Imagen de los restos arqueológicos en el proceso de excavación.

Imagen de los restos arqueológicos en el proceso de excavación. Cedida

Cultura

Málaga, antes de los fenicios: así era el poblado indígena de Benalmádena que convivió con Cerro del Villar

Las últimas investigaciones constatan la existencia de un asentamiento autóctono hace 2900 años: "Se puede considerar la primera comunidad estable (del lugar)".

25 enero, 2023 05:00

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Aunque la historia de Málaga está repleta de capítulos por escribir, las investigaciones científicas siguen arrojando luz sobre nuestro pasado. Los últimos hallazgos producidos en torno a las primeras civilizaciones y comunidades de la Costa del Sol ofrecen algunas conclusiones al respecto: contemporaneidad, inquietud por lo simbólico y la consolidación de redes comerciales entre ellas. Estas son algunas de las respuestas a las que ha llegado el profesor José Suárez Padilla, al frente de los trabajos en el yacimiento indígena del Cerro de la Era, en Benalmádena.

Se trata de una colonia contemporánea al Cerro del Villar, la superciudad mejor conservada del extremo occidental del Mediterráneo que llegó a habitar un millar de fenicios. El poblado de la Era estuvo casi 500 años activos (entre el siglo IX a. C. y el siglo IV, hace 2900 años), coexistiendo también en su momento más antiguo con la Rebanadilla.

Las características urbanísticas de los restos explican la propia evolución del lugar, condicionado en parte por la convivencia con otras culturas: “La gente vivía en construcciones parecidas a cabañas. Eran edificios circulares y ovalados, sin complejidad arquitectónica, a diferencia de lo que vemos en los asentamientos de tradición oriental”, explica Suárez en conversación con EL ESPAÑOL de Málaga.

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Estamos hablando de habitantes autóctonos, ciudadanos de un territorio todavía por conquistar que inicialmente se dedicaban a la agricultura y ganadería en sus expresiones más primitivas. Ocupaban parcelas de terreno del interior hasta que comenzaron a explorar la periferia costera. La llegada de los fenicios, con todas sus tecnologías, permitió cambiar el rumbo de una historia todavía evanescente.

A partir del siglo VII a. C., los grupos locales de la Era empiezan a incorporar arquitectura vernácula del extremo oriental, consolidando modelos “más complejos”, como las casas con varias habitaciones cuadradas, paredes formando ángulos rectos y, sobre todo, incorporando elementos simbólicos. Este hecho, aunque representado de una forma simple (colocaban pavimentos de conchas en las entradas), tiene una trascendencia mayúscula: ya había un interés por lo alegórico y figurativo.

Suelo de conchas (siglo VII-VI a.C.).

Suelo de conchas (siglo VII-VI a.C.). Cedida

Todo ello confirma que estas comunidades tenían conciencia de lo apotropaico; es decir, buscaban prevenir la mala suerte o las influencias malignas, protegiendo la vivienda a través de las pequeñas valvas marítimas: “Los pavimentos así están en el Cerro del Villar, por lo que es una influencia que pasa del mundo fenicio al indígena”. Por establecer un paralelismo, las culturas vigentes siguen ofreciendo muestras de “amuletos protectores”. El Hamsa (o manos de Fátima) en algunas casas musulmanas o los azulejos de Santos en la puerta de las viviendas son algunos ejemplos.

La incorporación de estas tradiciones y arquitecturas avala una relación estrecha entre ambos pueblos; algo que también se extiende a la economía. Precisamente, esta investigación se ha centrado en el estudio de semillas (leguminosa, trigo y vid). Sobre la última, Suárez explica que tenían indicios del cultivo de la uva en el entorno de la Bahía de Málaga debido a la presencia fenicia: “Hemos podido ver que los autóctonos incorporan el consumo y cultivo de esta especie, procedente de Siria según los estudios de ADN”.

Los restos arqueológicos en el proceso de excavación a finales de los 90.

Los restos arqueológicos en el proceso de excavación a finales de los 90. Cedida

El desarrollo del estudio se ha realizado mediante una serie de dataciones radiocarbónicas (Carbono 14) en los laboratorios Beta de Estados Unidos, gracias a la colaboración del área de Cultura del Ayuntamiento de Benalmádena: “El testado de las semillas ha logrado fechar el momento fundacional del poblado a inicios del siglo IX a. C.”, señala el investigador.

Además, se han encontrado contenedores cerámicos mezclados con cerámica indígena, lo que demuestran las relaciones de intercambio entre ambos pueblos. Los recipientes eran el “producto estrella” que el mundo fenicio utilizaba para distribuir las conservas de pescado, especialmente a las comunidades autóctonas, “los mejores clientes”.

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Esta comprobación refuerza algunos de los resultados ofrecidos el pasado verano en torno al Cerro del Villar. Ya en julio explicaron que, debido a los estudios de composición mineralógica y de Rayos X, se habían podido establecer las redes de distribución de los productos (especialmente conservas de pescado). El alcance de esta actividad traspasó las fronteras del lugar, llegando hasta puntos del interior de la península, como la Serranía de Ronda; la costa Atlántica (Lisboa) u otras zonas del Mediterráneo (Alicante)..

Todas estas pruebas evidencian la existencia de un asentamiento “al aire libre” y durante mucho tiempo en Arroyo de la Miel, a menos de un kilómetro de la primera línea de playa, y muy orientado al contacto marítimo: “Se puede considerar la primera comunidad estable (en Benalmádena)”, subraya. Los orígenes arqueológicos se remontan a finales de los 90, cuando las catas realizadas a raíz de una promoción inmobiliaria dejaron constancia de la existencia de un yacimiento. Entonces se delimitó y adaptó el proyecto urbanístico… Hasta ahora, cuando los trabajos de campo han permitido ver la secuencia de ocupación.

¿Qué hipótesis se manejan en adelante? La idea de este equipo es seguir trabajando con los materiales extraídos de la excavación, especialmente con los restos metálicos y cerámicos. De esta forma, pretenden determinar si su lugar de origen es el propio Cerro del Villar u otros puntos de la comarca. Quizá, algún día, esos trabajos permitan trazar la conexión comercial que vertebró la economía de los primeros pueblos de aquella primitiva Málaga.