo que su uso es considerado esencial antes de cualquier fuente de calor, aún más a partir de los 60 años.​

Cómo secar el cabello maduro

Rosi Fernández recomienda tres claves infalibles:

  • Temperatura media: Secar a temperatura media protege mejor la fibra que el aire muy caliente.
  • Distancia y movimiento: Mantener el secador a unos 15–20 cm del cabello y moverlo continuamente evita concentrar el calor y minimiza el daño sobre la cutícula.
  • Preparación previa y sellado final: Elimina primero el exceso de agua suavemente con toalla, aplica protector térmico, y termina tu secado con un chorro de aire frío para cerrar las cutículas y dar brillo natural al pelo.​

El mejor aliado de una melena luminosa y fuerte a partir de cierta edad es la prevención y la técnica adecuada al secar el pelo, no el calor excesivo. Adaptar tu rutina supone un cambio visible en salud, volumen y movimiento de tu pelo.