Una chica con un Border Collie.

Una chica con un Border Collie. Istock

Mascotario

Una educadora da la clave para adaptar a tu mascota a su nuevo hogar: "Tu perro adoptado los primeros días no es el mismo"

La mayoría de las personas que adoptan un perro suelen cometer errores que perjudican la futura convivencia. 

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"Enseñarle al perro que la puerta de casa se abre en cuanto él mete el hocico por fuera va a ser contraproducente. Solo va a tirar de la correa con más fuerza para salir lo antes posible", afirma la educadora canina, Anica, en un vídeo de YouTube.

Prestar el máximo de atención al perro desde el principio puede ser un error. Así como llamar a otras personas para que vengan a casa a ver al perro e interactuar con él apenas llega.

"No tienen la misma capacidad de empatía abstracta que los humanos, no son conscientes de que su nuevo hogar es permanente o cuánto tiempo estarán allí", explica la educadora. 

Anica enfatiza que esto es contraproducente en los primeros días, ya que el perro necesita tranquilidad y no más estrés del que ya tiene por el cambio de hogar. Durante las primeras semanas tras la adopción de un cachorro, la educación se vuelve imprescindible.

Un perro tarda más o menos tres meses en adaptarse a su nuevo hogar. Estos datos son aproximados y dependen de factores como el carácter, la raza, el tamaño, el pasado y las experiencias del animal.

La educadora canina explica las tres fases que un perro adoptado necesita para incluirse a su nuevo hogar, ya que la mayoría de las personas que adoptan un perro suelen cometer errores que perjudican la futura convivencia.

Una nueva rutina

Durante aproximadamente los primeros tres días, el perro está abrumado por el nuevo entorno, los nuevos olores, objetos, personas, horarios y tipo de alimentación.

Estos animales funcionan con asociaciones rutinarias, por lo tanto, necesitan aprenderlo casi todo de cero. En esta fase, el perro parece tranquilo o perfecto. "Esto puede llevar a un falso mito de que se está adaptando genial".

En realidad, el animal está observando lo que ocurre en el entorno y en las rutinas para percibir los patrones y empezar a ajustarse a esas costumbres y acciones diarias. "Tu perro adoptado los primeros tres días no es el mismo con el que vivirás una vez que todo se asiente".

Según Anica, la clave es proporcionar tranquilidad. Establecer rutinas estrictas para que el perro pueda detectar "de qué va la vida aquí". Cuando se come, cuando se sale, quién lo saca, dónde dormir, cuáles son las normas y límites.

Indagar y probar límites

La segunda fase dura aproximadamente tres o cuatro semanas. El peludo ya ha detectado las rutinas básicas y empieza a interactuar activamente con ellas. "Ya no es tan pasivo, se anticipa a eventos y toma más iniciativas".

Es en esta fase cuando el perro empieza a indagar, hacer cosas, probar límites. "Se come sus propias heces, los calcetines, se sube a la encimera".

Según la educadora, esta fase es la más delicada y crucial. La interacción del adoptante con el perro es clave para que el animal entienda en qué consiste la convivencia en ese lugar.

Se debe establecer una comunicación coherente, clara y consistente. "Hay que premiar las conductas deseadas y corregir o redirigir las que no". Anica advierte de que si se pincha en esta fase, el perro aprenderá comportamientos indeseables que serán más difíciles de corregir en el futuro.

"Si el perro tira de la correa y el adoptante lo sigue, el perro aprende que tirar funciona para conseguir lo que quiere", explica. Aquí todavía no hay que pedirle al perro ejercicios complejos.

Se debe trabajar la estabilidad emocional, las normas, los premios, la comunicación coherente. Empieza así la tercera fase, que aparece a partir del tercer o cuarto mes.

Conocer a tu perro

Es cuando el peludo ya se siente a gusto y asentado en casa, y allí sale su verdadero temperamento y carácter. "No se conoce realmente al perro antes de esta fase", comenta.

Es común que los adoptantes se sorprendan con comportamientos "nuevos" después de un mes, sin considerar el pasado desconocido del perro. En esta fase es fundamental no relajar la atención.

Se recomienda hacer una lista de situaciones a las que exponer al perro para observar y registrar sus reacciones. Como Ana Jiménez, una educadora canina que creó un Excel para su perra Lola con tres colores para registrar sus reacciones en diversas situaciones.

Anica enfatiza que el hecho de que un perro lleve un año conviviendo no significa que se pueda depositar el 100% de confianza en que su reacción sea "correcta" desde la perspectiva humana.

De hecho, ella misma perdió a uno de sus perros altamente adiestrados debido a un accidente con una vaca. El peludo se fue a por un palo cerca de la vaca y su ternero y ella, asustada, le corneó en el cráneo.

"Para mí fue un trauma y esto no me lo perdonaré jamás. No me lo voy a perdonar porque debía estar atenta", cuenta.

Este ejemplo sirve para ilustrar la importancia de estar siempre atentos a las reacciones del perro, ya que las circunstancias y el entorno pueden provocar accidentes inesperados.