Que Europa se descuelga, que ha perdido el 50% de competitividad respecto a EE. UU. en 25 años, que la productividad ha caído un 0.6% el último año, y que en España la caída es aún mayor, lo venimos contando, explicando y sufriendo en esta columna durante más de 100 semanas.

Algunos lectores que se han incorporado recientemente sugieren que vengamos llorados de casa y que nos dejemos de lamentaciones. Que seamos propositivos. Que hablemos de las propuestas, de cómo arreglarlo. Vamos, que nos dejemos de predicar y demos trigo.

Problemas complejos no se resuelven en cinco páginas ni en cinco minutos. Hemos dedicado unas cuantas columnas a proponer medidas que mejoren la competitividad, la productividad, a través de mejoras en innovación, industrialización y, para ello, la formación es clave. Hemos hecho geografía económica comparada con Corea del Sur, con Taiwán, con China, con India, con Singapur, con Vietnam y hasta con Marruecos. Mis vuelos intercontinentales y mis esperas en los aeropuertos y hoteles de Shenzhen, Bangalore, Seúl … Shanghái, los dediqué a intentar transmitir cómo y por qué nos superaban otras economías.

Intenté evitar las manidas excusas de si gozan de más o menos libertades o si son más o menos democráticos o más o menos felices. He encontrado ciudadanos comprometidos y razonablemente felices en todo tipo de regímenes en el mundo.

Sus modelos económicos y sus compromisos sociales, y comunitarios muy diferentes. No hay ni pueblo elegido, ni raza ni civilización superior, he visto gente extraordinariamente comprometida, honesta, trabajadora y capaz en todas partes.

Lo que sí hay son modelos que funcionan mejor y modelos que funcionan peor, incluso que no funcionan en absoluto. Casi siempre, la formación elemental de la población, la capacidad de leer, escribir, comprender, calcular, hablar un idioma extranjero, que no tienen que ver con el PIB per cápita, sino con la calidad del sistema educativo, el nivel del profesorado, la importancia que la sociedad y las familias conceden a la educación ha sido clave.

En Asia en general, con China, Singapur, Corea del Sur, Malasia o Vietnam como ejemplos de distintas razas, religiones, y modelos de gobierno, desde dictaduras a democracias, la educación de los niños, las tasas de alfabetización, la conciencia familiar, social e institucional de que es clave convive con una cultura del esfuerzo y el mérito.

La importancia que otorgan a disponer de capacidades productivas y los medios que ponen para preservar, mejorar y atraer nuevas inversiones no tiene parangón hasta que Biden primero y luego Trump masivamente han dispuesto una batería de medidas positivas (incentivos) y reactivas (aranceles y penalizaciones) para que EE. UU. recupere tejido industrial.

Los compromisos del sector automóvil, luego de los semiconductores, y luego de otras tecnologías como Apple para fabricar en América han sido multimillonarios. Ahora con el hachazo a la farma seguirán más compromisos.

Sin una base suficiente de personal cualificado, la presión sobre los salarios en un mercado que ya está tenso será muy elevada.

En los últimos 8 años, el Ametic industrialista y pro-innovación que impulsó Pedro Mier, fue positivo y propositivo. En esta columna nos hicimos eco de muchas de las iniciativas, que se solían lanzar cada septiembre en Santander, desde una Vicepresidencia de Digitalización, hasta un plan de misiones, en el más puro sentido del Estado Emprendedor.

Los Macroproyectos Tractores, llevados a CEOE al gobierno, la propuesta de una agencia que ayudara técnicamente a que no se atragantaran los fondos Next Gen, la propuesta de que España tuviera un rol en la industria europea de los semiconductores y el Perte Chip, las propuestas de Pacto de Estado por la Industria, por la Innovación y por la Formación…

Desde El Rey va desnudo, dimos visibilidad a estas propuestas, y amplificamos las que, de carácter fiscal deberíamos tener para competir con americanos, alemanes y franceses. En Hacienda contra España dimos cuenta del lastre que las políticas de fiscalidad de la innovación suponen para nuestra capacidad de competir con pares europeos a los que sus administraciones tributarias ayudan.

Las propuestas del plan Draghi, que se pueden resumir en que Europa tiene capacidad financiera y fiscal para recuperar el déficit de inversión que nos ha llevado a esta situación, las estamos promoviendo activamente desde aquí y desde los congresos con FIDE y el Congreso Minnd que organizamos en Málaga con expertos y académicos de toda Europa para analizar en profundidad industria e innovación, que son la energía del progreso y el bienestar.

En otros foros, y en particular en IND+I y FEI hemos ido haciendo propuestas formales para actualizar y mejorar nuestra posición en innovación, las hemos contado aquí, las hemos colgado en las respectivas webs que tienen además interesantísimas ponencias y videos como los de los últimos IND+I days, que se organizan anualmente en desde hace 10 años en Viladecans, una ciudad que lidera la red Innpulso de ciudades, y que pone la nueva industria y la innovación en el centro de sus políticas.

Los trabajos que hemos realizado en estos foros son colegiados y corales, participativos y colaborativos, integrando expertos industriales, académicos e institucionales. España crece al 3,8% pero nuestra industria, que es excelente, y que tira hacia arriba de las exportaciones y la productividad, la de nuestros campeones ocultos y no tan ocultos, necesita que le quitemos plomo de las alas, que abramos el grifo del talento y que se vea como un activo estratégico.

Es cierto que ver la botadura de la última fragata de Navantia, el barco de su clase más avanzado del mundo es un orgullo, que haya astilleros de Navantia en el Reino Unido y que tengan pedidos, es una señal inequívoca de que tenemos una buena industria, que fabrica bien y cumple. Estas palabras del Secretario de Estado de Industria, el pasado viernes, me inspiraron por su sencillez y veracidad. Bien hecho en España. Ese es el lema de mucho lidere mundiales de nicho que son excelentes en lo suyo y cumplen.

¿Puede España ser la nueva Alemania? ¿Por qué no? Lo primero becas para ingenieros y gestores para ir a aprender, entender y tender puentes con China. Lo segundo, apalancarnos demográficamente en los 500 millones de españoles de américa.

¿Soy optimista? Sin duda, más optimista cuanto menos veo la tele y los medios convencionales. Te das una vuelta por la Zona Franca de Barcelona, por un polígono en Lucena, o en Tárrega, Huelva, o en Arteixo, Martos, Linares o el Parque Tecnológico de Málaga y puedes serlo. Hablas con empresarios jóvenes como David Prieto de CT Ingenieros o Juan José Prieto de Innovasur, Jordi Gazo de Floox, Pablo Tapia de Tupl y puedes serlo. Hagamos grandes nuestras empresas medianas para tener un potente mittlestand como Alemania y reforcemos nuestras debilidades demográficas con buen talento bien formado.