Úrsula Von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, afirmó al Financial Times: "El mundo se ha vuelto más difícil". Igualmente comentó: "Tenemos que gastar más, tenemos que gastar mejor, tenemos que gastar en Europa", afirmando que Bruselas debería incentivar la industria de defensa europea. El viejo continente ha dejado de ser el centro del tablero geopolítico y, a diferencia de lo que ocurría durante la Guerra Fría, los Estados Unidos asumirán menos responsabilidad en su protección, en un escenario donde el eje económico y militar se ha desplazado hacia Asia-Pacífico. Por tanto, ello convierte en prioritario el tener una importante industria propia, que seguramente deberá ir más allá del acuerdo de la Cumbre de Gales que nos compromete a dedicar el 2% del PIB a defensa, del que aún estamos lejos en nuestro país, para evitar ser presos de nuestra inacción.

Llegue o no Trump a la Casa Blanca, no parece probable que desaparezca el pensamiento de “América primero”. Hace décadas que los EE.UU. están más enfocados en concentrar sus fuerzas lejos de nuestro continente, y, aunque sigan comprometidos con la OTAN, parece necesario que el resto de los aliados dé un paso al frente en común (no como está haciendo Turquía), para garantizar la seguridad y libertad de sus miembros.

En un contexto como el de hoy en día, donde en lugar de construir puentes, fomentar el diálogo y buscar soluciones colaborativas que beneficien a todos, nos encontramos con una polarización social, incluir este debate, aún por desarrollar, debería estar bien argumentando y consensuado previamente por todas las partes implicadas. Más aún, si como parece, será necesario tener unas reservas voluntarias (con tres o cuatro meses de formación básica militar), que conllevará la necesidad de acordar incentivos con los reservistas y las empresas donde trabajen. La construcción de una nueva estrategia en defensa es fundamental que cuente con los mayores apoyos posibles y sea bien comunicada, con la finalidad de que cale y permee en nuestra sociedad, evitando que se convierta en un arma de confrontación política.

Como necesidad estratégica, al igual que lo será el tener una mayor independencia energética y alimentaria, es básico escapar de argumentos simplistas y fáciles de encapsular, haciendo un esfuerzo por explicar y normalizar una realidad más compleja. La necesidad de unas fuerzas armadas más modernas, próximas y valoradas por la sociedad, a lo que La Unidad Militar de Emergencias (UME) ha ayudado mucho, y hablar claramente de los peligros reales, que no son sólo la escalada militar de Marruecos o las amenazas de Rusia, sino también las ciberamenazas a centros estratégicos y básicos en el día a día de un país, son esenciales para construir una sociedad informada y resiliente.

El mejor conocimiento de la realidad actual, promoviendo una cultura de diálogo, entendimiento y acción colaborativa, ayudará a nuestra capacidad para superar las diferencias y afrontar un reto que llevamos décadas sin asumir y, parece, que el tiempo no corre a nuestro favor. Como dijo San Agustín, “decís vosotros que los tiempos son malos, sed vosotros mejores y los tiempos serán mejores: vosotros sois el tiempo”.