La mercería Jara del barrio de Villaverde Bajo de Madrid.

La mercería Jara del barrio de Villaverde Bajo de Madrid.

Sociedad

Una mercera (60 años) de Madrid se rompe y pide ayuda para el pequeño comercio: "Somos animales en extinción"

Moni, que lleva desde los 16 años en este humilde negocio del madrileño barrio de Villaverde asegura que tiene miedo al acecho de las grandes superficies.

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Madrid es una ciudad que se encuentra en constante crecimiento. Esto tiene lecturas positivas, ya que la capital de España se ha convertido en los últimos años en una de las urbes más importantes de Europa. Una localidad en la que cada vez vive más gente y que cada vez se mueve más.

Sin embargo, la parte negativa de esta historia es que ese crecimiento está impulsado por las grandes superficies, lo que provoca que los pequeños negocios queden opacados. Bares y restaurantes humildes y tiendas de barrios sufren esa presión y quedan al otro lado del eclipse.

Por ello, muchos de estos negocios de proximidad intentan pedir ayuda, no solo a las autoridades, sino también a sus propios vecinos, para intentar incentivar su consumo y que así no se pierda una cultura que es parte de la tradición de nuestros barrios y ciudades.

Un ejemplo muy claro es el de Moni, una mercera de Madrid que lleva atendiendo su pequeño negocio desde los 16 años. Y que a pesar de las presiones fiscales y del empuje de las grandes superficies, intenta resistir el temporal.

Esta mujer ha expuesto su caso en Telemadrid donde ha narrado su delicada situación. Sentimientos a flor de piel que evidencian los apuros por los que tiene que pasar un sector del comercio de la capital que suele ser siempre el que menos voz tiene.

Una mercera de Madrid pide ayuda

Los negocios pequeños y las tiendas de barrio viven una situación crítica en España. En los últimos cinco años, una de cada diez tiendas ha desaparecido. Esto ha provocado que el mapa de las zonas más castizas de las grandes ciudades hayan cambiado por completo.

En total, se calcula que en este periodo han sido 50.000 los cierres que se han producido en España. Y solo en la Comunidad de Madrid, durante el año pasado se produjeron cerca de 6.000. Unas cifras que asustan y que invitan a pensar dónde está el origen de este problema.

Para algunos expertos responde al aumento de las compras por internet. Pero también a la llegada de grandes superficies o a aquellos comercios que se pueden permitir estar abiertos una gran cantidad de horas, como sucede con muchos bazares asiáticos.

Esta situación termina empujando a muchas tiendas a cerrar, lo que provoca que esos locales se terminen destinando de manera frecuente a alquileres turísticos o fines similares. Sin embargo, hay algunos y algunas valientes que intentan luchar contra este sistema y que resisten como pueden el temporal.

Es el caso de Moni, quien regenta la Mercería Jara, situada en el barrio de Villaverde Bajo. Este negocio que lleva más de 60 años sin bajar la persiana es de los pocos que quedan en la zona. "Las tiendas de barrio no se pueden perder".

Esta comerciante de la capital asegura que siente la soledad de su gremio de una manera muy directa: "Somos animales en extinción". Y que tienen temor a lo que está por venir. "Nos dan miedo las grandes superficies".

"Muchos negocios del barrio han ido cerrando y no han tenido esa continuidad. Muchas se han convertido en viviendas", asegura Moni, quien se emociona al hablar de su pequeño comercio: "Mi vida es Jara desde que tenía 16 años. Aquí me salieron los dientes y aquí se me van a caer".

Para ella, la clave de su supervivencia, a veces mal llamada éxito, es dedicar su vida a la tienda: "Echamos muchas horas, pero te tiene que gustar. Si te gusta, por muchas horas que eches a esto siempre quieres más".

Así es cómo ha ido creando su identidad de negocio: "Lo bonito es la cercanía, conocer a tus clientas. Todo lo que hay, lo haces tuyo". Aunque es una vida muy cansada, sabe que no le queda otra y reconoce que entre todos los comerciantes del barrio intentan hacerse fuertes. E incluso se protegen.

"Nos comunicamos por walkie-talkie con los compañeros de otras tiendas por si nos roban o pasa algo. Siempre me cuidan y me miman. No me da miedo ni me asusta estar sola en la tienda. Siempre se pasan a ver cómo estoy. Es lo bonito de las tiendas de barrio".