Mario, un socorrista de la Axarquía
Un socorrista, alto y claro sobre las condiciones laborales: "Con este calor, a veces los que necesitamos un rescate somos nosotros"
Con jornadas de hasta nueve horas bajo radiación extrema, más del 77 % de los socorristas sufre quemaduras solares cada temporada, mientras afrontan agotamiento, presión psicológica y la responsabilidad de velar por la seguridad de miles de personas.
Más información: Una turista británica alucina en su visita a Mercadona: "Los supermercados en España son mucho mejores"
Cuando las playas se llenan de bañistas en busca de descanso, un grupo de profesionales permanece atento para que la diversión no se convierta en tragedia: los socorristas. Su trabajo, a menudo invisible, combina prevención, pedagogía y acción rápida ante emergencias, todo ello bajo condiciones ambientales extremas.
El calor es uno de sus mayores desafíos. Estudios en la Costa del Sol y Barcelona muestran que más del 77 % de los socorristas sufren quemaduras solares al menos una vez durante la temporada, y la exposición diaria a radiación ultravioleta supera los límites seguros para la piel.
“Con este calor, a veces los que necesitamos un rescate somos nosotros”, reconoce Mario, socorrista con años de experiencia. “Somos humanos, y como cualquiera, necesitamos momentos para recuperarnos”, declara.
La mayor parte de su labor es anticiparse a los problemas: el 95 % del trabajo es preventivo, desde advertir riesgos hasta educar al público. “La mayoría de la gente viene con ánimo de disfrutar y relajarse, respetando las normas y siguiendo nuestras indicaciones”, asegura Mario.
Pero siempre hay excepciones: un pequeño porcentaje ignora las advertencias, sobre todo ante la bandera roja o con prácticas prohibidas como la pesca en zonas de baño. “Los turistas generan más incidencias, aunque se trata de casos puntuales. La paciencia y la pedagogía son clave”, añade.
La realidad del rescate dista mucho de la imagen cinematográfica que dan las películas de Hollywood. “Lo más habitual es ayudar a personas mayores o con movilidad reducida a entrar y salir del agua. Contamos con sillas anfibias que permiten que todos disfruten del mar. La cara de felicidad de esas personas al bañarse es la mayor recompensa”, dice Mario.
Pese a la alta responsabilidad, los socorristas denuncian carencias estructurales: salarios bajos, falta de beneficios laborales y ausencia de protocolos eficaces de fotoprotección. Los expertos insisten en la necesidad de mejorar la regulación de turnos y los descansos, así como reforzar la protección frente a la radiación solar.
Al final, ser socorrista es asumir la responsabilidad de velar por la seguridad de miles de personas bajo condiciones exigentes. Como resume uno de ellos: “Para poder cuidar de los demás, primero tenemos que estar bien nosotros.”