Una mujer celebra desde su balcón la salida del Cautivo y la Trinidad.

Una mujer celebra desde su balcón la salida del Cautivo y la Trinidad. Francisco Hinojosa

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Un traslado bajo el cielo incierto: Málaga abraza al Cautivo y la Trinidad en treinta minutos de fe

La cofradía manejaba un parte meteorológico que daba un claro entre las 8.30 y las 9.00 horas que supieron aprovechar a la perfección.

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El cielo jugaba en contra, pero el corazón de una Málaga más que cofrade tenía otros planes. Bajo una alerta amarilla por lluvias y tormentas y con la incertidumbre como compañera al alba, el Sábado de Pasión amanecía con el deseo intacto de miles de malagueños de ver al Cautivo y a la Virgen de la Trinidad por las calles de La Trinidad, aunque solo fuera por unos minutos.

La Misa del Alba, celebrada en la parroquia de San Pablo, volvió a congregar a cientos de fieles en la plaza desde horas muy tempranas. A las siete de la mañana, San Pablo estaba salpicada por gotas de lluvia, pero también por lágrimas y devoción. No era un día cualquiera: era el gran día grande y festivo de La Trinidad. Las nubes marcaban el paso de una jornada en la que cada decisión debía tomarse al segundo.

La homilía, presidida por el obispo Jesús Catalá y acompañada por el deán de la Catedral, José Manuel Ferrary —pregonero de la Semana Santa de Málaga este 2025—, comenzaba, sin sobresaltos, puntual, a las siete de la mañana. En cuanto Catalá se acercó al micrófono, la lluvia paró, como una tregua sagrada, lo que generó incredulidad entre los presentes, que a lo largo de la misa sí que fueron abriendo y cerrando sus paraguas, signo de la inestabilidad que causa la primavera.

Durante su oración, el propio Catalá mencionaba la posibilidad de que se cancelara el acto tradicional con los médicos y enfermos del Hospital Civil. Ya en los días previos se hablaba de un 'plan B' que consistiría en ir hasta la casa de hermandad por el camino más corto, es decir, por calle Jara, siguiendo por Jaboneros y hasta llegar a la calle Trinidad cancelando este evento solidario.

Una imagen del Cautivo y la Trinidad en San Pablo.

Una imagen del Cautivo y la Trinidad en San Pablo. Ciudad de Málaga

Mientras que se ofrecía la comunión, eran cientos los que sujetaban con sus manos los claveles rojos, su ofrenda para el Cautivo que, según Catalá, vienen llenos de plegarias. Tras escuchar aquel "Podéis ir en paz", se hizo la duda en la plaza sobre qué iba a ocurrir a continuación. Pero la incertidumbre duró poco, un miembro de la cofradía anunció que habría traslado, sí, pero directo a la casa de hermandad por el recorrido más corto y sin ir al Civil.

“O nos vamos ya... o hasta las cuatro de la tarde”, advertía Benjamín Pastor a los hombres de trono que aguardaban en los varales tras escuchar una bonita saeta interpretada por Celia López desde el interior de San Pablo. No había margen para ponerse a dudar. Los partes daban media hora de tregua en La Trinidad y había que aprovecharla.

El alcalde de Málaga, Francisco de la Torre, fue el encargado de poner en marcha el trono de traslado entre vítores y lágrimas del público que esperaba a las puertas del templo. El Cautivo y la Trinidad salían de San Pablo sin mecidas, pero con paso firme.

Málaga atendiendo a la misa del Alba.

Málaga atendiendo a la misa del Alba. Ciudad de Málaga

El ritmo fue ágil, sin parones largos y mediante el plan establecido. La hermandad conocía bien la ventana de media hora que la meteorología les había concedido: había que estar encerrados a las nueve de la mañana, y dicho y hecho.

El cortejo avanzó por Jara, Jaboneros y Trinidad con el apoyo de un barrio que aplaudía y vitoreaba a sus reyes y que salió a la calle pese al mal tiempo. El trono saludó con un toque de campana a la cofradía del Santo Traslado al pasar junto a su casa, pero no hubo tiempo de recrearse. Luego, una marcha se coló en el aire, la primera y única del breve recorrido. Algunos músicos de la Banda de Cornetas y Tambores y de la Banda Sinfónica Virgen de la Trinidad lloraban de emoción. Normalmente suelen turnarse para tocar a la ida y a la vuelta del Hospital Civil, pero este año se hacía imposible. Los tambores de ambas bandas se unieron para acompañar a sus titulares en este traslado acelerado.

Un hombre espera con su ramo de claveles.

Un hombre espera con su ramo de claveles. Francisco Hinojosa

A las nueve en punto, como un reloj, el Cautivo y la Trinidad cruzaban el umbral de su casa de hermandad. Treinta minutos de reloj. La puntualidad era también parte del milagro, porque en cuanto entraron al salon de tronos, los primeros paraguas comenzaron a abrirse.

Aunque el traslado haya sido fugaz, la casa de hermandad permanecerá abierta hasta las 13:30 horas para que los devotos puedan seguir ofreciendo sus plegarias en forma de claveles que este Lunes Santo formarán parte de la historia que escriban el Cautivo y la Trinidad por las calles de Málaga. Da igual lo que llueva, da igual lo que truene, que el barrio de la Trinidad y una Málaga entera estará ahí, a la vera de sus sagrados titulares.