Sandra Arozamena Osorio y una vaca.

Sandra Arozamena Osorio y una vaca. Sandra Arozamena Osorio

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Sandra Osorio, la veterinaria que creó una red contra los incendios: "No queremos improvisar ni entorpecer"

Frente a la catástrofe provocada por las llamas, la veterinaria impulsó una iniciativa que visibiliza la ausencia de servicios de emergencia profesional.

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"Nadie hacía nada, había que organizarse". Así empezó el llamamiento de Sandra Arozamena Osorio (Alicante, 1996), veterinaria ambulante de bovinos en Asturias. Hace una semana, el fuego alcanzó una de las fincas de la familia de su pareja en la zona de Salamanca y Zamora.

Él también es veterinario y, aunque tuvieron la fortuna de que sus animales estaban bien y contaban con otras fincas con forraje, esta vivencia directa les hizo empatizar más aún con la situación.

Fue así como en medio de la desolación que dejaron los incendios forestales en distintas regiones de España, con hogares calcinados y ganaderías enteras gravemente afectadas, surgió una iniciativa marcada por la empatía, la vocación y la fuerza de lo colectivo.

Sandra Arozamena Osorio se convirtió en la chispa que encendió una red de solidaridad, un punto de encuentro de veterinarios. "Nunca había hecho algo así, pero me parecía imposible que nadie necesitara nada. Así que creé un grupo de WhatsApp".

La vocación frente a la catástrofe

La veterinaria recuerda con precisión el momento en que la realidad la golpeó de lleno: "Ante las catástrofes por los incendios, pensaba en los ganaderos que no solo habían perdido a sus animales, sino incluso su casa en el mismo pueblo. La situación era terrible, inasumible".

Osorio es consciente de que su profesión suele tener poca visibilidad, pese a que implica trabajar en condiciones exigentes y con escaso reconocimiento social. Pero sabía también que la vocación, ese compromiso vital que impulsa a muchos veterinarios, era un motor imparable.

Y con ello se reafirmó en una idea concreta: si nadie hacía nada, alguien debía empezar a organizar la ayuda. "Pensé: voy a comentar por redes la idea de crear un voluntariado y ver qué pasa. No podíamos seguir de brazos cruzados".

Sandra De los Caminos Osorio en una granja con una vaca.

Sandra De los Caminos Osorio en una granja con una vaca. Sandra De los Caminos Osorio.

El grupo de WhatsApp era necesario para coordinar a los veterinarios que quisieran ofrecer ayuda en las zonas más afectadas, como El Bierzo.

El procedimiento sería simple: ante una necesidad concreta, se preguntaría quién podía desplazarse y, con los voluntarios disponibles, se organizarían turnos. "Así empecé a escribir por el grupo".

Una red inesperada

Lo que pasó después fue tan inesperado que a Osorio todavía le cuesta creerlo. "De repente empezó a sumarse muchísimo volumen de gente, todos queriendo ayudar de alguna manera, rápido y casi en estado de urgencia".

La avalancha de mensajes y el entusiasmo generaron ansiedad y cierto caos. Ante ello, la veterinaria tomó una decisión clave: convertir el grupo inicial en una comunidad coordinada dentro de WhatsApp.

Asumió el rol de administradora y estableció un principio básico: trabajar siempre de la mano de Protección Civil, colegios veterinarios, el Consejo General y SEPRONA. "No quería que interfiriera nada, que se nos viera como un movimiento improvisado que entorpeciera. Tenía que estar todo bien planteado y avalado", explica.

Organizar la solidaridad

Una vez consolidada la comunidad, surgió la necesidad de organización territorial. Así se formaron grupos regionales de asistencia veterinaria: Galicia, Madrid, Asturias, León, El Bierzo, Zamora, Salamanca y Cáceres.

La veterinaria asumió la coordinación general, con presencia de estudiantes de quinto curso de Veterinaria, auxiliares técnicos veterinarios (ATV) y profesionales consolidados.

