Giaccomo Bozzoli en el hotel Hard Rock de Marbella el verano pasado.

Giaccomo Bozzoli en el hotel Hard Rock de Marbella el verano pasado.

Marbella

El true crime que acabó en Marbella: así pillaron al italiano que mató a su tío y durante su huida pasó por la Costa del Sol

Giacomo Bozzoli mató a Mario Bozzoli en 2015 y fue pillado casi una década después en su casa en Italia. Estaba escondido bajo su cama con unos 50.000 euros, tras pasar por la provincia.

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El jueves 8 de octubre de 2015 desapareció sin dejar rastro Mario Bozzoli. Era propietario de una empresa del sector de la metalurgia en Marcheno (Brescia). Según el Tribunal Supremo italiano, realmente lo hicieron desaparecer. Esa decisión final llegó el 1 de julio de 2024 cuando se confirmó la sentencia del Tribunal de Apelación de Brescia.

La persona que más esperaba ese fallo se encontraba esos días en Marbella pretendiendo escapar de la justicia italiana y estuvo alojado en el Hard Rock Marbella. Se registró con su nombre y ese fue el último paradero conocido hasta que la policía italiana dio con él unos días más tarde en la propia Italia. Los investigadores rastrearon su Maserati Levante por la Costa Azul francesa, luego Valencia y su destino final fue Marbella.

Se trataba de Giacomo Bozzoli, sobrino de Mario. Decidió poner tierra de por medio de Italia porque se jugaba pasar su vida en la cárcel. El 1 de julio de 2024 el Tribunal de Casación italiano dio la razón a los jueces que anteriormente habían estudiado el caso. Giacomo fue condenado en firme a cadena perpetua por el asesinato de su tío Mario Bozzoli.

Aquel 8 de octubre de 2015 Mario Bozzoli llamó desde su fundición Bozzoli a las 19.12 horas a su mujer para decirle que irían esa noche a cenar a un restaurante en el Lago Garda. Fue el último momento que se supo que estaba con vida.

En esos instantes se encontraban en la empresa junto al tío y al sobrino otros 5 trabajadores, a los que también se investigó, pero se fue descartando su implicación en el homicidio hasta llegar a Giacomo Bozzoli.

El caso se complicó aún más cuando a los 6 días de la desaparición de Mario Bozzoli también se esfumó Giuseppe Ghirardini, que era uno de los trabajadores que estaban presentes en la empresa Bozzoli cuando el jefe Mario Bozzoli se esfumó.

El cuerpo de Ghirardini fue encontrado el 18 de octubre en un bosque. Cuando se le realizó la autopsia se descubrió que en su estómago contenía una pastilla de cianuro. Supuestamente se había suicidado por el remordimiento de lo que había ocurrido aquella tarde noche del 8 de octubre de 2015.

La conclusión judicial tras 227 páginas fue la siguiente: Giacomo Bozzoli asesinó a su tío. Según los jueces, lo odiaba y desde 2011 le rondaba la idea de ejecutarlo porque chocaban en la forma de administrar el negocio familiar.

Entre las 19.12 y las 19.16 horas del 8 de octubre sucedió todo y coincidió que se vio una humareda diferente a la habitual en la empresa. Giacomo había concretado matar a su tío y pagar a Giuseppe Ghirardini para que lanzara el cuerpo de Mario Bozzoli a un horno de la fundición.

En aquel lugar nunca se encontró ADN, y precisamente por esto y por el humo que se vio en aquellos instantes el juez de instrucción aprobó una prueba pericial que no se había realizado nunca hasta entonces.

Se utilizó a un cerdo de 13,2 kilos muerto de forma natural para ver el comportamiento que tenía su cadáver si se lanzaba a otra fundición. El perito concluyó que el cuerpo de Bozzoli podría haber sido arrojado al horno situado en Marcheno y en menos de dos horas no haber quedado rastro de él.

Precisamente por esta prueba el Tribunal Europeo de Derechos Humanos ha admitido esta semana el recurso del abogado de Giacomo Bozzoli.

Mientras el proceso en la justicia europea sigue, Giacomo Bozzoli sigue manteniendo su inocencia desde prisión. Su fuga el año pasado pasó por Marbella y acabó en su casa en Italia. Estaba escondido bajo su cama con unos 50.000€. La policía italiana le pilló en el momento en que iba a iniciar de nuevo una fuga de la justicia para siempre.