Coro Repullés, veterinaria de Salvando Peludos en la Fundación con la vaca Sella.

Coro Repullés, veterinaria de Salvando Peludos en la Fundación con la vaca Sella. Salvando Peludos

Mascotario

Coro Repullés, veterinaria de Salvando Peludos, sobre el incendio de Tres Cantos: "Las ovejas estaban agónicas"

Se despertó el martes por la mañana y corrió hacia una granja donde las ovejas había quedado atrapadas, sin posibilidad de escapar del fuego. 

Más información: Un vecino de Tres Cantos revela el horror vivido tras el incendio esta madrugada: "En cuestión de dos minutos ha devorado todo"

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Cuando Coro Repullés (Madrid, 1997), veterinaria del centro Villamanta de la protectora Salvando Peludos, despertó este martes, a las ocho de la mañana, no se podía imaginar el día infernal que le aguardaba.

Un mensaje en su móvil la obligó a tomar una decisión inmediata y salir rápidamente de casa hacia el incendio de Tres Cantos, en Madrid. Otra compañera veterinaria pedía ayuda in situ para salvar a los animales de las llamas.

"Mi jefe escribió en el grupo que tenemos, preguntando si alguna podía ofrecer apoyo, y yo y mi otra compañera de Fuenlabrada nos ofrecimos como voluntarias", cuenta Repullés en una entrevista con MASCOTARIO. Así fue como todo comenzó.

La noche anterior, desde la ventana de su casa, Repullés había visto cómo el humo del incendio llegaba hasta Móstoles. Esa misma mañana corría hacia ese humo, que asfixiaba a todos los seres vivos incapaces de huir de la zona.

De un vídeo a la realidad

En la granja, la ayuda requerida era, principalmente, para atender a los animales de explotaciones ganaderas, especialmente para practicar eutanasias. El vasto terreno de Tres Cantos estaba completamente destruido. El suelo negro, el techo caído, la granja ya no existía. 

Como no disponían de suficientes fármacos, sobre todo en las dosis necesarias para animales de gran tamaño, fueron directamente a comprarlos a una distribuidora.

La primera veterinaria en dar el aviso llegó a una explotación de ovejas entre las 8:00 y las 8:30 horas. Una compañera de Salvando Peludos, que vivía cerca, llegó hacia las 10:000, y Repullés, junto con su colega, sobre las 11:00.

Al llegar, la veterinaria se paralizó, impactada por el trágico espectáculo que tenía delante. "La noche anterior estuve viendo un vídeo del fuego con ovejas corriendo. Era ese mismo sitio".

Vallas sin abrir

La escena era devastadora: "Todo quemado y un montón de ovejas calcinadas, pegadas a la valla y al borde de la carretera. Fue impactante". La granja permanecía cerrada, lo que impidió a los animales escapar del fuego.

Con las vallas sin abrir, los rebaños quedaron atrapados. Muchos animales murieron junto a las alambradas intentando huir del fuego. Un simple corte o apertura controlada hubiese permitido escapar a parte del rebaño.

Cuando las ayudas llegaron, el fuego estaba mayormente apagado, aunque pequeños focos se reactivaban de vez en cuando. "Sentía que las suelas de mis zapatos se estaban quemando por el calor", recuerda.

Varias veterinarias y auxiliares de clínicas cercanas, incluida la del CIA, estuvieron trabajando todo el día en el lugar. "Recorrimos la finca buscando ovejas supervivientes", relata Repullés.

"La mayoría estaban agónicas o en estado crítico, por eso las íbamos sedando". Explica que muchos animales presentaban quemaduras en todo el cuerpo; algunos tenían fracturas en las patas o las vías respiratorias completamente destruidas.

"Estaban hinchadas porque se habían quemado por dentro". Trágicamente, no pudieron salvar a ninguna. En total, el equipo de Salvando Peludos atendió entre 80 y 100 animales. "Ante sufrimientos irreversibles, no fue posible otra intervención que una eutanasia humanitaria".

