Decía Paul Krugman que, a corto plazo, la productividad no es importante pero que a largo plazo lo es todo. En 2016 los economistas del Banco Mundial organizaron una conferencia sobre la importancia de la productividad para el crecimiento económico y la prosperidad.

Nos gusta compararnos con países con altos niveles de desarrollo como los países escandinavos. Dinamarca (34 horas semanales), Suecia (35 h/s) o Finlandia (35 h/s) son países pequeños en población comparados con España y con economías muy abiertas y altas tasas de innovación y productividad. Digamos que se trata de PIB por hora trabajada. Medida sobre el PIB por hora trabajada de 2010, Dinamarca tiene 112 puntos (julio 2023), España 102 (junio 2023), EEUU (37 h/s) 113,9 en julio.

Los señores del Banco mundial alertaban de que los países desarrollados no estaban ganando en productividad, países como Corea del Sur (44 h/s), a pesar de ser de los que más robots usan no avanzan. En enero y febrero de 2023 se pasó del 103 al 99.9, se decir, bajaron del nivel de 2010 (=100). 

El caso de la farmacéutica Novonordisk, de Lego en Dinamarca o los de Ikea en Suecia y Nokia en Finlandia son ejemplos muy conocidos. Si comparamos la posición del PIB de estos países en 2000 y en 2020 respecto de la media de la OCDE, estos países están mejor que la media en los dos años. España en 20 años ha ido para atrás respecto de la media de la OCDE.

Estas cosas son relativas, o tú vas para atrás o los que venían de atrás han avanzado más que tú. Es el caso claro del gran salto que en 20 años han dado países como la República Checa.

Es posible achacar estas grandes mejoras a que los países que venían de la Europa del Este, al incorporarse a la UE han dado un gran salto. Menos evidente es que los que ya estaban arriba como los países escandinavos hayan mejorado más que España.

No es popular el debate sobre la productividad. Producir más en menos tiempo, facturar más por empleado suena a explotación y tiene connotaciones negativas. Sin embargo, son los países más igualitarios, con sistemas sociales públicos más desarrollados y con esfuerzos fiscales importantes los que más producen, más PIB per cápita y más PIB por hora trabajada.

Nuestros sectores más exportadores, sometidos a la presión competitiva internacional, no han dejado de mejorar en productividad. Tenemos la balanza por cuenta corriente positiva y un saldo de exportaciones robusto desde hace años. A nadie en mi pueblo le extraña que ahora entre el tractor a la pata del olivo, lo vibre y casi sin ayuda se recoja en un fardo extensible cónico toda la cosecha de aceitunas en pocos minutos. Recuerdo cuando cada árbol era vareado por varias personas y cómo se plantaban los fardos bajo el mismo y se recogían posteriormente y vertían al remolque. La ganancia de productividad puede haber sido de más de 4 veces. Y así en riegos, en producción intensiva de verduras, de frutos tropicales, de minería, ganadería intensiva, cárnicas, de nuestro sector manufacturero, incluido el automóvil que sigue estando en niveles de facturación por cabeza puntera en Europa (18.900 millones de superávit comercial con 4.000 millones de inversión en mejora y ampliación de plantas en 2021).

Sin embargo, hay otros sectores menos productivos, es evidente que los servicios turísticos están también mejorando con la digitalización, pero, en la última milla, el servicio directo al cliente emplea a muchas personas con una facturación por cabeza relativamente baja. Nuestros precios bajos, una cerveza en Málaga vale hasta 10 veces menos que en California o Copenhague, hacen que un camarero que sirva la mitad de las cervezas que en la Costa del Sol produzca el doble en términos de facturación por cabeza en los países nórdicos.

¿Si van subiendo el valor de los bienes y servicios (ojo a la inflación) mejoraremos en productividad?

Me parece una cierta trampa. Si en términos iguales y comparables aumentamos la facturación por hora trabajada sí que mejoramos. La realidad es que toda la eurozona ha quedado en términos de PIB un 30% por debajo de los EEUU desde la crisis de 2008.

