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La violencia estética está más presente de lo que creemos y no sólo ocurre en la Gala de los Oscar

El lamentable espectáculo ocurrido en la gala de cine ha hecho saltar los resortes en torno a la invisibilización de la mujer y la violencia estética.

29 marzo, 2022 15:16

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La bofetada que le propinó Will Smith a Chris Rock por realizar comentarios acerca de la alopecia de Jada Pinkett, en la noche de los Oscar, sigue haciendo correr ríos de tinta y miles de tuits sobre su desmedida y violenta reacción en pleno directo de la gala.

La polémica se ha centrado en escudriñar la acción para calificarla de actitud machista o no, o de reacción normal de un padre-protector-de-familia, de apropiada o exagerada y un largo etcétera. 

Pero ésta, para muchos, es una 'lectura reduccionista' del tema, en la que de lo que menos se ha hablado es de lo que sintió la actriz Jada Pinkett al recibir una humillación y ver a su marido en semejante situación. Ella y lo que sintió se ha quedado invisibilizado o reducido a un gesto de desagrado.

Muchos especialistas hoy considerarían que la actriz, la agredida verbalmente, ha sufrido lo que hoy conocemos como violencia estética.

Su mirada habla

La poeta Elvira Sastre lo ha explicado muy bien en sus redes cuando escribió que “el amor no te hace cometer locuras. Eres tú y solo tú, el que las cometes, da igual en nombre de quién”. Y añade que el hombre quedó siendo “protagonista y narrativa sobre sus actos”, mientras que la mujer “faltada al respeto e invisibilizada. Nada nuevo”.

Elvira continúa en su tuit afirmando que “después de la ‘broma’ horrible, ella reacciona poniendo los ojos en blanco, lo que refleja un hastío propio de un cansancio crónico y acostumbrado. ¿No os habéis visto en esa mirada?”

Jada Pinkett fue víctima de lo que muchas mujeres han sufrido durante años y en silencio, lo que muchas sociedades han normalizado: violencia estética.

Por su parte, Esther Pineda, escritora y doctora en Ciencias Sociales, publicó otro tuit: “Este es un claro ejemplo de cómo la belleza ha sido construida y erigida como un valor social, no importa si tienes fama o no, si tienes recursos económicos o no, si tienes acceso y visibilidad mediática o no; si eres mujer, y más aún una mujer negra, estás siempre siendo juzgada y expuesta a ser violentada por tu apariencia física, si por alguna razón no respondes a la expectativa de belleza que se ha construido para ti”.

Lo que piensan y sienten millones de mujeres todos los días ante las agresiones que sufren producto de los estereotipos de belleza, queda invisibilizado y silenciado en medio del ruido de las palabras e imágenes de lo que los hombres dicen y hacen”, asegura Esther.

¿Qué es violencia estética?

Podemos definir la violencia estética como la presión social para cumplir un determinado prototipo estético a toda costa, incluso cuando alcanzarlo supone algún riesgo para la salud mental y física de la persona.

De este concepto, habla Esther Pineda en su libro «Bellas para morir: estereotipos de género y violencia estética contra la mujer». En él describe de qué forma los cánones de belleza han ejercido una violencia que, aunque silenciosa y aparentemente inofensiva, ha marcado el cuerpo y la mente de las mujeres a lo largo de la historia.

Sostiene que la violencia estética se fundamenta en cuatro formas principales de discriminación: el sexismo, el racismo, la gerontofobia y la gordofobia.

El canon de belleza es sexista porque se exige casi de forma exclusiva a las mujeres y se considera una condición inherente y definitoria de su feminidad.

Los estereotipos de belleza son gerontofóbicos porque hay un rechazo absoluto de la idea de vejez. Se prefiere a las mujeres con rasgos casi neonatales, ausencia de defectos asociados a la vejez como arrugas o manchas en la piel.

El canon de belleza es racista porque, al menos en el caso occidental, se ha constituido a partir de la blanquitud. Las mujeres negras, asiáticas, árabes, indígenas y, en definitiva, no caucásicas de piel clara han sido invisibilizadas en el canon de belleza.

Y también es gordofóbico porque en el canon de belleza se rechaza, de forma sistemática y explícita, los cuerpos de grandes proporciones.

Solución con bisturí

Esta presión lleva a las mujeres en muchas ocasiones a someterse a modificaciones estéticas invasivas. Cuando la realidad es que acudir al cirujano porque no te gusta como eres supone un problema que el bisturí no va a solucionar.

“El ideal de belleza femenino -asegura Esther Pineda- significa verse delgada, pero con formas. Con una altura para poder verse bien con ropa, pero siendo proporcionada en los volúmenes para no intimidar a los hombres. Por supuesto, completamente depilada. Con una piel suave, tersa y blanca”.

Antes, este canon de belleza inalcanzable sólo se veía en la televisión o en las revistas, pero ahora este constante bombardeo también llega a través de las redes sociales y amplificado aún más, si cabe.

Dictadura de la perfección

La experta en mindfulness, Alejandra Sánchez Yagüe, también reflexiona sobre la dictadura de la perfección que condiciona la vida de las mujeres.

Existen muchas creencias alrededor de las mujeres que nos van metiendo en el cerebro desde niñas como dogmas de fe, que vamos escuchando a lo largo de nuestras vidas y que nos las vamos tragando sin rechistar. Muchas de ellas son muy dañinas, pues nos condicionan a vivir una vida más bien limitada, y llena de carencias, en la que siempre estaremos pasando un examen que nunca aprobaremos, por ser humanamente incapaces de dar la talla.

A este examen nos sometemos continuamente, día tras día, como si se tratase de ser un producto que tiene que pasar 24 horas non stop el control de calidad”, asegura la experta.

“Quizás, si soltamos tanta exigencia, rigidez y simplemente nos permitimos vivir nuestra feminidad con frescura y flexibilidad, podremos ser capaces de disfrutar a todas las edades y sentirnos irresistibles durante el resto de nuestras vidas pues, como decía Coco Chanel: puedes ser preciosa a los treinta, encantadora a los cuarenta e irresistible durante el resto de tu vida”.

Al final, los cánones de belleza son compartimentos estancos, pues el 90-60-90 no admite negociación, pero en vez de poner atención a lo que te falta, lo que te sobra o lo que falla en ti, pon en valor todas esas cosas bonitas que tienes, como esos ojazos, esa sonrisa preciosa o esos hoyuelos que te salen al sonreír. Todo aquello que te hace ser especial, única y diferente. Todo aquello que te hace ser una gran mujer, sin más”, concluye.