Imagen de archivo de tres madres paseando con sus bebés por Madrid.

Imagen de archivo de tres madres paseando con sus bebés por Madrid. EFE

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Congelar óvulos, el plan B de la nueva generación de madres españolas: aumenta en un 2.600% desde 2010

Tras el auge de esta práctica se encuentra, a menudo, la necesidad de retrasar la maternidad por la falta de estabilidad o las trabas en el mercado laboral.

Más información: La reproducción asistida y los riesgos más allá de los 40: de los tres intentos en la pública a los 9.000 euros en la privada

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La maternidad está (casi) de capa caída en todo el mundo, incluida España. Según el estudio La verdadera crisis de fecundidad, publicado en junio por el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA), el país figura entre los 12 con menor tasa de fecundidad en todo el mundo: es de 1,2 hijos por mujer en edad fértil.

Considerando que esta, para que se produzca el reemplazo generacional a nivel global, debería ser de 2,1 descendientes por madre —en un mundo en el que hay 8.232 millones de personas—, no sorprende que el organismo haya puesto de manifiesto su preocupación por el "hundimiento demográfico" que atraviesa el planeta.

Sin embargo, del informe, basado en encuestas realizadas a 14.000 personas, también se extrae otro dato clave: la mayoría de la población desearía tener dos hijos, pero el 18% cree que es "imposible" y el 39% de los entrevistados sitúa las restricciones económicas (39%), la precariedad (21%) y el acceso a la vivienda (19%) entre las trabas principales.

La ya generalizada crisis de la natalidad ha hecho que se empiece a hablar del concepto de los 'desiertos de bebés' y que múltiples gobiernos hayan comenzado a apostar por políticas pronatalistas basadas, entre otras cuestiones, en la inclusión de incentivos económicos a las madres. Su efectividad, a debate; sus medidas, desesperadas por lograr que más niños lleguen al mundo.

Destacan casos como el de Rusia, que determinó que las mujeres que tuvieran más de un hijo podrían recibir un pago de unos 7.000 dólares, e incluso planea vetar la difusión de contenidos child-free, como Sexo en Nueva York, en pos de fomentar el incremento demográfico. También está China, a la que ha acabado pasando factura su política de un solo hijo. Y, por supuesto, Estados Unidos.

En España, la Sociedad Española de Fertilidad (SEF) lleva tiempo proponiendo un cambio de paradigma en el abordaje de la salud reproductiva que incida en la crisis de natalidad como un problema de salud pública. Su objetivo es abrir un debate social y promover medidas que contribuyan a atajar este fenómeno.

Imagen de archivo de una mujer con un carrito.

Imagen de archivo de una mujer con un carrito. EFE

Cierto es que las españolas tienen menos hijos que antaño, y el primero a una edad cada vez más avanzada. La media es de 31,5 años, y uno de cada diez recién nacidos ha tenido una madre de 40 años. En contraste, aparece una tendencia en alza que ya está marcando un punto de inflexión en la forma de concebir los ritmos de la maternidad: los tratamientos de fertilidad.

Según datos recientes de la SEF, un 11% de los niños nace gracias a técnicas de reproducción asistida y muchos más podrían hacerlo en los próximos años gracias a la criopreservación de óvulos. Si, en 2010, el registro estatal de referencia en esta materia cuantificó en 281 el número de mujeres que habían congelado ovocitos, en 2022 —fecha de la que se disponen los datos más recientes— aumentó a 7.502.

En apenas 12 años, el número de madres que pasan por este procedimiento se ha multiplicado 26,7 veces, lo que supone un aumento del 2.570%. Esto implica un crecimiento constante que, según los expertos, refleja un cambio profundo en la planificación familiar y el retraso de la maternidad.

¿La brecha condiciona?

Este auge no es una sorpresa si se tiene en cuenta que España es uno de los principales referentes en medicina reproductiva, pero tampoco puede entenderse únicamente desde el plano sanitario o tecnológico. La decisión de retrasar la maternidad responde a una combinación compleja de factores.

