Un gato tumbado.

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Mascotario

Paula, educadora, revela el estudio de 2025 que confirma la inteligencia de los gatos: "No tienen reflejos automáticos"

Hasta ahora se pensaba que los felinos no tenían las mismas capacidades cognitivas de los perros y otros animales.

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Angelica Rimini
Publicada

Durante décadas, la ciencia miró a los gatos con cierto desdén intelectual. Eran, en el mejor de los casos, animales independientes, misteriosos y "difíciles de estudiar"; en el peor, poco más que especialistas en siestas al sol y miradas indiferentes desde el sofá.

Un experimento clásico de 1966 concluyó erróneamente que los gatos no podían aprender la regla "elige siempre lo diferente". Pero al repetirlo en 2025 cambiando la metodología, se demostró que memorizaban combinaciones.​

Los gatos poseen capacidades cognitivas que hasta ahora solo se atribuían a primates, delfines y humanos: son capaces de razonamiento conceptual abstracto, es decir, de comprender reglas generales y aplicarlas a situaciones nuevas.

"Tu gato es mucho más inteligente de lo que pensabas", resume Paula, educadora felina y autora del blog Antrozoología, donde analiza estas investigaciones y sus implicaciones para la vida cotidiana con un felino.

Un ser consciente

Para Paula, el hallazgo tiene una consecuencia directa en los hogares: "Tu gato no es un animal de reflejos automáticos programado para responder de manera predecible a estímulos específicos", afirma.

"Es un ser consciente, capaz de razonamiento relacional abstracto. Procesa información en múltiples niveles, analizando patrones, formando conceptos y aplicándolos a situaciones nuevas".

Cuando tu gato te maúlla insistentemente por la mañana temprano, no es solo hambre. Está usando una estrategia cognitiva deliberada basada en observaciones repetidas.

La paradoja, subraya la educadora felina, es que la ciencia tardó décadas en mirar a los gatos con la misma seriedad con la que estudió a los perros. "Nunca fueron menos inteligentes; simplemente no encajaban en la historia que queríamos contar", apunta.

El modelo perfecto de cooperación

Mientras los perros se convirtieron en el modelo perfecto de cooperación con el ser humano, los felinos siguieron un camino distinto: eligieron acercarse a nuestras casas por puro pragmatismo —ratones, refugio, recursos—, no por un deseo de colaborar o complacer.

Esa diferencia histórica alimentó la idea de que eran menos sociales, menos sensibles, menos complejos. Hoy, los nuevos datos obligan a replantear ese guión.

Los gatos muestran flexibilidad social, individualidad marcada y una forma de inteligencia que no siempre pasa por obedecer órdenes o buscar aprobación constante. "La ciencia está empezando a reconocer lo que muchos convivientes sabían de intuición", concluye Paula.

Y la pregunta ya no es si los gatos son inteligentes, sino qué cambios estamos dispuestos a hacer en nuestra manera de vivir con ellos ahora que sabemos de lo que realmente son capaces.