Varios niños y niñas en un campamento de verano.

Varios niños y niñas en un campamento de verano. iStock

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El lío de los campamentos de verano: mascarillas, control de temperatura y 4 millones de niños en vilo

El Colectivo Nacional de Campamentos de Verano y el Instituto de la Juventud están trabajando en protocolos de seguridad para volver a la actividad.

15 mayo, 2020 08:43

Les ha dejado sin colegio, les ha confinado en casa y, ahora, la pandemia del coronavirus amenaza con dejarles sin campamentos de verano. Cada año, unos 4 millones de menores acuden a estos campamentos en sus vacaciones pero este verano, la crisis sanitaria ha dejado en el aire su realización.

"Se están haciendo reservas pero mucho menos de lo normal. Los padres quieren asegurarse la plaza pero como no sabemos si las actividades se van a poder realizar o no, lo que estamos haciendo es reservar sin matrícula, o sea sin ningún pago", dice Covadonga Berjón, portavoz del Colectivo Nacional de Campamentos de Verano.

En España, según datos de este colectivo, hay 37.800 empresas que se dedican a la organización de campamentos de verano. El sector da empleo directo a unas 200.000 personas y factura 8.600 millones de euros al año. "Si no podemos hacer campamentos este año, las pérdidas serían tremendas", dice la portavoz.

Lo que más dudas genera a la hora de su realización son los protocolos de seguridad que se tendrán que seguir. En este sentido, el Instituto de la Juventud, que depende del Ministerio de Derechos Sociales, ha diseñado un plan de desescalada para ese tipo de actividades, que incluye una serie de recomendaciones de seguridad.

Se trata de un borrador al que tendrá que dar el visto bueno el Ministerio de Sanidad. En él se recogen medidas como "el control de acceso a las actividades (con control de temperatura)", el desarrollo de las actividades con "distanciamiento social relativo" y el uso "altamente recomendable" de "mascarillas y guantes".

Plan de desescalada

El plan contempla distintas actividades según la fase en la que esté la comunidad en la que se desarrolla el campamento. Así, en la fase 1 estarán permitidas las actividades al aire libre de hasta 50 participantes, con niños de la misma localidad, un monitor para cada seis niños y durante cuatro horas como máximo, sin comida ni cena. Los niños podrán llevar su merienda.

En la fase 2 podrán participar hasta 80 niños, con menores de la misma provincia. Las actividades podrán transcurrir al aire libre y también en espacios cerrados con ventilación constante, durante un máximo de seis horas y con un monitor por cada 10 niños. En la fase 3 los campamentos podrán acoger hasta 100 menores, 15 por monitor. En estas dos fases se permite la pernocta pero con el 50% de ocupación y un menor por litera.

A la espera de un documento final, el Colectivo Nacional de Campamentos de Verano ve difícil el cumplimiento de algunas de las normas de seguridad sugeridas. "Intentar imponer una distancia social en un campamento de verano es imposible. Se trata de fomentar el trabajo en equipo, el compañerismo, con dos metros de distancia esto es imposible", señala Berjón. "Y usar mascarilla es complicado porque hay mucha actividad física y hay niños que no pueden respirar bien con ellas", subraya.

Por ello, han elaborado su propio protocolo de medidas de seguridad que podrían aplicarse de manera fácil y minimizar los riesgos, según su punto de vista. Según el documento, para participar en el campamento todas las familias deberán aceptar una declaración responsable, donde garanticen que durante los 14 días previos a la entrada al campamento, el menor no ha sufrido ni tos, ni fiebre, ni cansancio o falta de aire, ni ha estado en contacto con nadie con dicha sintomatología. Lo mismo tendrán que garantizar los monitores.

Además, las actividades se iniciarán con una charla informativa, por parte de los monitores, a los menores sobre como cumplir las medidas de seguridad, haciendo especial hincapié en la responsabilidad individual y las normas de higiene, como la "obligatoriedad de lavarse las manos con frecuencia" o "toser y estornudar en el hueco del codo".

"El campamento en sí es como un confinamiento. La idea es que los padres tengan un poco más de cuidado con los niños los 14 días antes de venir y luego en el campamento no tendremos contacto con gente de fuera", explica Berjón.

Apoyo a las familias

El protocolo incluye el refuerzo de la limpieza de los espacios comunes, las habitaciones, los baños y duchas; y se aumentará la frecuencia de ventilación diaria. Si se detectan síntomas en algún menor, una vez se esté en la instalación, el participante en cuestión deberá interrumpir la actividad que esté realizando informando al coordinador, quien deberá contactar con la familia y el centro de salud correspondiente para notificarlo y recibir instrucciones.

Los miembros del colectivo señalan que el documento es un borrador y que esperan las indicaciones oficiales a las que se ajustarán de la mejor manera posible. Sobre la posibilidad de pedir tests a los niños antes de que ingresen a un campamento, la portavoz destaca que "esa decisión tendrá que venir de las autoridades competentes". "Nosotros no podemos hacerle ese tipo de exigencias a los padres", explica.

Lo que sí piden es un calendario y un plan de funcionamiento lo antes posible, para poder empezar a adaptarse y para dar respuesta a las muchas dudas que les están planteando las familias. "España es un país con muchísima cultura de campamentos de verano. Y este año todavía más, porque con el teletrabajo y el cierre de los colegios, las familias necesitan este tipo de apoyo", añade la portavoz. "Y los niños que han estado tanto tiempo aislados también necesitan estar con otros niños. Tenemos mucha experiencia, llevamos muchos años cuidando de niños, de su alimentación, de su salud. Lo podemos hacer bien”.