Influyen los cambios en torno al modelo familiar y de convivencia, el deseo de desarrollo individual, la tendencia a cambiar más de lugar de residencia... Dentro de este conjunto de condicionantes, uno de los más persistentes y difíciles de sortear sigue siendo la desigualdad en el mercado de trabajo, que afecta a la posibilidad de compatibilizar la carrera con la maternidad.

Actualmente, se estima que 7,6 de cada 10 mujeres consideran que la carga familiar repercute negativamente en su desarrollo profesional. Esta es una de las conclusiones que se extraen de El talento habla: conciliación como ventaja competitiva en la empresa, recientemente publicado por The Friendly Companies.

El informe destaca cómo la brecha de género repercute en la vida laboral y familiar de las españolas, que consideran que los esfuerzos por promover políticas de conciliación desde las empresas son aún insuficientes. Muchas se ven obligadas a elegir entre un rumbo u otro al inicio de su trayectoria, pues no los ven compatibles.

"La maternidad sigue suponiendo un freno en la progresión profesional femenina, mientras que la paternidad no tiene el mismo impacto en los hombres", explica Elena Gómez del Pozuelo, CEO de la empresa de impacto social. Así, no es falta de voluntad lo que frena esta etapa, sino una barrera que hunde sus raíces en lo socioeconómico.

Según una encuesta reciente de la Asociación Yo No Renuncio, el 87% de las madres españolas ha tenido que realizar sacrificios en su vida laboral. Estos incluyen desde la reducción de la jornada (52%) con su consecuente pérdida salarial, la solicitud de una excedencia (24%), la renuncia a oportunidades de promoción (21%) y el cambio de trabajo para conciliar mejor (20%).

Todas estas dificultades dan forma a una barrera estructural que empieza a calar desde las primeras experiencias profesionales. Así lo avalan, desde la perspectiva de la brecha salarial, los datos más recientes del Instituto Nacional de Estadística: las mujeres jóvenes se incorporan al mercado laboral con salarios un 18,6% inferiores a los de sus compañeros varones.

La precariedad laboral —el 61,7% de los jóvenes en España tenía en 2024 un contrato temporal y más de la mitad vivía en hogares con dificultades para llegar a fin de mes— lleva a cada vez más mujeres a decidir no tener hijos, o a tenerlos más tarde. Además, España es uno de los países con la edad de emancipación más alta de Europa. También es más tardía a la hora de contraer matrimonio.

Una nueva maternidad

Con este escenario como telón de fondo, la maternidad en España está sufriendo una visible transformación. La sociedad vive un cambio en el ciclo de natalidad, marcado por factores socioeconómicos, culturales y tecnológicos. Las familias son más pequeñas, la fecundidad llega después y las decisiones sobre ser madre o no se toman en un contexto más complejo.

Imagen de archivo de una sanitaria recogiendo muestras para su criopreservación.

Imagen de archivo de una sanitaria recogiendo muestras para su criopreservación. iStock

También hay un aumento de madres solteras por elección y un mayor apoyo de las técnicas de reproducción asistida. En 2024, la Xunta de Galicia elaboró un plan por el que ampliaba su cartera de servicios para incluir la financiación de la congelación de óvulos de las mujeres de entre 30 y 35 años, sea cual sea el motivo por el que recurran a ella, dentro de la sanidad pública.

En su momento, la medida fue debatida por expertos que consideraban que esta ponía un parche a las cuestiones que en realidad frenaban a las mujeres de la idea de ser madres, frente a quienes aseguraban que la congelación podía otorgarles cierta tranquilidad. En cualquier caso, el porcentaje de españolas que con el tiempo acuden a recuperar esos óvulos es relativamente pequeño.

