Daniel reveló el examen para convertirse en conductor de ferrocarril tiene un costo de 25.000 euros.
Daniel, maquinista en Renfe, suelta un dardo inesperado sobre su sueldo: “Me pagan bien… pero debe haber algo más”
El experto ferroviario señaló que obtener la licencia de maquinista es un proceso largo y costoso.
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El trabajo de maquinista ferroviario en España suele ser uno de los más desconocidos para la mayoría de personas por su escasa presencia en los medios comunes de distribución. Sin embargo, y para sorpresa de muchos, ese oficio está asociado con estabilidad, especialización y un salario por encima de la media, pero también con una rutina marcada por la responsabilidad y por procesos formativos exigentes. Daniel, un maquinista con años de experiencia, reveló un poco de su labor, salario y su inquietud por buscar más horizontes.
“Me pagan bien, estoy a gusto… pero la mitad de la vida ya la he gastado”
Daniel Luma Popa, maquinista de Renfe de 38 años, explicó durante una conversación en el canal de YouTube Un Café Incauto con José, que su trabajo es sólido, bien remunerado y le ha dado estabilidad durante años. “Tengo un muy buen trabajo, me pagan bien y estoy muy contento”, declaró.
Sin embargo, admitió que con el paso del tiempo ha empezado a cuestionarse su trayectoria: “Me estoy dando cuenta de que la mitad de la vida ya la he gastado. Me imagino 25 o 30 años más haciendo lo mismo y dije: tiene que haber algo más allá”.
El maquinista también detalló cómo es el camino para acceder a la profesión. Señaló que el curso habilitante cuesta 25.000 euros y que solo entre un 60% y un 65% de los aspirantes lo aprueban. Después llega la oposición y la habilitación por tipos de trenes y líneas. Aun así, insistió en que le gusta su oficio: “Yo me dedico a llevar trenes. Es un buen trabajo y estoy a gusto”.
Un sector exigente y un mercado en transformación
Daniel comentó que el transporte de mercancías por ferrocarril aún es minoritario en España, representando alrededor del 4% del total, frente al 17%-18% en Europa. También recordó que las operadoras son pocas y que el coste inicial para crear una empresa ferroviaria es muy elevado: locomotoras, vagones, personal, habilitaciones y alquiler de material.
Además, describió cómo operaba trenes de hasta 350–400 metros transportando mercancía congelada, y cómo algunos trayectos pueden completar en apenas unas horas grandes distancias. Subrayó, también, la complejidad técnica y regulatoria del trabajo: “No puedo coger un tren aunque sepa llevarlo; hay que estar habilitado de la línea y del material”.
La inquietud por buscar algo más
Aunque su profesión le aporta seguridad, Daniel admitió que desde hace tiempo busca un impulso adicional. Comentó que abrió una pequeña empresa de compraventa de coches, aunque confesó que el negocio avanza con dificultades. “Es un negocio que prácticamente nace muerto”, señaló. Aun así, expresó su deseo de encontrar un nicho o un proyecto que le motive: “Quiero esforzarme más, pero en algo que realmente me merezca la pena”.
Su reflexión final resumió por qué sus palabras llamaron la atención: el sueldo y la estabilidad no siempre responden a las inquietudes personales. Y él, pese a sentirse afortunado por su empleo, dejó claro que sigue mirando más allá de las vías que recorre cada día.