La tragedia sacudió en la mañana de este martes el colegio San Estanislao de Kostka de Málaga. Juan Enrique, un empleado del centro educativo, subió las escaleras de la entrada principal por última vez. Se desplomó en la puerta.

A sus 59 años, hizo la misma rutina de todos los días. Sobre las ocho de la mañana, Juan Enrique llegó a su puesto de trabajo, donde compartía tareas de administración con sus compañeros, que le recuerdan, todavía impactados, como "una persona trabajadora y muy inteligente".

Era un día cualquiera en la puerta principal que da acceso al interior del colegio. Hora punta en la que coinciden los alumnos de diferentes cursos para llegar puntuales a sus respectivas clases. Se oyen risas y conversaciones entre amigos. O se aprecian a aquellos que repasan el temario antes de ser preguntados por ello. Pero la normalidad derivó en desgracia: "Lo ví subir las escaleras y ya no entró por la puerta", relatan fuentes del centro.

Se desplomó y rápidamente los compañeros de la víctima salieron en su auxilio y avisaron a los servicios de emergencia. Por ello, desviaron la entrada de los alumnos a la calle Luis Taboada, a escasos metros de la puerta principal. Se aferraron al personal sanitario para lograr volver a ver a Juan Enrique con vida. Pero sólo pudieron confirmar su muerte.

Llevaba "más de 30 años" trabajando en el colegio, por lo que el cariño "es inmenso" hacia él. Eloisa, una trabajadora del mismo departamento, lo define, emocionada, como "un compañero excelente". Asegura que "te ayudaba en todo lo que podía y más". La tristeza ha inundado los pasillos de este centro escolar para siempre.

"Nunca permitía que se hablase mal de nadie mientras que él estuviese delante", continúa. Además, destaca lo importante que fue su desaparecido compañero en su adaptación a este trabajo: "Todo lo que sé hoy en día es gracias a él". Los recuerdos se suceden en cada persona que conoció a Juan Enrique, incluso antiguos alumnos le recuerdan como "un gran profesor" de clases de informática.

Para Ana, otra de las compañeras en el departamento de administración, Juan Enrique siempre ha sido "una persona muy entregada al colegio". Según relata, estaba "metiendo las contraseñas del ordenador" cuando los gritos de alerta hicieron presagiar la desgracia que iba a suceder.

"Más que un compañero de trabajo, era un compañero de vida", cuenta. Han pasado "toda la vida de juntos" por la cercanía de sus familias. Está repleta de recuerdos junto a él, pero subraya su perfil "trabajador y de entrega".

Sus tres hijos, Miguel, Juan y Ana, han estado matriculados en el mismo colegio en el que su padre perdió la vida. La relación de la familia Garrido Figueroa con este centro escolar es íntima: tres generaciones han pasado por sus elegantes pasillos. De hecho, el padre de Juan Enrique trabajó en el mismo lugar que acabaría heredando su hijo años más tarde en el departamento administrativo.

Por otra parte, en la comunidad de jesuitas colindante con el edificio escolar, donde residen antiguos sacerdotes de esta orden que dedicaron su vida al colegio, la noticia del fallecimiento de este trabajador ha sido "terrible". El Padre José Antonio Mendieta compartió muchos momentos con Juan Enrique cuando se encargaba de la administración. Se acuerda mucho de él: "Era un hombre muy trabajador y muy responsable con las cosas que tenía que hacer". Sin duda, el colegio ha perdido a "un pilar" que "siempre estaba a punto para facilitarte la vida".

La vida de Juan Enrique no se entiende sin el colegio San Estanislao de Kostka -el colegio de El Palo-. Es una sinergia que comenzó cuando él era estudiante y que ha llegado hasta el último día de su vida. Sus compañeros y amigos de la promoción del 79 lamentan la pérdida de "una persona maravillosa y honesta".

Luto en el colegio

Juan Enrique Garrido Figueroa ha pasado su vida escoltado por los pasillos de este colegio. Ha visto crecer a miles de alumnos que hoy son adultos y ha conocido los secretos mejor guardados. Ha disfrutado de su trabajo. 

Pero la relación siempre ha sido de reciprocidad. Así lo demuestran las condolencias que le dedican sus compañeros -hoy amigos- y antiguos alumnos que pasaron por sus clases. Su repentina muerte ha causado un dolor "enorme" en el corazón de cada miembro del colegio.

El fallecimiento de Juan Enrique supone una "tristísima noticia para toda la comunidad educativa, quienes hemos perdido, además de un estupendo compañero, una buena persona. Recemos por él y por su familia", de acuerdo con un comunicado del propio colegio en redes. 

Asimismo, las banderas ondean a media asta en la fachada del centro, acompañadas de un crespón negro "en señal de luto". Permanecerán así durante los próximos tres días. En este sentido, desde el propio colegio afirman que "se celebrará una eucaristía con la familia en honor a Juan Enrique" y que "se rezará en las clases para recordarle".

La tragedia que asolaba en la mañana de este martes al colegio San Estanislao de Kostka es irreparable. Admiten estar "destrozados" y ponen en valor el "enorme privilegio" que ha sido compartir tantos momentos con él. Juan Enrique, descansa en paz.

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