Cinco puntos clave

  • La mujer nace con un promedio de un millón de óvulos; llega a la pubertad con 400.000 y, a partir de ahí, pierde mil en cada regla. La vitrificación permite preservar la fertilidad hasta el momento en que esta desee ser madre.
  • La edad de la mujer en el momento de la congelación influye en la tasa de éxito del tratamiento: lo recomendado es llevarlo a cabo antes de los 35 años.
  • Los ovocitos no se deterioran con el paso del tiempo, permanecen exactamente en las mismas condiciones, por lo que pueden estar congelados indefinidamente.
  • La quimioterapia y la radioterapia producen daños irreversibles en los óvulos. Por ello, muchas pacientes que buscan o no saben si en un futuro querrán tener hijos se someten a la extracción antes de iniciar un tratamiento oncológico. Para más información, se recomienda consultar a un especialista.
  • La ley de reproducción asistida contempla tres supuestos para el destino de los óvulos en el caso de que la paciente ya no quiera quedar embarazada: puede decidir entre donarlos a la ciencia, donarlos con fines reproductivos a otras parejas y, en último lugar, destruirlo.

En los últimos años, el objetivo de revertir la caída de natalidad se ha convertido en prioritario no solo para las instituciones, sino también para las propias compañías. Algunas, incluso, cuentan con el sello 'baby-friendly', que se les otorga si cumplen diez principios básicos para ser catalogadas como negocios comprometidos con la conciliación.

Entre ellos, destaca el trato paritario entre padres y madres, ofrecer información a sus empleados sobre sus derechos y trámites, y sobre todo, la flexibilidad: de horarios, de contingencias familiares… en resumen, de ser consciente de la realidad de cada trabajador. Todos estos factores juegan un peso clave en la elección de tener o no hijos en pleno 2025.

Progresar sin renuncias

En este cambiante escenario, especialistas como Rosalen Ramos, Career Expert de LinkedIn, apuntan a la importancia de crear entornos que favorezcan la conciliación desde las empresas. No basta con medidas aisladas; se necesitan políticas integrales que combinen apoyo económico, flexibilización, acceso a servicios y un cambio cultural que elimine los estigmas.

"El papel de las empresas es clave para crear una cultura que permita avanzar sin penalizaciones, integrando la maternidad como parte natural del crecimiento profesional. Si bien esta a menudo se interpreta como un punto de ruptura en la carrera de una mujer, en realidad es una etapa que aporta habilidades valiosas", destaca la experta en orientación.

El establecimiento de prioridades, la toma de decisiones con perspectiva o el liderazgo empático son algunas de ellas, según destaca Ramos. Por todo esto, subraya, la experiencia de ser madre "merece ser reconocida y respetada como una etapa que suma y fortalece el liderazgo de muchas mujeres a lo largo de su trayectoria".

Aunque los avances en materia de conciliación han sido palpables en las últimas décadas, aún resultan insuficientes. Con todo, la brecha aún no se cierra: el Global Gender Gap Report 2025 del Foro Económico Mundial revela que, si bien las mujeres representan el 44,7% del empleo total en España, solo ocupan un 29,3% de los puestos de alta dirección.

Son, a juicio de Ramos, cifras que muestran cómo ciertas decisiones personales o momentos de la vida, lejos de ser comprendidos, actúan como freno. "Para que el cambio sea profundo y sostenido, es necesario que estas acciones se integren de manera estructural y cultural en las organizaciones", recalca.

La especialista apunta a tres líneas de acción para progresar hacia la paridad: la primera, "ofrecer una visión clara del camino hacia el liderazgo, de qué habilidades se necesitan". La segunda, "invertir en formación tecnológica, especialmente en IA; si queremos que más mujeres lideren el futuro del trabajo, deben sentirse preparadas para ocupar espacios estratégicos".

La tercera, dice, es "revisar los criterios de selección y promoción, incorporando habilidades que hoy marcan la diferencia: la capacidad de adaptación, la comunicación efectiva o la visión transversal". Ampliar estos marcos, concluye, podría multiplicar por un 6,3 las oportunidades laborales para las mujeres en múltiples sectores a nivel global.