Grupo de amigas felices.

Grupo de amigas felices. Pexels

Mujer

La amistad, una 'vacuna' psicológica: el poder de cultivar relaciones profundas y duraderas entre mujeres

Cuidar de nuestras amigas no solo fortalece el alma, sino que brinda una fuente inagotable de apoyo emocional, risas y crecimiento compartido.

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A lo largo de la existencia son muchas las personas que se cruzan en nuestro sendero vital; sin embargo, son muy pocas las que permanecen caminando a nuestro lado. Toparse con personas afines a nosotras y tener buen feeling es una tarea sencilla, lo difícil es saber identificar a las que serán nuestras 'personas vitamina'.

Aquellas guardianas espirituales que se convierten en ese refugio seguro donde poder compartir alegrías, preocupaciones, duelos y logros personales. Aquellas a las que, además, merece la pena cuidar y proteger como oro en paño, porque su cometido es recordarnos día a día el valor de la hermandad entre mujeres.

Este lugar que nos permite ser auténticas, genuinas e incluso vulnerables, sin miedo al juicio ajeno, se convierte en una amalgama de sensaciones a la que pertenecer. María Ortega Arroyo, psicóloga sanitaria, indica que estos vínculos afectivos "facilitan la construcción y consolidación de la identidad, al tiempo que promueven el empoderamiento individual y colectivo".

No obstante, este vínculo de valor inconmensurable no se trata únicamente de poseer un espacio para ser vistas, escuchadas y comprendidas, sino que ofrece una oportunidad única para reconectar con nuestra esencia. Rebeca Carrasco García, psicóloga clínica, incide además en que "las amistades femeninas pueden verse como extensiones del apego primario, una especie de continuación de los primeros vínculos afectivos que nos dieron seguridad en la infancia".

Nos dan las herramientas necesarias para enfrentarnos a los desafíos con resiliencia y valentía, nos hacen sentirnos parte de un todo mayor, y en definitiva, transforman nuestras vidas. Por ello, el apego femenino es la evidencia latente de que, juntas, podemos ser más fuertes, más sabias y mucho más felices.

De acuerdo con la especialista María Ortega Arroyo, "la oxitocina, conocida como la hormona del vínculo, se libera cuando una mujer se siente conectada emocionalmente con alguien. Mientras, se reducen los niveles de cortisol -la hormona del estrés-, disminuyendo así posibles síntomas de ansiedad, (...) Cuando estamos riéndonos y compartiendo experiencias, se genera un circuito de recompensa en el cerebro (...) liberándose así la hormona del placer: la dopamina".

Dos amigas disfrutando de una tarde en la playa.

Dos amigas disfrutando de una tarde en la playa. Pexels

Pero, como todo lo bueno en esta vida, la amistad esconde en sí misma un valioso secreto: la necesidad de regar diariamente la planta de la lealtad y el cariño mediante el esfuerzo, la constancia y una buena dosis de empatía. De manera que esta planta jamás se marchitará.

El primer paso para mantener una amistad profunda es dedicar tiempo de calidad a la relación. El fortalecimiento de los lazos no se produce de manera instantánea, sino que requiere compromiso y vulnerabilidad. Esto no significa necesariamente "ser un espectador" físico de lo que ocurre, sino estar verdaderamente presentes y compartir momentos auténticos en los que se establezca una conexión emocional sin igual.

Comunicarse de forma abierta y sincera

En los círculos de amigas, ser honesta es el sustento indispensable para prevenir malentendidos y conflictos innecesarios. Hablar con franqueza sobre los sentimientos y las expectativas, incluso cuando sea incómodo, es esencial para la estabilidad de la relación. Asimismo, es importante recordar que la comunicación no solo se trata de hablar, sino también de escuchar; la cercanía y el apoyo en silencio son igualmente significativos para el bienestar y, a menudo, es más valioso que cualquier otro consejo.

Amigas tumbadas en un parque.

Amigas tumbadas en un parque. Pexels

Compartir nuestras inquietudes y miedos más íntimos con nuestras amigas fortalece el vínculo y fomenta un ambiente de confianza mutua clave para mantener la armonía. Es indispensable ser capaz de ponerse en los zapatos del otro, ofrecer apoyo incondicional y validar las emociones ajenas. Es menester también saber cuándo hay que dar espacio; cada mujer tiene su propio ritmo, sus propios momentos de soledad, que deben ser respetados. Este equilibrio entre dar y recibir es fundamental para una amistad duradera.

Resolver conflictos desde el respeto

Todas las relaciones sociales perdurables son dinámicas y por eso, ninguna está exenta de disputas. Sin embargo, y de acuerdo con la psicóloga Rebeca Carrasco García, "lo que marca la diferencia no es la ausencia de problemas, sino la manera en que se gestionan". Aprender a manejar las desavenencias con madurez y cortesía, además de evitar la triangulación, esto es, "contarle el problema a una tercera persona en lugar de abordarlo en la intimidad" como nos indica Rebeca, es inevitable.

La clave está en la comunicación y en mantener la calma durante las discusiones, con el fin de buscar siempre reforzar el vínculo en el proceso. La doctora María Ortega Arroyo nos trae a colación la teoría del apego de Bowlby, que sugiere como "los vínculos seguros resisten desacuerdos cuando se prioriza la reparación del daño sobre la confrontación". Porque, secundando las declaraciones de Rebeca Carrasco, "el bambú que se dobla es más fuerte que el roble que se quiebra".

Dos amigas tomándose algo en un bar.

Dos amigas tomándose algo en un bar. Pexels

La amistad debe ser un lugar donde el éxito de cada una se celebre sin envidias ni comparaciones. En lugar de competir, las amigas deben alentarse y alegrarse por los logros de las demás como si fueran propios. El apoyo mutuo en momentos de gloria refuerza la conexión y crea un ambiente positivo y de crecimiento en la relación. Es vital aprender a apoyar de manera genuina, porque lo realmente difícil es encontrar a aquella amiga que elige quedarse a tu lado, incluso cuando tú estás mejor que ella.