Camarero sirviendo platos en un restaurante.

Camarero sirviendo platos en un restaurante.

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Un camarero (21 años), tajante sobre las condiciones laborales: "Los empresarios deberían pagar algo más"

Pide a los jóvenes "que no se crean que todo es súper fácil, hay que tener mucha fuerza y sobre todo mental".

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Patricia Sierra
Publicada

Seguro que por redes sociales te ha aparecido algún vídeo de un hombre que muestra reseñas de restaurantes. En ellos, expone tanto el punto de vista del cliente como el del establecimiento. Algo que muchas veces se pasa por alto.

Hay personas que creen que el que está atendiendo debe cumplir todos sus deseos. ¡Ojo! No es que no tengan que hacer su trabajo, para algo están cobrando, sino que hay ciertos clientes que tratan al trabajador como si fuera su sirviente.

'Con respeto y educación, todo se puede decir'. Pero hay muchos que de respeto van ligeros y de educación escasean. O eso cree José, camarero que tiene en alta estima en lo que es el trato al público "la educación que a mucha gente le falta".

José es camarero desde hace poco más de un año gracias a una amiga. Sin embargo, admite que encontrar empleo en Málaga "es fácil entre comillas". Pide a los jóvenes "que no se crean que todo es súper fácil, hay que tener mucha fuerza y sobre todo mental".

Aun así, tuvo la suerte de ser contratado y puede decir, a día de hoy, que tiene un trabajo. Sus días se reparten de nueve de la mañana a cinco de la tarde. Su jornada puede empezar fuera, atendiendo mesas, o en la barra dando desayunos a cualquiera que entre.

Aunque no acaba ahí. Tras la primera comida, llega el almuerzo al mediodía, que también ha de cubrir. Una vez que termina, debe limpiar el lugar antes de que llegue el turno de relevo.

Y, al siguiente día, vuelta a empezar. Durante su jornada se encarga de "atender al cliente, llevarle la comida y bebida, rellenar las neveras" y más. No obstante, no tiene queja alguna.

Este trabajo es "más o menos compatible" con su vida personal, comenta. También tiene sus más y sus menos, hay días mejores y otros peores. Pero eso ocurre en cualquier sitio.

Eso sí, es muy gratificante "ver a la gente disfrutar del servicio". De hecho, es lo que más le gusta. Es más, su principal motivación para aplicar a este tipo de empleo fue el trato con el cliente.

Aunque, igual que todo, también hay una parte no tan bonita de la historia. "Lo que menos me gusta es aguantar a personas que no entienden nuestro trabajo", apunta. Malas contestaciones, peores formas, son algunas de las cosas con las que tiene que lidiar.

Pero, bueno, al final depende mucho cómo es quien se sienta en la mesa. De una forma u otra, hay que "intentar siempre ser simpáticos y educados con todo el mundo", comenta.

Y es que todo hubiera sido peor si aquella vez que un cliente se quejó de un producto por algo que no pasaba, José se hubiese salido de sus casillas. Menos mal que mantuvo la compostura. "Hablé con él y pudimos llegar a un acuerdo tranquilamente", explica.

A pesar de las partes menos agradables, está bastante contento con el trabajo. Ha conocido a grandes personas, tanto "clientes como compañeros". De hecho, no le importaría continuar trabajando en el mismo sitio de aquí a unos años.

Oportunidades para ascender hay, aunque cree que "los empresarios deberían mejorar ciertas cosas" y "pagar algo más" para que el sueldo sea acorde con las labores a su cargo.

Este trabajo no le ha aportado dinero solamente, también "he notado una madurez que vas adquiriendo cada día", señala. Cada vaso que limpia, cada plato que recoge, cada cliente que atiende forma parte de una enseñanza que le servirá para toda la vida.