También se habilitó un grupo específico para canalizar donaciones de material sanitario, esencial para responder a las necesidades concretas. Como puntualiza: "No es lo mismo necesitar material para una vaca que para un perro; había que hacerlo con criterio".

Para evitar que la información se diluyera entre cientos de mensajes, los grupos regionales restringieron la comunicación a los participantes directamente implicados en cada zona, lo que permitió mantener la claridad y la eficacia en la gestión.

El siguiente paso fue dotar de más rigor a la organización. Osorio implementó un formulario de Google para que los nuevos miembros detallasen su disponibilidad, experiencia (diferenciando entre animales de granja o de compañía) y tipo de colaboración que ofrecían.

Con esta herramienta, la asignación de tareas fue más segura y eficiente. "Si llevas a alguien sin experiencia en vacas a una ganadería, no solo no ayuda; puede hacerse daño o poner en riesgo al animal. La clave era evitar eso".

Mucho más que asistencia directa

Lo que empezó como una red de asistencia veterinaria pronto se convirtió en algo más amplio: un espacio de encuentro, coordinación y reflexión colectiva.

De la comunidad surgieron múltiples iniciativas paralelas: batidas de rescate en distintas zonas de Galicia, acciones en El Bierzo y Riaño, brigadas en Madrid e incluso grupos específicos para transporte de forraje en Zamora. Era el efecto contagioso de la solidaridad.

Osorio, como responsable de la red, mantuvo un contacto constante con colegios veterinarios y cuerpos de emergencias, velando para que cualquier lugar de todo documento estuviera debidamente firmado y avalado. "Quería que todo estuviera en regla, que se hiciera bien desde el principio".

Con el paso de los días, la realidad mostró un matiz sorprendente: la asistencia veterinaria directa fue menos necesaria de lo esperado. En muchos casos, los propios ganaderos, con ayuda de profesionales locales, lograron resolver las urgencias inmediatas.

Los animales de explotación, al ser liberados, solían regresar por sí mismos, mientras que mascotas y animales callejeros fueron auxiliados por sus cuidadores o rescatados con éxito.

Esto no significó, sin embargo, que la red sobrara; al contrario. Pronto centraría su esfuerzo en acciones logísticas clave: apoyar batidas, organizar alimentos y garantizar el traslado de forraje hacia las zonas más afectadas.

"Lo importante era mantener la calma, estar organizados y disponibles por si surgía algo en cualquier momento", afirma la veterinaria.

El legado

Aunque la asistencia directa no fue tan masiva, Osorio defiende que la creación de esta red fue crucial para visibilizar una carencia grave: la ausencia en España de un servicio de emergencias veterinarias profesionalizado.

"Los veterinarios somos trabajadores de salud pública. Y en catástrofes, ya sean incendios, inundaciones o temporales como la DANA, nuestro papel es esencial". El reto personal de coordinar todo este movimiento no fue menor.

La joven reconoce que se vio superada en muchos momentos, obligada a aprender sobre trámites, permisos y elaboración de comunicados al mismo tiempo que lidiaba con la urgencia. "Me he visto muy estresada, gestionando algo que no sabía cómo manejar".

Aun así, insiste en no reclamar el mérito para sí misma: "El reconocimiento se lo merecen todos los que se sumaron, desde quienes ofrecieron un turno hasta los que solo preguntaron en qué podían ayudar. Cada mano cuenta".

Una chispa que enciende

La red de voluntariado veterinario nacida en medio de los incendios ha demostrado que la vocación no solo salva vidas, también organiza comunidades.

Su mayor logro fue dar voz a los animales como víctimas invisibles de las catástrofes y abrir un debate necesario sobre la creación de un servicio de emergencias veterinarias estructurado, con profesionales remunerados y condiciones dignas.

Ese futuro, todavía pendiente, tiene ya un precedente: una red espontánea que nació del dolor, se nutrió de la vocación y demostró que la solidaridad también necesita organización.