Una imagen de Alberto, con su libro donde revisa quién se ha portado bien o mal este año.
Alberto Díaz de la Quintana, creador de ilusión en Navidad y piloto de vocación: "He nacido para divertirme y divertir"
El director artístico de 'Alice Christmas', el nuevo espectáculo del Jardín Botánico La Concepción, llena Málaga de magia cada Navidad, pero el resto del año es más común verlo conduciendo entre las nubes.
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El espectáculo de las luces del Botánico en Málaga esta Navidad se llama Alice Christmas:La Navidad mágica en el jardín de las maravillas. Un universo donde los malagueños encontrarán personajes emblemáticos de Alicia en el país de las maravillas como el Sombrerero Loco, el Conejo Blanco o la Reina de Corazones Congelados reversionados por la cabeza pensante del proyecto: Alberto Díaz de la Quintana, su director artístico.
Díaz de la Quintana llega a la rueda de prensa del proyecto totalmente engalanado, con una chaqueta de terciopelo verde Navidad y broches dorados de temática festiva. Bien parece que fuera un pariente lejano de la familia Noel o uno de sus duendes. "En Navidad, hay algo que me invade", dice entre risas.
Su presencia en Málaga se ha convertido en una cita fija en la Navidad malagueña, donde cada diciembre firma creaciones que mezclan teatro, luz y fantasía. Pero su vida no se entiende solo a través de esa magia estacional. Fuera de diciembre y lejos de Málaga, Alberto vive en un mundo completamente distinto.
Su día a día transcurre entre hélices, aeródromos y jóvenes que sueñan con pilotar avionetas. Lo que para muchos sería un giro radical, para él es simplemente "su otra vida".
Nacido en Madrid, su relación con la aviación empezó tan pronto como su vocación artística. Con apenas 16 años ingresó en la Escuela de Transmisiones del Ejército del Aire, donde ya organizaba pequeñas obras de teatro entre horas de instrucción. Su destino en la base de Aitana lo llevó a Alcoy hace más de medio siglo. Allí permaneció año y medio, tiempo suficiente para entender que esas dos pasiones no se excluirían jamás. “Había nacido para ser piloto. No era incompatible una cosa con la otra”, recuerda.
Tras dejar el Ejército, obtuvo la licencia de piloto privado y mantuvo su actividad en el aeroclub. Nunca perdió el vínculo con la aviación. En 2016 decidió dar un paso más y creó el Campamento Aeronáutico La Loma, en Elche, una iniciativa dirigida a jóvenes de entre 8 y 18 años. Durante un mes, aprenden los fundamentos reales del vuelo, desde aerodinámica hasta navegación en simuladores. “Es un campamento para aprender a volar. A volar de verdad”, resume.
Mientras tanto, su recorrido artístico avanzaba en paralelo. Fundó el teatro de marionetas Diamante y Rubí y colaboró en la preservación del tradicional Tirisiti. Dirigió decenas de espectáculos en distintos puntos del país. Málaga apareció en su vida a raíz de una programación navideña en la plaza de la Constitución y ya no se marchó. Aquella actuación derivó en una vinculación de cuarenta años con la ciudad.
Desde entonces han pasado por sus manos la Feria Mágica, la coordinación del cortejo real de la Cabalgata y múltiples proyectos escénicos. “Nací en Madrid, vivo en Alcoy y me une todo a Málaga, menos haberme comprado un piso cuando era barato. Si algún día me pierdo o me muero, que me busquen aquí”, afirma riendo, consciente de que es una figura clave en la Navidad malagueña.
A pesar de su edad, que prefiere no concretar, "los mismos que el Botánico, como mínimo", afirma que la jubilación no entra en sus planes. “Tengo la edad de estar jubilado, pero no me la planteo. Me moriría en casa sin hacer nada. Necesito crear continuamente”, cuenta. Su agenda lo confirma: la vida navideña, la aeronáutica, el teatro, la divulgación y una lista de proyectos que no cesa.
En la actualidad es juez internacional de la Federación Aeronáutica Internacional, asesor del Festival Internacional de Títeres de Bilbao y director de la cabalgata de Málaga, actor de cortometrajes... “Mi vida no es doble, es quíntuple o sextuple”, dice.
Su filosofía vital es sencilla. “He venido a este mundo a divertirme y a procurar que los demás se diviertan. De momento creo que lo hago”. Para él, la Navidad es un territorio emocional. Asegura que lo que le atrae no son las luces, ni el trabajo, sino la transformación del ánimo colectivo. “En Navidad la gente saca al bueno que lleva dentro, saca al niño. Saca el corazón a pasear", expresa, con tono entrañable.
Por eso cada año regresa a Málaga con la misma ilusión. Y tal vez por eso su mogollón de vidas acaban pareciéndose tanto. En una enseña a volar desde la pista; en la otra, que vuelen la imaginación. Entre hélices e historias de cuentos iluminados, Alberto Díaz de la Quintana sigue cumpliendo su misión: crear magia allá por donde pisa. Y siempre, tarde o temprano, en Málaga.