Es cierto que aún faltan 77 años para que el 21 de marzo de ese año sea Domingo de Ramos, y muchas son las incertidumbres sobre tan largo futuro. Los juegos de hasta las más sesudas predicciones rara vez aciertan, pero sin embargo siempre abren caminos a reflexionar, y muchos avances indirectos nacieron de ellas. Así, es muy probable que, de seguir precisando la fecha de la muerte de Cristo, deje de ser la primera luna llena de primavera la que marque esa semana en el calendario.

Hace cuarenta años ya se publicó en una prestigiosa revista, Nature (https://www.nature.com/articles/306743a0 ), un impresionante artículo, firmado por dos considerados científicos, en el que databan la fecha exacta de aquel trascendente momento para la humanidad. Según sus observaciones el óbito sucedió el viernes 3 de abril del año 33 sobre las seis y media de la tarde. En esta línea, coincidiendo con la celebración del segundo milenio dentro de diez años, que caerá en domingo, es probable que sea entonces el momento en el que la Semana Santa quede marcada de manera fija en el calendario por esta fecha.

Es de prever que el considerable y creciente atractivo de esta celebración lleve a innovaciones tecnológicas importantes. Así se espera de la rápida inmersión de las tecnologías de la inteligencia artificial. A buen seguro que ella será la encargada de rediseñar los itinerarios, horarios, buscando la mayor eficiencia de los recorridos y su compatibilidad con las demás actividades de la ciudad.

Es muy posible que, para entonces, la identificación facial, a través de algún tipo de celular, dirija a cada uno de los asistentes a sus localidades o a los lugares más adecuados para cada caso. De manera evidente se debe considerar la evolución de la robótica, que en algún caso servirá para sustituir a los hombres de trono y con ello extender las procesiones por todos los distritos de la ciudad. Seguro que la holografía también tendrá su espacio, recreando momentos históricos del pasado directamente en la calle.

De seguir avanzando el interés turístico y su proyección internacional por nuestra semana mayor, es de suponer que a mitad de siglo algunos verán en ello un importante espacio para inversiones rentables. No sería de extrañar que algún fondo de inversión adquiera los derechos de alguna nueva cofradía. Con el reclamo de fomentar el crecimiento de su patrimonio, obtendrán pingues beneficios desde el más variopinto merchandising hasta la gestión de pisos turísticos en el entorno de la casa hermandad, garantizando a sus huéspedes participar en la penitencia con túnicas y capirotes.

Como decía ut supra pocas veces las predicciones han acertado y aun menos lo hará esta, convencido que la inteligencia espiritual mantenga a raya a la artificial. Es lo que nos queda.