Una imagen de los famosos que han llevado sus collares y Pilar.

Una imagen de los famosos que han llevado sus collares y Pilar.

Vivir

Pili, la malagueña que conquista EE.UU. con sus joyas artesanales: “Las han llevado Miley Cyrus o Jennifer López”

Natural de Ciudad Jardín, sueña con tener un rincón propio de venta con su trabajo en Málaga tras tantos años luchando para hacerse hueco en el sector.

Más información: Loli, la abuela malagueña de 77 años que arrasa en TikTok corriendo con su nieto: "Estar parada no va conmigo"

Publicada

"Aventura". Esa es la palabra con la que la artesana y diseñadora de joyas malagueña Pili Nicholas define su vida. Y no es para menos. Criada entre la naturaleza de los Montes de Málaga, con recuerdos de infancia que huelen a biznagas, a playa y a campo, ha desarrollado su historia personal y profesional al otro lado del charco, en Estados Unidos.

Desde muy pequeña, vivir entre el mar y el bosque malagueño despertó en ella una sensibilidad especial hacia lo artesanal, hacia lo hecho a mano, y un amor profundo por su tierra que, décadas después y en Atlanta, sigue reflejándose en cada pieza que crea.

Su infancia transcurrió en Málaga. Su padre, Pepe, condujo el autobús a Gibralfaro desde la catedral durante años, y asegura que aquel recorrido es uno de los más bonitos recuerdos que guarda de la Costa del Sol. Lo repetiría mil y una veces.

Pero pese a que la amaba con locura, desde muy joven, tuvo claro que algún día se marcharía de Málaga. "Siempre me gustó el inglés, tenía obsesión. Estudié Filología Inglesa en la UMA, pero no veía futuro en mi tierra. Sabía que me iría, desde siempre", recuerda. Y así fue.

Aunque siempre se ha definido como un alma libre, conoció a su marido en Torremolinos, en una etapa vital en la que no pensaba para nada en casarse ni formar una familia. Pero la vida da muchas vueltas " y el amor te cambia todo", dice con una sonrisa.

El destino la llevó a Estados Unidos, donde la legislación migratoria la obligó a tomar decisiones más rápido de lo esperado. "Si quieres estar en el país de forma legal, tienes que casarte. No hay opción". Así lleva 28 años casada con su compañero de vida, con el que se compagina a la perfección y con el que tiene dos hijos.

Su primer destino en Estados Unidos fue Virginia, una experiencia que no recuerda con demasiado agrado. "Pasé de tener una vida activa a vivir en una especie de isla sin nada que hacer. En una era sin internet, sin móviles. Mandaba cartas a los míos. Me quería morir", admite.

Adaptarse no fue fácil. La diferencia cultural era abismal, y el rechazo hacia una española como ella, evidente. "Fui a pedir trabajo a un supermercado y me preguntaron si sabía leer. Me sentí fatal. Por tener acento español creían que era idiota. Fue muy duro", recuerda.

En 2005, aún bajo el nombre Best Names Necklaces, comenzó a sembrar la semilla de su marca de joyas actual, Mar del Pilar. Tenía que buscar la forma de ganarse la vida. Ella vendía bolsos de marca que compraba en EE.UU. y revendía a través de eBay. En esas ventas, una chica de Barcelona le pidió un collar con su nombre, ya que lo había visto en América y no lo encontraba "igual de bonito" en España.

Pili se lo consiguió y le gustó mucho, le pareció una idea de joya de lo más original. Lo que ella no sabía entonces es que ahí estaría el futuro de su negocio. En 2008, las nuevas restricciones aduaneras y la caída de ventas le obligaron a vender solo en Estados Unidos. "Y sorprendentemente todo empezó a irme mejor", recuerda. En aquella vorágine, se le ocurrió comenzar a vender collares con nombres como el del encargo de la chica, eso sí, realizados por otros joyeros por encargo.

Sus diseños se fueron haciendo famosos en televisión pronto, ya que no solo hacía joyas con nombres, sino también con números especiales o, a fin de cuentas, lo que el cliente deseara. Una joyería totalmente personalizada.

El programa de radio de Ryan Seacrest le pidió collares con el número 818, el código de área de Los Ángeles para sortear en uno de sus programas con la suerte de que uno de ellos acabó en manos de Miley Cyrus, que se enamoró de él y no se lo quitó casi durante su etapa Wrecking Ball, en portadas de revistas como Rolling Stones y Elle, en vídeos musicales y entrevistas. "Fue increíble. Lo veía en todas partes y no podía creer que fuera mío", sostiene.

