Imagen de archivo de los trabajos arqueológicos realizados en el Cerro del Villar.

Imagen de archivo de los trabajos arqueológicos realizados en el Cerro del Villar.

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Los arqueólogos vuelven al Cerro del Villar, donde Málaga guarda "el Atapuerca de la cultura fenicia"

El regreso del equipo de investigación de la Universidad de Málaga está previsto para la segunda mitad de agosto. Los resultados de la primera fase fueron extraordinarios.

20 julio, 2023 05:00

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Casi 10 meses después de que culminase la primera fase de la excavación, el equipo dirigido por José Suárez regresa al terreno para continuar los trabajos.

Los arqueólogos regresan al lugar del crimen, a la parcela de 9 hectáreas bajo la que se esconde la superciudad fenicia a partir de la cual creció la Málaga que hoy conocemos. Y lo hacen casi diez meses después de que recogiesen sus bártulos, sus herramientas de trabajo para empezar una labor de análisis de todo lo hallado en un sector que había permanecido baldío, sin explotación alguna durante dos décadas.

El equipo dirigido por el profesor del Departamento de Ciencias Históricas de la Universidad de Málaga, José Suárez, volverá al tajo en la segunda mitad del próximo mes de agosto. Y lo hará para profundizar aún más el redescubrimiento del punto exacto en el que, según los especialistas, se localiza el kilómetro cero de la capital de la Costa del Sol.

Eso es Cerro del Villar, un solar en apariencia yermo, que pasa desapercibido para los miles de coches que transitan a diario por la autovía, pero que guarda en su interior un tesoro arqueológico de tal valor que algunos hablan del "Atapuerca del mundo fenicio".

El director de la campaña de excavación del Cerro del Villar, José Suárez, junto al asentamiento.

El director de la campaña de excavación del Cerro del Villar, José Suárez, junto al asentamiento. Amparo García

La reactivación de las labores de excavación estaba prevista en el marco del proyecto interdisciplinar e internacional liderado por investigadores de la UMA, que cuenta con la subvención directa del Ayuntamiento y la autorización correspondiente de la Junta de Andalucía.

Pendientes del desarrollo de esta nueva actuación, lo que parece evidente es que la primera fase fue todo un éxito. No sólo porque se levantó el velo que pesaba sobre este rico yacimiento, sino por los resultados de las excavaciones.

Los trabajos realizados en septiembre del año pasado dejaron a la vista muros de grandes dimensiones a diferentes alturas y niveles, organizados de forma descendiente, hacia los límites de la isla, en el antiguo delta del Guadalhorce. Elementos que, a juicio de los expertos, evidencian un posible entramado urbano aterrazado.

"No nos esperábamos que las primeras estructuras fenicias estuvieran tan accesibles y superficiales, a sólo 40 o 50 centímetros del nivel del suelo", expuso hace casi un año José Suárez. Bien es cierto que los análisis previos de prospecciones geoarqueológicas, geofísicas y geomagnéticas realizados por la UMA mostraban este yacimiento como uno de los sitios fenicios arcaicos mejor conservados del Extremo Occidente del Mediterráneo.

Esta labor inicial hacía presumir la aparición de muchas estructuras fenicias. Sin embargo, Suárez admitía que lo encontrado ha superado las expectativas. "Todo es un descubrimiento", confesaba. Y ello a pesar de que del conjunto apenas ha sido objeto de estudio un espacio de 350 metros cuadrados.

Resultados de la primera fase

Dentro las tareas, los integrantes del equipo, pertenecientes a áreas de conocimiento del Departamento de Ciencias Históricas de la Facultad de Filosofía y Letras, han sido recuperadas piezas de cerámica fenicia, griega y etrusca del siglo VI a. C., posibles contenedores de salazones y vino, Y se han delimitado los primeros caminos, así como muros de más de medio metro de ancho, que podrían identificarse como habitaciones, en las que se ve claramente cómo las partes más altas del asentamiento se comunican con las más bajas.

También se han documentado restos de hace unos 2.700 años, que atestiguan las actividades cotidianas realizadas en este asentamiento. Entre ellos destaca un trozo de ánfora de vino procedente de Extremo Oriente, del siglo VII a. C.; la parte de un horno doméstico para la elaboración de tortas de pan, o enseres relacionados con las prácticas pesqueras como pesas de red de plomo y restos de comida, en concreto moluscos marinos.

Imagen de cómo pudo ser el Cerro del Villar en sus orígenes.

Imagen de cómo pudo ser el Cerro del Villar en sus orígenes.

Salvo un pequeño punto de los terrenos, en los que fue localizado una pileta romana, todo Cerro del Villar es terreno esencialmente fenicio. "Tras los fenicios fue una zona que se destinó a la agricultura y se abandonó; eso es lo nos permite acceder a niveles fenicios muy antiguos como en pocos sitios", explicaba a EL ESPAÑOL de Málaga Suárez en octubre del año pasado. 

Sirva de comparativa que los restos fenicios descubiertos durante la construcción del Museo Picasso fueron localizados a unos 5 metros de profundidad. Y es justamente la cercanía a la superficie hace del Cerro del Villar "un yacimiento con una potencialidad excepcional para poder conocer cómo se organizaba un asentamiento fenicio arcaico". "Eso nos permite ver cómo se organizan las casas, si hay edificios públicos, si hay espacios productivos como talleres", insistía.

Los datos confirman que era una ciudad fenicia en toda regla, que pudo dar cabida a más de un millar de personas. "Hablamos de un asentamiento de muchas hectáreas, que estaban densamente ocupadas; había familias de comerciantes, pero también artesanos y población indígena que se incorpora", describe, poniendo el acento en que se han topado con estructuras y restos arqueológicos "por todas partes".

Pero más allá de los muros, los arqueológicos han podido perfilar cómo era el día a día de los habitantes, sus actividades cotidianas, "qué tipo de leña usaban, qué tradiciones culinarias tenían o cómo hacían las tortas de pan". Una de las conclusiones más atractivas es que eran "fenicios muy malagueños": "pescaban y consumían recursos marinos, que tenían mucho peso en su dieta; hemos encontrado pequeñas pesas de plomo que usaban para las redes en la pesca". 

Pero por los hallazgos, puede concluirse, también, que esta población disfrutaba de auténticas mariscadas. "Hay un vertido con restos de coquinas, de almejas, de búsanos… Nos parecía muy fresco y hablamos de unos 2.700 años de antigüedad", dice.