Laur confesó que hace falta mucha empatía hacia los conductores.

Laur confesó que hace falta mucha empatía hacia los conductores.

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Laur, camionero de mercancía en frigorífico, suelta una verdad incómoda sobre su trabajo: “No me daba la vida”

Laur señaló que a pesar de los beneficios, se requiere de un gran esfuerzo físico y mental para soportar las largas jornadas de conducción. 

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La conversación con Laur en el canal de YouTube Rutas de Éxito, dejó una fotografía directa y sincera del transporte en frigorífico: jornadas largas, problemas muy concretos y un sueldo que, aunque estable, llegó a un punto en el que no compensaba el nivel de desgaste. Sus explicaciones, lejos de exageraciones, mostraron cómo se vivía desde dentro un trabajo que parecía rentable, pero que terminó evidenciando grietas importantes.

El sueldo y la realidad del frigorífico

Laur reveló que el salario en su etapa en mercancía refrigerada rondaba los 2.300 euros, una cifra que, según explicó, podía parecer atractiva desde fuera, pero estaba marcada por un esfuerzo diario considerable. Contó que esas cantidades correspondían a una temporada concreta y que venían acompañadas de responsabilidades que exigían estar pendiente de horarios, cargas y tiempos que rara vez daban tregua.

Detalló que el sistema de trabajo era muy exigente: largas disponibilidades, esperas, cargas que no dependían de él y una constante presión por resolver imprevistos. Aunque le gustaba el oficio, reconoció que aquel ritmo dejaba poco espacio para el descanso y que, con el tiempo, “no daba la vida” para mantenerlo.

Tráfico, disponibilidad y una rutina que quemaba

Laur explicó por qué muchos camioneros terminaban agotados: disponibilidad de 15 horas, llamadas continuas y la sensación de ser solo una pieza más dentro de una cadena saturada. Comentó que el choque más grande para muchos conductores era ver cómo cualquier día podía torcerse por retrasos, esperas o problemas ajenos al conductor, pero que recaían sobre él.

Recordó también la jornada que pasó con un jefe de tráfico. Aquel día, dijo, le permitió entender la presión que vivían los responsables de gestionar decenas de camiones a la vez: móviles sonando cada 30 segundos, decisiones rápidas y problemas encadenados. Aquella experiencia, según aseguró, le cambió la forma de ver la relación entre tráfico y conductor.

Empatía, almacenes y el ambiente del trabajo

Otro punto clave para Laur era la falta de empatía generalizada. Recalcó que en los almacenes veía de todo: desde trabajadores correctos hasta personas amargadas que descargaban su frustración en el conductor. Defendió que lo primero siempre debía ser la educación, "buenos días" antes que nada, porque, cuando entraba alguien gritándole a un encargado, lo único que conseguía era que la situación empeorara.

También reconoció que muchas tensiones venían porque, para los camioneros, un simple retraso podía significar no llegar a casa después de toda una semana fuera. Aun así, insistió en que entrar de malas solo hacía más difícil un trabajo que ya era complicado de por sí.

Redes sociales, experiencia y visión del futuro del transporte

En la entrevista, Laur habló además de su trayectoria en redes: empezó subiendo vídeos de coches y terminó creando contenido de camiones por la cantidad de gente interesada. Aseguró que no recibía el valor que realmente tenían las redes dentro del sector, aunque creía que su papel crecería con los años.

Defendió también que no había motivo para rivalidades entre creadores del mundo del transporte. Para él, habría suficiente público para todos y la unión entre perfiles ayudaría a que el sector recibiera más respeto y visibilidad. Confesó que gracias a las redes había conocido a personas con quienes, de otra manera, jamás habría coincidido.