Imagen de archivo del obispo de Málaga.

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Málaga

El obispo de Málaga sigue en la UCI pero evoluciona favorablemente, según la Diócesis

La Diócesis de Málaga actualiza el parte médico y confirma que Jesús Catalá "sigue evolucionando positiva y favorablemente dentro de la gravedad".

Más información: El obispo de Málaga, Jesús Catalá, grave en la UCI tras sufrir una infección tras ser operado

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Hay ocasiones en las que la ausencia de novedades es la mejor noticia. Y esto viene a ocurrir con el estado de salud del obispo de Málaga, Jesús Catalá. Tras ser ingresado en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) el pasado martes 29 de mayo con pronóstico grave, el prelado sigue ingresado en estas dependencias, si bien su evolución parece ser favorable.

Así lo apuntan este domingo 4 de mayo desde la Diócesis de Málaga. Por medio de una comunicación oficial, en la que actualizan la situación en la que se encuentra Catalá, se informa de que el señor obispo "sigue evolucionando positiva y favorablemente dentro de la gravedad".

No hay más detalles al respecto. La situación, en cualquier caso, sigue siendo delicada y está marcada por la prudencia después de que el pasado 22 de abril fuese operado de un pólipo en la vejiga.

Aunque la operación programada fue satisfactoria, en la mañana del martes 29 de abril, monseñor tuvo que ser nuevamente intervenido, presentando una infección, teniendo que ser ingresado en la UCI, donde permanece desde entonces.

La previsión es que este lunes, a las 13:00 horas, haya una nueva actualización del parte. "Se agradecen las oraciones que se están elevando y rogamos se siga pidiendo por su recuperación", dicen desde el Obispado.

El pasado 22 de diciembre, Jesús Catalá presentó su renuncia al cargo de obispo, coincidiendo con su 75º cumpleaños, en cumplimiento del derecho canónico, que establece esta obligación al alcanzar esa edad.

Catalá asumió su responsabilidad como obispo de Málaga el 10 de octubre de 2008, relevando a Antonio Dorado Soto. Desde la diócesis se explicó que, tras presentar la renuncia, esta es gestionada a través de la nunciatura apostólica, que comunica al obispo diocesano la decisión tomada por la Santa Sede. Una de las opciones habituales es que el obispo continúe en sus funciones pastorales hasta el nombramiento de su sucesor.