José Luis y Andrés de las Heras.

José Luis y Andrés de las Heras. Nieves Díaz EL ESPAÑOL

Ocio

De las Heras, la familia ejemplar de Mantequería Andrés, la más antigua de España con 155 años: "Tenemos 3.000 productos"

Alejandro de Cos y Andrés García la fundaron en 1870. Desde entonces, permanece abierta en Madrid en el límite entre el distrito de Arganzuela y la zona centro. 

Más información: El cambio de vida de Agata, de entrenadora personal a montar una cafetería 'kids friendly': “La sociedad aparta a los niños”

Publicada

Andrés de las Heras lleva más de 40 años cotizados. Es decir, podría jubilarse mañana mismo. Sin embargo, mientras pueda, seguirá acudiendo puntual a su cita de cada mañana, a las ocho, para “prepararlo todo” y abrir Mantequería Andrés, la tienda de ultramarinos más antigua de España. “Tiene 155 años, desde 1870”, aclara, con orgullo, a este periódico.

A su vera, gestionando el negocio familiar desde hace más de cuatro décadas, su inseparable hermano José Luis, cinco años menor. “Mi padre ya no trabaja porque tiene 85 años, aunque se pasa por la tienda y habla con la gente, saluda a los clientes de toda la vida...”, explica Andrés. “Y también está con nosotros mi hijo, de la tercera generación”, prosigue.

Ellos tres mantienen a flote Mantequería Andrés, una aldea gala con “unos 3.000 productos” ‘made in Spain’ al lado de Puerta de Toledo (Paseo de los Olmos, número 3), en el límite entre el barrio de Arganzuela y la zona centro. “Esto antes era diferente”, rememora Andrés. Y recita, de memoria, aquella otra época engullida por el tiempo, cuando las tiendas de utramarinos no eran una ‘rara avis’. “Había otra en la calle San Isidro, otra en Bailén, otra en ronda de Toledo...”.

José Luis, el menor de los hermanos De las Heras, en la puerta de Mantequería Andrés.

José Luis, el menor de los hermanos De las Heras, en la puerta de Mantequería Andrés. Nieves Díaz EL ESPAÑOL

Ahora, esos negocios familiares se han convertido en cadenas de supermercados; en Carrefours, Eroskis, Días o Mercadonas.

P.—¿Cómo sobrevive un negocio familiar ante tanta competencia y en pleno centro?

R.—Con familia (ríe). Pero es complicado. Imagínate, el día que me pongo malo... Nosotros teníamos aquí a un cliente, un panadero, que cada mañana se levantaba, amasaba su pan, lo cocía y nos lo vendía. Se puso malo y adiós negocio. ¿Por qué? Porque no tiene quien siga con su labor. Yo, para que veas, no me he dado de baja nunca.

P.—Pero tiene mérito. Sobre todo, cuando el precio de sus productos es más alto que el de sus competidores. ¿Cómo lo han conseguido, y durante tanto tiempo?

R.— Dando mejor calidad. Ese es el secreto. La gente prefiere pagar un poquito más y que cuando se coma un polvorón no piense que es una masa de harina.

De Cuenca a Madrid

El padre de Andrés, ya jubilado, con 13 años, se echó la manta a la cabeza y se fue desde Cuenca a Madrid buscando otro porvenir. Primero, trabajando en una tienda de dependiente en el Paseo de Yeserías; y después, haciendo lo propio en la Mantequería más antigua de España, abierta en 1870 por Alejandro de Cos y Andrés García.

A ellos les sucedió José Pérez, que le dio trabajo a ese chico de Cuenca interesado en trabajar en un ultramarinos. “Mi padre le compró la parte al hermano de su jefe y se quedó con el negocio”, rememora Andrés. Ahí empieza a gestionarlo la familia De las Heras.

Primero, su padre; y después, sus dos hijos: Andrés y José Luis. Malos estudiantes, sí, pero ‘currantes’. “Yo a los 15 ya estaba ayudando en la Mantequería. Cuando terminamos la EGB, nos vinimos aquí”. Y ahí es donde siguen, sin ganas de jubilarse, pero con la edad para echar el cierre para siempre.

Andrés, tras el mostrador.

Andrés, tras el mostrador. Nieves Díaz EL ESPAÑOL

Productos ‘made in Spain’

La Mantequería es a la vez un museo de marcas llegadas de las provincias y un mapa de España. En sus paredes, de repente, uno puede descubrir fabada asturiana o morteruelo de Cuenca, pero también aceite de Jaén, tarta de Santiago o sobaos de Cantabria.

“A principio, como mi padre era de Cuenca, todo lo traíamos de allí. Cogíamos el coche los fines de semana, lo cargábamos entero con productos de la tierra y los vendíamos aquí. Ahora ya tenemos cosas de toda España”, cuenta Andrés.

P.—¿Cómo hacen la selección?

R.—Por agencia. Vienen, me ofrecen productos para probarlos y siempre pongo una misma condición: yo los pago, no quiero que me los regalen. Así no me comprometo con nadie. Si el producto es de una buena calidad, me lo quedo; si no, nada.

Andrés y José Luis, a las puertas de Mantequería Andrés.

Andrés y José Luis, a las puertas de Mantequería Andrés. Nieves Díaz EL ESPAÑOL

Así, Andrés, sobre el mismo suelo que pisó Alejandro de Cos en 1870, ha visto pasar por su mantequería a generaciones enteras de familias enteras de residentes de la Puerta de Toledo (abuelos, padres, hijos y nietos), pero también a ‘celebrities’: Alfonso Reyes, el ganador del Goya Javier Gutiérrez, Paco León (“aunque se agobia con tanta gente”) o Alberto Chicote.

¿Y cómo lo ha hecho? A base de currar. “Me podría jubilar, eh”. Pero no, no quiere. Junto a su hermano sigue al frente de un museo de alimentos que, ahora en Navidades, no da abasto. “Imagínate el jaleo que mis padres dormían en la tienda, en una especie de camastros, por todo el lío que tenían”, explica.

Y así seguirán Andrés y su hermano José Luis, levatándose para abir a las 8, descansando a mediodía y volviendo a abrir hasta las 21:00 horas. Todo el día, sosteniendo un negocio familiar de los que ya no quedan.