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La Feria de Málaga 2025, a examen: qué mejorar y qué mantener, según los asistentes del Real y el Centro

Algunos quieren los cacharritos más baratos, otros que quiten el botellón, hay quien propone abrir casetas para menores y unos cuantos aplauden el aumento de la seguridad.

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Patricia Sierra Francisco Sánchez
Publicada

La Feria de Málaga ha llegado a su fin una vez más y como sucede cada año, los malagueños no quieren que acabe pese a saber que todo lo que empieza tiene su final, y esta fiesta no iba a ser menos. El ambiente en calle Larios volverá a ser el mismo en cuestión de horas, y en el Real Cortijo de Torres se cerrarán las casetas hasta agosto del año que viene.

Ese ambiente de fiesta repleto de Cartojal, diversión y mucha música dice adiós, pero como todo en esta vida, siempre puede mejorar. Por ello, EL ESPAÑOL de Málaga ha hablado con malagueños y turistas para saber qué mejorarían ellos de la Feria de Málaga.

Iván, junto con su grupo de amigos, se dirigía a la caseta de Selvatic, sorteando gente con destreza, mientras pedían de manera tímida fotos y una caseta exclusiva para menores. “No estaría mal, sobre todo porque ellos también merecen disfrutar de la feria como nosotros, no se vende alcohol y listo”, comenta con cara de satisfacción y con prisa porque quería “meterse una copa entre pecho y espalda”.

Pero en la feria no solo importan las casetas. Cada uno la vive a su manera. Por ejemplo, las personas que tienen carros a caballo manifiestan que sufren muchos impedimentos para, simplemente, acudir al Real a darse una vuelta. David, caballista, asegura que acudir un día de feria junto a su caballo “cuesta entre 400 y 500 euros”.

Y sin contar todo lo que paga por mantener al animal durante el año. “A mí me cuesta entre 15 y 20 euros diarios”, comenta. Cuidarlo bien es un gasto bastante grande y para que, al final, el caballo salga tres veces al año, según explica.

Visiblemente acalorado, por el sol o por su propia frustración, David critica a los que él llama animalistas. Dice que no ven todo lo que hay detrás de salir a pasear al caballo. Los acusa de no saber de su propia cultura, de hablar desde el desconocimiento.

“No saben qué es lo que se gasta para que ese caballo esté bien”, afirma. Por eso reclama que no haya tantos requisitos para ellos. Además, solicita que no hagan venir con traje de etiqueta a los caballistas, según él, “hay criaturas que no pueden permitírselo”.

Aplauden el aumento de la presencia policial

David acude sin falta a su cita en el Real Cortijo de Torres todos los años, desde que tenía 15. Hoy, casi no llega. Viene desde un pueblo de la provincia, Vélez-Málaga y ha estado trabajando hasta tarde en su empresa de pladur. Esta vez no lo acompaña su animal, sino unas amigas con las que busca pasar un buen rato e ir “al Colmao”.

Por las calles asegura que este año ha visto a más policías de lo normal y algo que valora de manera positiva porque "hacía falta ya". Recuerda que cuando era tan solo un adolescente “no había seguridad ninguna”. En cambio, ahora es diferente porque “miran más por el ciudadano, por el que viene a disfrutar y defienden a los chavales”.

María Jesús también se ha percatado de que este año “hay más vigilancia” en comparación con los anteriores y es que la mujer ha acudido todos los días de la semana a la feria, por lo que sabe bien de lo que habla.

Conoce las normas a la perfección, ha tenido tiempo de experimentarlas en sus días de feria. Su favorita, sin duda alguna, es la del código de vestimenta. Según explica, “se puede ir fresquito a la feria, pero hay veces que parece que estamos en la playa”. De hecho, dejaría la feria tal como está el año que viene, incluso con los cambios recientes.

Miguel Ángel sigue la racha de María Jesús de cerca, ha acudido a la feria casi todos los días. Eso sí, al igual que ella, solo ha pisado el Real. El centro lo ve “para mayores que van nada más de fiesta, a beber”.

En su último día es cuando acude a las casetas con su grupo a ver lo que se cuece. No sabe todavía cómo es el ambiente. A dónde no planea ir es al botellón. Cree que “hay muchas peleas” y que “muchos borrachos se matan ahí”. Está totalmente a favor de la desaparición del botellón, a pesar de ser joven.

Atracciones más baratas

Su principal motivación para ir a la Feria seis de los siete días que dura han sido los cacharritos. “Hay algunos que cuando pagas tú dices, mejor no hubiera pagado”, comenta. Por lo que ha podido observar, muchos han mantenido sus precios, pero otros "cuestan un dineral". Por ello, cree que deberían bajar los precios.

Por su parte, Sergio sí ha estado en las casetas del Real y del Centro. En ambos lados se ha encontrado lo mismo: mucha gente, a la que se suma la que acude al botellón, en el que también ha estado.

La cara se le cambia al hablar de él, su entrecejo se contrae y su boca hace una mueca de disgusto porque considera que allí “hay demasiada gente y demasiados trapicheos de por medio”. Sabe que este año han implementado más seguridad. Sin embargo, le parece poco.

“La ley puede cambiar, pero la gente no”, dice con cierto sarcasmo en su voz. No sabe si deberían quitarlo o no. Además, le preocupa que los jóvenes busquen la bebida a una edad tan temprana y que lo consigan con tanta facilidad.

Algo que sí tiene claro es que la tradición de los caballos debería acabar. Confiesa que es algo bastante arcaico, que no pega con la Málaga de 2025 y considera que es momento de que “los animales ya puedan vivir libres en el campo”.