Un gato tigrado sentado en una silla.

Un gato tigrado sentado en una silla.

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Una veterinaria española revela la mejor forma de viajar con tu gato: "Evita distracciones al conductor y protege al animal"

La elección del sistema de sujeción es una cuestión de bienestar para proteger la vida de nuestros animales de compañía.

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Angelica Rimini
Publicada
Actualizada

Viajar con gatos no es solo una cuestión de logística: bien planteado, puede convertirse en una de las experiencias que más refuerzan la confianza y el vínculo con ellos. Prepararse con tiempo, acostumbrar al felino y planificar el trayecto son pequeños gestos que marcan una gran diferencia en cómo se vive el viaje.​

Sin embargo, en el coche o en cualquier medio de transporte, el entorno cambia por completo: ruidos, movimientos bruscos, olores nuevos y personas desconocidas pueden disparar el estrés de muchos gatos.

Justo por eso, la elección del sistema de sujeción no es un detalle técnico, sino una cuestión de bienestar y de seguridad real para todos los ocupantes del vehículo.

El método más seguro

La veterinaria Elisendra Saperas lo resume de forma contundente y clara: "Sin duda. El transportín es el método más seguro tanto para el gato como para las personas".

Esta idea encaja con las recomendaciones de seguridad vial y con las guías de transporte de gatos, que insisten en usar contención adecuada y anclada al vehículo

"Evita distracciones al conductor y protege al animal en caso de frenazo o accidente. Pero siempre tiene que estar bien sujeto", comenta.

Un refugio seguro

Para muchos gatos, el transportín no es solo una caja de plástico, sino el equivalente a una casita portátil que les ofrece control y refugio en medio del caos del viaje. Cuando el animal entra en un espacio conocido, se reduce la sobrecarga de estímulos.

Por esto, antes de cualquier viaje es fundamental acostumbrar al gato a su medio de transporte, dejar que lo reconozca como un lugar seguro. Este procedimiento puede requerir un tiempo para ser efectivo.

Durante un viaje, el gato suelto está completamente expuesto. En un frenazo, su cuerpo se proyecta con una fuerza enorme, con riesgo de lesiones graves o mortales. Además, puede esconderse bajo los pedales, saltar al regazo o intentar huir.

El transportín rígido, bien cerrado y completamente sujeto, actúa como un cinturón de seguridad felino. Su estructura absorbe el impacto, evita que el gato salga despedido y reduce el riesgo de golpes directos.

Una estructura rígida

No todos los transportines protegen igual. Los especialistas recomiendan modelos de estructura rígida, con ventilación generosa y cierres resistentes que el gato no pueda abrir con las patas.

El tamaño también importa: el gato debe poder levantarse, girar y tumbarse cómodo, pero sin que, sobre tanto espacio, salga despedido de un lado a otro en cada curva.

Planificar bien el viaje en transportín no solo protege, también influye en cómo el gato recordará cada desplazamiento futuro.

Un trayecto tranquilo, sin sobresaltos, con paradas programadas y un tono de voz calmado contribuye a que el animal asocie el coche a algo asumible, en lugar de a una amenaza inevitable.