El 40% de los satélites que lanzó el último cohete de SpaceX, la compañía de Elon Musk, llevaba su sistema de alimentación diseñado y fabricado en Málaga. Lo mismo ocurre en al menos uno de cada dos coches del mundo con sistema de acceso sin llave.

Las grandes cadenas hoteleras del mundo pueden competir con Booking, llevando a los clientes directamente a sus páginas de reservas, mediante tecnología desarrollada en Málaga. En Innova IRV Microelectronics han desarrollado un micro procesador ciberseguro basado en RISCV que es 57 veces más rápido que sus competidores. Lo llevarán, de la mano de CDTI, a Taiwán en septiembre. Los expendedores de boletos y el TPV de la ONCE, los cajeros automáticos de LaCaixa, o cargadores rápidos de vehículo eléctrico se fabrican en nuestra ciudad.

El CNAE, que mete en el mismo saco a una empresa fabless de semiconductores que a un fabricante de componentes pasivos, ya sea TDK (condensadores) o Premo (Inductores) juega malas pasadas. Si tienes el mismo CNAE seréis competidores. Nada que ver puesto que los códigos CNAE están muy obsoletos y la tecnología y el mercado avanzan a gran velocidad creándose categorías nuevas que antes entraban en el mismo cajón.

Por otra parte seguimos sufriendo los estereotipos de que toda empresa de tecnología digital es una empresa de servicios. No importa qué haga, invierta, active buena parte de sus intangibles sean propiedad industrial e intelectual, poco importa que se produzca en lo que se llama un software fab, que se estandarice y que se “paquetice”.

Si no se toca y se vende con una licencia o un pago por uso mensual, es un servicio. Así, aunque nuestra industria tecnológica y digital goza de buena salud, todo el mundo lo atribuye al sector servicios. Pues no, señores, en el siglo de la sociedad del conocimiento y en la era de la IA y ChatGPT estas cosas son productos, que tienen a veces muchos años de ciencia, investigación y desarrollo, que ha consumido grandes inversiones, que se pueden patentar en economías desarrolladas como en EE UU y que han transformado el mundo desde Spotify, Skype, a Copilot o ChatGPT.

Hay una cosa muy tangible como las gafas de realidad aumentada que ha lanzado META y en las que ha tenido mucho que ver uno nuestros mejores ingenieros españoles Bruno Cendón. Las tienen con Ray Ban, con Oakley y pronto vendrán otras.

Eso, como sí se toca, es un producto y es una industria, digo yo. Sistemas de clasificación obsoletos que mezclan una fabless de semiconductores con un fabricante bobinas, o un desarrollador de software con una consultora que te lo implanta. Eso sí, eso sí que son servicios.

Lo cierto es que, aunque la economía española aparentemente va como un tiro, ni los fondos Next Gen Europe acaban de llegar y nuestro grado de ejecución es mucho peor que el de Italia, que recibió más fondos, por ejemplo.

Los indicadores adelantados son malos. Los compradores, el PMI, está en zona de contracción. Menos del 10% de los directivos de empresas con más de 250 empleados tienen previsto contratar cara a 2026. Hay empresas esperando pagos desde diciembre y tienen que ejecutar los proyectos antes de final de 2026. Como si ello fuera un huevo que se echa a freír.

Nuestro patio político no invita a la confianza, ni la fiscalidad ni los incentivos acaban de llegar a las empresas. A las instituciones públicas llegan sin problema, pero al tejido productivo no acaba de llegar.

Europa está a pique de la respiración asistida. No es Alemania el enfermo de Europa, es Francia que no crece, pero tiene una deuda del porcentaje del PIB y en términos absolutos, de las más altas de Europa.

El resto de Europa no va mucho mejor. En el Reino Unido, el actual Primer Ministro tiene el récord de velocidad en pérdida de popularidad, su homólogo francés la tiene por los suelos, la nueva Comisión, aún no vemos hacia dónde nos lleva. Nuestras gallinas viven mejor pero el líder mundial ya no es europeo, es brasileño. Vamos perdiendo cada posición de liderazgo, unas veces contra los chinos, otra contra otros países europeos o contra el crecimiento de las empresas norteamericanas alentadas por Wall Street

La electrificación de transporte no llega, a pesar de las medidas adoptadas tras el apagón que decían que no solo íbamos a tener caldo, tendríamos dos tazas.

Cada vez se fabrican menos coches en el mundo y la cuota de China no para de crecer. Mover a gigantes como Toyota o Volkswagen no es mover a Tesla o a BYD. El año pasado VW era el sexto del mundo en Automotive Innovation Report, este año es el primero, seguido de BYD, SAIC, Geely. Los top 20 está plagados de chinos. Hay que ir al puesto 6 para encontrar a GM, al 12 para Ford y al 15 para Tesla.

La confianza en el dólar y en los bonos del tesoro americano baja. Los hogares tienen más ahorro que nunca porque en el fondo no se fían. ¿Cómo incentivarlos para que puedan usar sus recursos para gastar? Nuestra banca es incapaz de convertir ese enorme ahorro en inversión en España.

De momento, se hacen los locos y estiran el ciclo.