Dignificar una vida

Esa mañana, tras conocer el desastre que el fuego estaba causando en los animales, una compañera veterinaria habló con el propietario de la granja situada en Tres Cantos.

la granja quemada.

la granja quemada. Salvando Peludos

"Ella le dijo: 'Aquí hay animales que necesitan atención veterinaria urgente. Si no se la puede dar usted, nosotras nos ofrecemos voluntarias'. Y él nos autorizó desde el primer momento".

Sin embargo, Repullés subraya la extrema importancia de retirar los cadáveres con rapidez para evitar que la fauna carroñera se alimente de ellos, ya que contienen fármacos eutanásicos. "Tuvimos que insistir mucho con los propietarios; parecían aturdidos".

En ese momento, buitres sobrevolaban la zona. Las veterinarias tuvieron que advertir que estas aves son una especie protegida y que, si morían por ingerir esos fármacos, se estaría cometiendo un atentado contra la fauna silvestre.

Los propietarios respondieron que la retirada no era prioritaria, ocupados en tramitar con las aseguradoras la valoración de los daños. "Algunos ganaderos se centraban únicamente en el impacto económico", lamenta, mientras los voluntarios de Salvando Peludos trataban de dignificar la vida y la muerte de los animales.

Repullés y su equipo llamaron también al servicio municipal de recogida de cadáveres y a GREFA, el centro de recuperación de fauna silvestre, para asegurar que se hiciera la retirada.

Si no hay voluntarios, no hay nadie

Repullés y su equipo permanecieron en la explotación desde las 11h hasta las 16h. Alrededor de las 14h, algunos focos se reactivaron y los bomberos les pidieron que abandonaran el lugar. Siguieron moviéndose en busca de más animales, pero no recibieron avisos de otros puntos.

La movilización en redes sociales fue amplia, y se creó un grupo de WhatsApp con numerosos veterinarios y auxiliares. Repullés calcula que llegaron a ser unas 20 voluntarias en el lugar, además de otras personas que ofrecieron ayuda.

Aun así, la frustración era evidente. "No existe ningún sistema de prevención para estas situaciones. Debería haber un cuerpo veterinario especializado en emergencias. Si no hay voluntarias, no hay nadie".

Ahora, dice, siente una gran impotencia y desconcierto por la ausencia de protocolos y organización para la asistencia animal en catástrofes. Se pregunta por qué no existe una figura específica para estas situaciones.

Y, además, por qué organizaciones como Seprona o la Guardia Civil no tienen veterinarios desplegados. "Así como hay bomberos para salvar personas, debería haber profesionales que se ocupen también de los animales".

Muchas compañeras llegaron tras guardias de 24 horas, sin haber dormido. Al menos, confirma, el Colegio de Veterinarios envió material, aunque con retraso, y ofreció cubrir el coste de los medicamentos comprados.

Una denuncia urgente

La Fundación Salvando Peludos denuncia abiertamente la ausencia de protocolos de rescate y atención animal en los planes de emergencia de la Comunidad de Madrid.

Afirman que la Ley 7/2023 obliga a incluir medidas de protección animal en los Planes de Protección Civil como PLATERCAM e INFOMA. "Pero estos protocolos no existen, lo cual se considera incumplimiento legal".

Exigen un Protocolo Autonómico de Protección Animal en Emergencias con medios reales, formación y coordinación entre las distintas entidades, mecanismos claros de evacuación de recintos, y la gestión urgente de cadáveres.

Para no derrumbarse

Hoy, Coro Repullés se ha despertado y ha iniciado un nuevo día. "Evito pensar mucho para no derrumbarme", confiesa. La experiencia le afectó desde el momento en que regresó a casa.

"Olía a muerto, a quemado". No dejó de pensar en el sufrimiento de las ovejas, incluidas las que sobrevivieron con dolor.

"Es una profesión devastadora. En septiembre voy a llamar a la terapeuta", concluye, con esa ironía sutil, que apenas vela los traumas que muchas de estas personas viven, casi a diario, con sus propios ojos.