Viendo lo que había conseguido y que cada vez más joyeros le copiaban las ideas, Pili apostó por aprender joyería artesanal y hacer todo el collar ella sola con su equipo, desde el principio hasta el final. Desde el diseño hasta el último soldeado.

Gracias a su brutal esfuerzo, a días de mucho sudor y lágrimas, llegó una alegría tremenda: la oportunidad de colaborar con Jennifer López. Le envió dos collares: uno con su nombre y otro con la inscripción "J-Lo".

No obtuvo respuesta inmediata. Un año después, descubrió por casualidad un vídeo en redes donde la artista aparecía con uno de sus collares el Día de la Madre. "Me volví loca. Me puse a mirar sus fotos y descubrí que lo había usado muchas veces". Más tarde, una exasistente de la cantante contactó con ella y le confirmó que eran de sus piezas favoritas. "Se me puso la carne de gallina", añade.

También ha diseñado para Romeo Santos, su ídolo, a quien mandó un collar con la inscripción "The King". Se llevó una grata sorpresa al vérselo puesto en una fotografía. "Me iba a morir. Romeo me encanta". Asimismo, ha trabajado para el cantante Prince Royce, que usó uno con la palabra "Vote" durante la campaña electoral de Joe Biden.

Pero detrás del brillo hay mucho desgaste. No es fácil poner en marcha un negocio artesano como el suyo y llegar a calar en las celebrities de éxito. "Las máquinas se rompen, en joyería es difícil encontrar empleados, te sangran las manos... Al final, te preguntas para qué sigues. Pero luego pasa algo así y te da el empujón que necesitas".

El sueño de Pili en la joyería artesanal empezó trabajando sola en el sótano de su casa, donde fue integrando a su equipo. "Llegué a tener problemas con los vecinos", recuerda resignada. El siguiente paso fue abrir un local propio con taller incluido en Atlanta. Fue entonces cuando renombró su marca como Mar del Pilar, en honor a su nombre completo y a su conexión emocional con el mar. Toda una carrera de fondo con la que ha conseguido que sus piezas hayan aparecido en medios icónicos de América.

Pese a llevar décadas fuera, Málaga sigue siendo su raíz. Ha pasado hasta cinco años sin volver, especialmente tras la muerte de su madre. Pero cada vez que puede, regresa. "Octubre es mi mes favorito para visitar Málaga. Mis hijos la aman. Y yo tenía que volver con ellos". Lo que más echa de menos es a su gente, y ese estilo de vida relajado que no encuentra en Estados Unidos. "Aquí la gente no es tan sociable. Echo de menos tomarme una cerveza sin hacer nada, aunque ahora las cosas están cambiando algo aquí".

En casa mantiene vivas las costumbres españolas, al menos en el ámbito gastronómico: cocina croquetas, bacalao con tomate, lentejas. Compra productos ecológicos, aceite de oliva español, y mantiene a sus hijos alejados del fast food. "Comemos sano. Todo a la española", dice.

La malagueña sueña con tener una tienda en su ciudad natal. O al menos un pequeño espacio donde exhibir todas sus joyas. "Una pequeñita colección puede encontrarse en Rincón de la Biznaga, en calle Granada, frente a El Pimpi", expresa.

Afirma que emprender en Estados Unidos es "mil veces más fácil" que en España. "Aquí todo va más rápido, hay menos trabas, más deducciones. Pero no ha sido fácil. No tuve capital ni inversores. He ido comprando las máquinas poco a poco, reinvirtiendo todo lo que ganaba. En total, todas cuestan unos 200.000 euros", lamenta. Ella es una emprendedora que lo ha hecho todo como una hormiga, grano a grano, miga a miga.

Cada collar que crea tiene una historia: bebés fallecidos, mascotas, abuelas, hijos, parejas... Por sus manos han pasado, de una forma u otra, las vidas de cientos de personas. "Eso es lo bueno de hacer cosas personalizadas. Siempre tienen un significado. La gente te cuenta su vida. Y eso no tiene precio", asegura.

Aunque no se considera un caso de triunfo, cree que ha logrado algo más valioso: levantar su propio camino, con sus propias manos. "Creo en lo que hago. Espero que algún día esto despegue del todo. Pero mientras tanto, sigo adelante", zanja.