Miren lo que facturan por cabeza los campeones norteamericanos, Microsoft, Alphabet, Amazon, Meta o sus farmacéuticas o sus petroleras. La sociedad digital tiene dos actores, los usuarios, que o la usan o perecen para quedar más o menos igual, como el hámster en la rueda de su jaula, y los que producen los productos y servicios digitales, esta industria tecnológica digital es altamente productiva y competitiva.

Proveedores y usuarios, esa es una clave. Pensamos que digitalizar España mejorará la productividad, y es cierto, pero no nos mejora en términos relativos respecto de todos los que también lo hacen. El gran salto estriba en tener campeones como Novo Nordisk, Ikea, Nokia, Amazon, Microsoft o Nvidia o un gran “mittelstand” como Alemania con sus 3 millones de empresas medianas. Producir y vender globalmente productos de gran valor añadido. Los chinos lo han entendido y están híper vitaminando desde hace años a sus campeones de baterías, de vehículos eléctricos, de semiconductores como SMIC, de telecomunicaciones etc…

¿A quién hipervitamina Europa? Muchas veces protegiendo la competencia en el mercado interno favorece a las empresas no europeas que ya tienen grandes economías de escala.

Mientras tanto, aquí parece que tendremos una legislatura con una jornada laboral de 3 horas menos por el mismo sueldo. Un golpe a la productividad que puede derivar en inflación (los sobrecostes se trasladan al mercado) o en desempleo (los que no pueden trasladarlo al mercado ajustan sus plantillas) o quizá en una mejora real de la productividad porque hagamos y facturemos más en menos tiempo. Habrá quien piense que simplemente habrá menores beneficios empresariales, pero para eso ya están las políticas fiscales.

La realidad es que en 2022 nuestro PIB por hora trabajada era el 76% de la media de la zona euro y el 63% del de Alemania.  Llama la atención que en el informe de situación de la economía española 2022, se pase tan de puntillas sobre este asunto clave.

En las jornadas Málaga Paraíso del Talento, el CEO de Analistas Económicos de Andalucía Rafael López del Paso nos hizo una intensa y completa radiografía de la economía y la coyuntura. Su mayor preocupación, compartida, la productividad.

Echo de menos en España planes serios de mejora de la productividad que incluyan formación, inversión en robótica industrial, digitalización de las industrias con un objetivo claro de duplicar nuestro output en 10 años. Financiar con carencia todos los proyectos que mejoren la productividad con paybacks de 4 años o menos sería una magnífica herramienta del ICO o del Ministerio de Industria. A la vista de los datos, el kit digital, no cambiará drásticamente nuestra productividad. La semana pasada Javier García Arenas de CaixaBank Research ponía luz en una de las claves de la mejora de la productividad, el déficit educativo de trabajadores y empresarios. Ojo, de ambos. Llama la atención que más de un tercio de los empresarios tengan niveles educativos bajos frente a menos del 20% en la zona euro.

Romperé de nuevo una lanza a favor de las empresas de tamaño medio porque más que duplican el valor añadido por empleado de las pequeñas y casi igualan a las grandes empresas.

La inversión en I+D+ Innovación también tiene una correlación perfecta con la productividad. A la cabeza de la zona euro, Bélgica (34 h/s), Austria (33 h/s), Alemania y Finlandia duplican su esfuerzo en I+D+I (3-3.5% del PIB) frente a España que en 2021 invirtió un 1.5%. La consecuencia es que también casi duplican la productividad por hora trabajada (España por debajo de los 40 euros frente a Bélgica cerca de los 70 euros/hora).

Dice García Arenas que la clave es el foco en educación, tamaño de las empresas e innovación. Amén. Nada dice de las horas semanales trabajadas, aunque ya vemos que los países líderes tienen jornadas laborales más cortas pero también educación e inversión en I+D+I.

A largo plazo lo es todo.